—Carter —susurró apenas se volteó y corroboró que mi presencia no era producto de su imaginación.
Comprendía totalmente su sorpresa porque yo me sentía igual. Luego de todo lo que había pasado, volver a encontrarnos no era algo que creería que ocurriría tan pronto –incluso la posibilidad de que no ocurriera jamás, había pasado por mi mente– y mucho menos que pasaría así, sin más, en un parque de Berlín.
— ¿Cómo supiste que estaba en Alemania? —pregunté sin dejar de mirarla a los ojos. Su mirada era tan magnética que me resultaba imposible no perderme en ella.
—Yo... —titubeó— ...yo no... yo no sabía que estabas aquí.
—Ya veo —Admito que albergaba la pequeña esperanza de que hubiese ido hasta allí solo para buscarme, pero no tardó en apagar la pequeña luz que alumbró mis pesares— ¿Entonces?
—Transporté una valija diplomática —informó y creo que mi mirada la intimidó, porque entrelazó sus manos sobre su estómago y bajó la cabeza.
—Claro —Sonreí inexplicablemente para ella, pero a mí no dejaba de causarme gracia como la vida, las estrellas, los planetas, el destino o todos ellos juntos parecían aferrarse a la idea de que nos encontráramos en los lugares más inverosímiles— ¿Cómo estás? —pregunté sin haberlo pensado antes y quise darme cabezazos contra el propio muro de Berlín, aunque ya ni siquiera estuviese allí.
¿Acaso no se me podía ocurrir una pregunta más estúpida? ¡No sé cómo no se me ocurrió preguntarle si estaba lloviendo del otro lado de la hilera de adoquines! ¡Soy un puto genio!
—Bien —dijo luego de haberme mirado con cara de: "¿En serio me estás preguntando esto?" — Berlín es muy bonita.
—Si, lo es. Aunque creo que dejar el paraguas no fue muy inteligente de mi parte —bromeé entornando los ojos.
—Creo que tampoco lo pensé —Sonrió avergonzada y luego de eso, ambos permanecimos en ese incómodo silencio que surge cuando dos personas tienen demasiadas cosas que decirse, pero ninguno sabe por dónde comenzar. Además, el solo hecho de tenerla cerca ya era suficiente para mí.
—Que irónica es la vida —suspiré y no me di cuenta de que lo había dicho en voz alta hasta que ella retomó nuestro contacto visual para prestarme toda la atención que necesitaba— Digo, ¿quién diría que nos encontraríamos aquí?
— ¿A qué viniste?
—Gira por Europa —comenté sin darle mucha importancia— Unos cuantos días acá, otros allá. Ya sabes.
—Claro —Medio sonrió— ¿Y cómo se ve todo desde Alemania del este?
— ¿Disculpa? —Arqueé una ceja porque no entendí a qué se refería.
—Si el muro estuviese allí —Indicó la hilera de adoquines— Tú estarías en Alemania del Este y yo en la del oeste.
—Ah, es cierto —Reí por mi torpeza— Pues si el muro estuviese allí, solo vería el muro, ¿no?
—Cierto.
—Gracias a Dios ya no está. Porque la vista es hermosa —confesé y no estaba refiriéndome precisamente a su lado de Alemania, sino a ella, lo que creo que entendió porque a pesar del frío, se sonrojó y trató de ocultarlo bajando la cabeza.
—Bueno, creo que es mejor que me vaya —Sonrió temerosa— Fue bueno verte.
—Lo mismo digo — ¿¡Qué!? ¡Carajo! No, no podía irse, no otra vez
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FIRST LADY - Trilogía Cómplices II [TERMINADA]
RomanceA un año de asumir la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica contra su voluntad, la vida de Carter McKellen es radicalmente diferente a la que tenía, pero también a la que quería. Mucho más juicioso, sereno, maduro e increíblemente apropi...