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—¡Jungkook! —me quejo, cuando se me caen las llaves al suelo.

Acabo de entrar en mi habitación y quizá no estuviese al borde del infarto si Jungkook estuviese de frente o sentado en mi cama, pero cuando he ido a dejar mi bolso en el taburete he visto una sombra negra en la pared de enfrente de mi cama y me he asustado mucho.

—Cierra los ojos, cierra los ojos —dice, viniendo hacia mí con mucha prisa para tapármelos él mismo.

—Me has asustado —me quejo, y él se ríe un poco. Empieza a andar para que yo me mueva con él por la habitación, a ciegas.

—Perdona, no tendrías que haberme visto. Iba a salir corriendo.

—¿Para qué has venido si no te vas a quedar? —vuelvo a quejarme, y él me da un besito en el cuello que me estremece entera antes de detenerse. Por la vuelta que hemos dado, creo que estamos enfrente de mi cama. Donde estaba él antes.

—Iba a esperar a que me llamaras, pero quería darte una sorpresa.

—Ya sé qué has hecho —le respondo, con una sonrisa. Sus brazos parecen tensarse—. Es tu cuadro, ¿verdad? Lo has puesto en la pared.

Las manos de Jungkook se retiran de mis ojos, derrotadas, y así puedo ver que, efectivamente, llevaba razón. Ha arrancado la hoja del bloc y le ha puesto un marco morado muy bonito antes de colgarlo en la pared. Para que me pueda ver completa. Siempre.

—¿Cómo lo sabías? —pregunta, decepcionado. Sé, por cómo suena, que lo está diciendo con los labios muy juntitos, así que me giro de golpe para poder besárselos. Jungkook no se resiste mucho; al contrario, me pega a su cuerpo para que pueda morrearle como es debido. Pero me separo para dedicarle una sonrisa muy grande, solo para él.

—Porque vengo de hacer lo mismo —confieso y él abre mucho los ojos.

—¿Me lo regalas?

—¿No estás haciendo tú lo mismo?

—Sí —me admite, y ahora sonríe un poco—. Jo, me has chafado la sorpresa.

—¿Entonces yo me he hecho autosabotaje diciéndotelo?

—Puede ser —confiesa, sonriendo—. Quiero ir a ver cómo queda.

Lo dicen sus labios, porque sus manos, todavía en mi cintura, acariciando mi espalda, me indican lo contrario. Yo, desde luego, estoy más de acuerdo con sus manos que con sus palabras.

—Puedes verlo luego cuando vuelvas a tu habitación. Quédate conmigo un ratito.

¿Me estoy volviendo una ñoña por Jeon Jungkook? Efectivamente.

No sé si son sus turnos en la cafetería, que cada vez que estamos en clase me entran más ganas de tocarle o que cuando tenemos citas siempre parece muy comedido, pero cada vez me apetece pasar más tiempo con él. A solas.

—¿Me lo pides porque sabes que no puedo negarme?

—Claro —le admito, sonriendo como una boba.

—¿No tienes nada que hacer?

—He estado con Ahn y Taehyung esta mañana, así que si mi novio está libre me gustaría pasar tiempo con él.

—Pues estás de suerte porque tu novio iba a pasarse toda la tarde encerrado en su habitación haciendo trabajos.

Frunzo el ceño y Jungkook da un besito ahí para deshacerlo.

—Entonces no te quedes: ve a hacer los trabajos. No quiero que te retrases por mi culp...

Sus labios cortan mis palabras de golpe y, aunque intento poner resistencia, son tan suaves y tan delicados que al segundo contacto ya estoy enganchando los míos con los suyos, dejando que la paz fluya por mi cuerpo. Me encanta besarle.

The ghost of it - jjk, myg, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora