AIRE FRESCO, VIENTOS HURACANADOS

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"...Solo hemos visto hasta el cansancio las imágenes de Robert Meyer, el jefe de prensa de la Casa Blanca, anunciando a Amelia Edwards como la primera dama de la era McKellen, porque se han dedicado a tenerla altamente protegida por largos cuatro días. Se cree que su primera aparición oficial, sería inminente" Decía la conductora del noticiero de CNN, mientras el analista político de costumbre, asentía una y otra vez, aguardando el momento exacto para intervenir con su típico comentario inapropiado, el cual me negué a ver apagando el televisor de una buena vez.

Ni siquiera sabía por qué estaba viendo el noticiero cuando tenía cientos de cosas más importantes por hacer, ya que estábamos a punto de salir al aeropuerto para abordar el Air Force One con destino a Louisiana.

El huracán estaba a pocas horas de tocar tierra y yo quería estar ahí. Necesitaba estar ahí.

Apenas firmé el decreto que nombraba a Amelia como primera dama, Charlie había salido corriendo en dirección a la sala de prensa. No me sorprendió que hubiese tenido todo preparado aun sin estar seguro de si Amelia aceptaría o no, pero de no haber sido así, no sería el Charlie Truman que todos conocemos.

¡Siempre preparado!

— ¿Estás bien? —Le pregunté a mi chica apenas me acerqué a ella y suplí mi necesidad de abrazarla, a lo que ella fue totalmente receptiva.

—Si, bien —Suspiró y apoyó su cabeza contra mi pecho, mientras que Rossie nos hizo el terrible favor de encender la televisión.

Ahí estaba Robert, frente a un par de decenas de sus colegas y algo confundido dando lectura al decreto de nombramiento para informar de la buena nueva al país, mientras que Amelia se aferraba a mi con sus brazos alrededor de mi cintura, cada vez con más fuerza.

—No te preocupes —susurré contra su cabello y besé su coronilla— Todo saldrá bien.

—Eso espero.

— ¿Hay una relación más allá de lo profesional entre el presidente McKellen y la señorita Edwards? —preguntó uno de los periodistas apenas Robert acabó con su declaración y me dieron unas ganas incontenibles de salir y golpear al idiota de la impertinente pregunta.

—En absoluto —mintió Meyer con toda propiedad— Pero si llegase a ocurrir, se los informaremos oportunamente. El presidente es un hombre soltero y la primera dama tampoco tiene compromiso alguno, así que no tendría nada de malo. Es más, creo que al país le encantaría.

—No más preguntas, Meyer —Le gruñí a la televisión, aun cuando sabía que el pobre hombre no me escuchaba.

—No más preguntas —dijo finalmente, como si hubiese sido capaz de leer mi mente a la distancia y salió de la sala de prensa dejando a todos con el amén en la boca.

De eso habían pasado cuatro días y habíamos decidido no exponer a Amelia a malos ratos innecesarios −con nombrarla antes de tiempo y de improviso, ya era más que suficiente−, así que su primera aparición oficial sería en el viaje que estábamos a minutos de comenzar.

—Estamos listos —informó Taylor apenas entró.

—Pasa, pasa —Fui insistente porque con lo de tener que organizar y coordinar todo ante el inminente huracán que se aproximaba, ni siquiera había tenido tiempo de hablar con él en privado, que era precisamente lo que necesitaba— ¿Cómo sigue tu brazo?

—Bien. En proceso —resopló sentándose en el sofá— ¿Y el tuyo?

—Cada día mejor. Ya casi no uso el cabestrillo.

FIRST LADY - Trilogía Cómplices II [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora