VERDAD REVELADA

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¿Cómo se suponía que iba a poder abstenerme ante semejante declaración?

De un momento a otro, el amor de mi vida se presentaba frente a mi –aunque fuese una misteriosa coincidencia–, reconocía cada uno de sus errores, pedía perdón por ellos y finalmente le agregaba un exceso de azúcar y romanticismo a la receta.

Si alguien esperaba que obviara todo eso, aun cuando las dudas y los cuestionamientos se apilaban en mi cabeza, lo siento, pero estoy hecha de la más común de las carnes y de los más normales de los huesos.

Humana, al fin y al cabo.

Ahora, contrario a lo que todos pensarían, mis inseguridades respecto a nosotros estaban lejos de desaparecer.

Que camináramos tomados de la mano por el Tiergarten en dirección al hotel en el que me quedaría, no significaba ni por un segundo que hubiese dado por finiquitado todos los asuntos que se mantenían pendientes entre nosotros, porque estar escondidos en una burbuja de tiempo y espacio que se sentía casi como un cuento de hadas y que pospusiéramos los problemas para más tarde, no haría aparecer soluciones de la nada. Es más, creo que ese "tiempo fuera" –como dirían en más de algún deporte–, solo las complicaría.

— ¿En qué piensas? —preguntó Carter interrumpiendo la madeja de pensamientos que me habían hecho callar.

—En ti —Suspiré— En mí. En nosotros —confesé desanimada.

—Tampoco esperaba esto —dijo como si hubiese podido escuchar lo que pensaba— Si hubiese sabido que nos encontraríamos, te aseguro que la situación sería diferente.

— ¿A qué te refieres con diferente?

—Amelia, Grace no vino a Europa porque yo lo haya querido. De hecho, hubiese preferido haber solucionado ese problema hace mucho tiempo atrás.

—Ni siquiera sé que pasó por la cabeza de Gracie cuando hizo algo como eso —bufé— Ella no es así. Nunca ha sido así.

—No te molestes en justificarla —me detuvo— También estoy seguro de que ella no es así. Algo está mal, pero lo digo en serio. Creo que de verdad está enferma. El problema es que está en una posición tan extrema, que no va a querer recibir ayuda de nadie. Mucho menos la mía.

—Mmm.

—Oye —Se paró en seco y sin soltar ni mano me obligó a detenerme también. Le bastó con jalarme suavemente para que volviera a estar atrapada entre sus brazos. Si no protesté, fue porque me sentía realmente cómoda en ese lugar— Que quede claro que no te quiero de vuelta para que soluciones mis problemas —aclaró justo cuando la idea se me estaba empezando a pasar por la cabeza— Te quiero de vuelta porque te amo y no puedo, ni quiero pasar ni un segundo más sin ti. Lo de Grace lo solucionaré de alguna manera. Lo prometo.

—Aunque no sabes cómo —resoplé, aunque no estaba molesta.

—No. No sé cómo —admitió lamentándolo honestamente— Pero ¿podemos no preocuparnos por eso ahora?

—Grace no es lo único que me preocupa —advertí porque necesitaba que tuviese claro que las cosas no estaban del todo resueltas, aunque me hubiese atrevido a invitarlo a mi habitación de hotel.

—Pues en este momento, lo que ocurra en Berlín es lo único que me preocupa —afirmó visiblemente convencido y tomó mi rostro con sus dos manos, lo que me hizo sentir pequeña y vulnerable, pero reconfortantemente protegida a la vez— Te amo, Amelia y eso es en lo único que quiero pensar por ahora.

—No juegas limpio, Carter —Sonreí cohibida porque escucharlo decir cosas como esa, aun me resultaba extraño. Adorable, pero extraño.

—No estoy jugando —corrigió— Esto es lo más serio que he dicho o hecho en mi vida.

FIRST LADY - Trilogía Cómplices II [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora