Flores Para Todos Los Niños - {{ Sope - Omegaverse }}

10

Aquel lunes Yoongi dejó escapar un amargo suspiro mientras se limpiaba el rostro en el baño. Aún si delante de Chinmae no había querido demostrarlo, no había sido un fin de semana fácil. Tras aquella complicada charla, si es que podía llamarse así, con Hoseok le había sido imposible contactar con él. Realmente le preocupaba y esperaba que se encontrase mejor. Pero precisamente aquella preocupación, y el recuerdo casi constante de aquel repentino beso no le habían dejado dormir. Ni siquiera entendía por qué se sentía tan mal respecto a eso. No había sido más que un beso. Corto, ni siquiera lo había devuelto. Pero aún así lo sentía extrañamente personal. Tal vez se debía a que nunca había besado a nadie que no fuera Jimin. Jimin. Cuando le besó su esposo fue lo único que se cruzó por su mente. Por un momento realmente deseó más. Deseaba volver a ver a su esposo. Volver a tenerle entre sus brazos y abrazarle. Pero no podía ser. Eso estaba claro.

Tomó aire. Terminó de asearse y finalmente salió del baño, viendo con una ligera sonrisa como Chinmae, ya con el abrigo puesto y la mochila a la espalda, se colocaba en el pelo las pinzas que aún le quedaban de Iseul frente al espejo de la entrada. Aquel día habían desayunado un poco antes debido a que Yoongi, aún si estuvo a punto, no se había olvidado de que en su momento prometió a Jungkook llevarle con Iseul para que así no tuvieran que tomar el transporte público. Por aquel motivo Chinmae estaba algo más entusiasmado de lo usual ya que no la había visto desde que la expulsaron. Y el fin de semana tampoco.

- ¿Estás preparado? - murmuró dulcemente, tendiéndole la mano tras ayudarle a colocarse bien unas pinzas.

- Una más...

Asintió, dejándole hacer. Le preocupaba también un poco que aquel niño volviera a hacer de las suyas al ver que Chinmae seguía llevando, con sorprendente orgullo oculto, las pinzas de Iseul. Recordaba como tiempo atrás le había dicho que no dijera nada sobre del matrimonio entre alfas precisamente para evitar problemas con otros niños. A esas edades podían ser sorprendentemente crueles y más aún los padres. Y por ese mismo motivo no sabía que decir sobre las pinzas. Era su deseo más profundo proteger a su hijo de aquellos malos comentarios. Por mucho que el pequeño lo dijera no tenía edad de procesar tal información en absoluto. Pero al mismo tiempo le resultaba exagerado negarle el ir con las pinzas.

- Ya estoy papá - murmuró Chinmae con una pequeña sonrisa, haciendo reír a su padre al sacarle de sus pensamientos, el cual no tardó en alzarle en brazos mochila incluida, dándole un buen beso-mordisco en la mejilla que hizo pucherear molesto al menor al intentar separarse.

- Estás muy guapo, a Iseul le va a encantar~ ¿Vamos?

Chinmae asintió, dejándose al fin llevar por su progenitor en brazos, al menos hasta que llegaron al coche y le sentó en su sillita para así comenzar a conducir, desviándose para pasar por delante de la casa de Iseul y sus padres. El día anterior había hablado con Taehyung ya que su esposo y su hija se encontraban fuera, y este le dijo sobre que hora podría pasarse. Así que allí se detuvo, esperando tranquilamente. La puerta del edificio no tardó en abrirse. Y al ver salir a Jungkook e Iseul sonrió saludándoles con la mano, abriéndoles enseguida la puerta para que pudieran pasar. La pequeña, antes siquiera de que los adultos pudieran siquiera saludarse, chilló por la alegría de ver a su amigo al fin y en especial con las pinzas, y rápidamente fue a abrazarle y llenarle de besos. Yoongi tuvo que ahogar una pequeña risa al ver como Chinmae se retorcía un poco al recibir tantos besos de golpe, siendo algo que nunca le había gustado mucho, para finalmente dejarse hacer un poco ya que la niña no paró hasta que estuvo contenta y Jungkook la obligase a sentarse bien en la sillita infantil que había traído para ella.

- Gracias por llevarnos, hyung - comentó Jungkook con una amable sonrisa mientras se sentaba detrás para así controlar un poco más a su demasiado activa hija, que se había puesto a jugar a las palmas con Chinmae tras decirle cuanto le había hecho de menos y contarle que sus padres la habían castigado.