No creo que sea necesario expresar lo increíblemente afectada que me había dejado la visita de la policía y todo el asunto del supuesto acosador homicida, que irónicamente había terminado atrozmente asesinado. De hecho, me había costado unos cuantos días quitarme la imagen de su cadáver de mi mente.
La única razón por la que no me volví loca pensando en cadáveres, intentos de asesinato y policías, fue porque a Robert le entusiasmó tanto la idea de casarse, que se le ocurrió la loca idea de hacerlo lo más pronto posible −definitivamente no iba darle chance a Charlie de arrepentirse. No después de todo lo que le había costado que Truman asumiera públicamente su homosexualidad− y eso significó que en el lapso de dos meses debíamos organizar la boda del año.
— ¡Amelia! —exclamó Kat para llamar mi atención y automáticamente dejé de mirar a la nada y me enfoqué en ella— ¿Me estás escuchando?
—Si, claro —mentí, pero por su cara, fue obvio que no me creyó— Ok, lo siento. Estaba distraída.
—Desde la visita de la policía que estás distraída —agregó Robbie desde el interior del probador— ¡Hace un mes!
Antes de que lograra refutar su opinión −aunque no sabía para qué, si al fin y al cabo mi mejor amigo no podía tener más razón−, salió del probador con toda solemnidad, llevando un elegantísimo esmoquin negro con el que lucía bastante bien, pero tal como los otros dos que se había probado antes, no me convencía, probablemente porque Rob se estaba concentrando en el paradigma equivocado.
Ser monocromático cuando en realidad eres el alma del carnaval, no era lo adecuado, aun cuando estuvieses buscando la ropa con la que contraerías matrimonio.
—No te gusta —dijo entre dientes. Nos conocíamos tan bien, que las palabras no eran necesarias.
—Cariño, no es que no me guste —Me puse de pie para acercarme a él y luego de tomarle ambas manos, las extendí para mirarlo de pies a cabeza— Es clásico, elegante, negro —rumié entornando los ojos— Es bonito, pero no eres tú. ¿Me entiendes?
—Amelia, no quiero que Charlie se case con un payaso.
—Entonces no debiste aceptar —me burlé entre dientes y él solo atinó a darme un suave manotazo en el antebrazo, mientras hacía un mohín divertido— ¡No te estoy diciendo que mandes a confeccionar un traje con los colores del arcoíris y te pongas una peluca idéntica! —bufé— ¿Qué tal un chalequillo rojo? ¿O azul?
—No sé.
—Si no te lo pruebas, no podrás saberlo —intervino Kat— Yo voy por uno.
—Gracias —dijimos los dos al unísono cuando la chica ya se había esfumado.
—Sigues preocupada por lo de la policía, ¿verdad?
Odiaba que en ese momento que debía ser especial para Robert y en el que él debía ser la estrella y primera prioridad, la conversación se dirigiera al extraño comportamiento que yo había estado teniendo el último mes, pero el hecho de no haber podido hablar del asunto con nadie, solo empeoraba la situación.
Tenía tantas interrogantes, dudas y temores, que me sentía como una olla a presión a punto de estallar.
—Un poco —confesé— Quería hablar con Taylor cuando ocurrió, pero luego de las dos semanas que le dieron de descanso por orden médica, Carter le ordenó que se tomara dos semanas de vacaciones, así que aún no puedo desenmarañar ese asunto.
— ¿Puedo hacerte una pregunta? —cuestionó cuidadosamente y asentí con la cabeza en el momento en que nos sentamos uno al lado del otro en un cómodo sofá que la tienda de caballeros ofrecía a sus clientes— ¿Por qué no le dijiste a los policías que sospechabas de tu suegro? Si les hubieses dicho, podrían estar enfocados en encontrar la relación de él con todos los sucesos a lo menos extraños que te han ocurrido.
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FIRST LADY - Trilogía Cómplices II [TERMINADA]
RomanceA un año de asumir la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica contra su voluntad, la vida de Carter McKellen es radicalmente diferente a la que tenía, pero también a la que quería. Mucho más juicioso, sereno, maduro e increíblemente apropi...