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Cada día me siento un poco más yo misma. No sé si es la medicación, el apoyo de mis amigos o todo junto, pero creo que estoy avanzando por primera vez en años.

Lo sé porque hoy acabo de ir a recoger la nueva funda para la prótesis y me la he puesto en la misma tienda, permitiendo que el dependiente pudiese enseñarme a colocarla con Ahn delante. Y no me ha importado.

Lo sé porque, aunque llevo mis pantalones de campana, Ahn ha insistido en que una prótesis tan bonita tiene que poder verse, y ha decidido ir de compras. Lo sé porque he aceptado.

Lo sé porque ahora estoy en el probador rodeada de vestidos y faldas cortas que llevo ya casi cinco años sin ponerme. Y aunque tengo miedo, lo estoy haciendo. He decidido quitarme los pantalones y mirarme en el espejo tal cual estoy, con mi pierna de metal —ahora recubierta por una bonita funda morada (del mismo tono que Jungkook empleó para pintar mi pierna falsa) con agujeritos en forma de flores— y en bragas.

Lo sé porque no tengo tantas ganas de taparla como antes, sino de enseñarla. Me gustaría que la gente observase lo que yo ahora estoy viendo: que está bien. Que es bonita y que también es mía. Y aunque todavía da miedo, sé que es un avance muy muy grande.

—¿Hye? ¿Necesitas una talla más grande? Que voy a por las que necesites.

—No, no. Un segundo —digo antes de coger una de las prendas que se agolpan en los percheros. Es una falda negra que, cuando me subo por las piernas, me doy cuenta de que cubre hasta el encaje. Deja al aire la rodilla de la prótesis, la funda y el tobillo y, aunque me siento expuesta, abro tímidamente la cortina del probador para que me amiga me vea. Suelta un silbido cuando lo hago.

—Guau. Queda mucho mejor de lo que me esperaba —admite llevándose una mano a la barbilla mientras analiza el vestuario—. Menos mal que hemos decidido cambiar esa funda horrenda, así puedes sacar a pasear esa pierna tan bonita que tienes.

—¿Cuál? —pregunto y Ahn sonríe un poco.

—La de carne y hueso. ¿Sabías que tenías las piernas bonitas antes del accidente?

—Sí, supongo. Me ponía muchas faldas y eso.

—Pues vamos a recuperar esa confianza, porque te quedan genial con la funda nueva. ¿Te gusta esa?

Me giro para mirarme en el espejo y poder comprobar que, efectivamente, me queda bien. El vuelo hace que mi cuerpo se vea más bonito y, como tapa la parte del encaje, no me parece que mis piernas estén tan desiguales como siempre me lo ha parecido.

—Sí, supongo.

—Venga: pruébate el resto, que tenemos más tiendas que mirar.

Al final Ahn y yo nos tiramos toda la mañana de una tienda a otra hasta que me he comprado un mínimo de diez atuendos que dejan al descubierto mis piernas. De hecho, Ahn insiste en que salga del establecimiento con uno puesto, pero a eso me niego.

—¿Por qué? —me pregunta—. Sé que es complicado, eh, pero pensaba que con la funda nueva...

—No es por la funda —digo negando con la cabeza—. Es porque.... Quiero que Jungkook lo vea primero.

Ella sonríe con toda la cara y entrelaza su brazo izquierdo y mi derecho con fuerza.

—Seguro que eso le anima para metértela de una vez —responde subiendo y bajando las cejas deprisa.

—¡Ahn! —me quejo.

La verdad es que desde el hospital, Ahn y yo hemos estrechado nuestra relación demasiado. Aunque a Sang es a la única a la que le cuento todo sin filtro, a Ahn le estoy contando (quizá) demasiadas cosas. Como que el otro día Jungkook y yo nos besamos, pero no pasó nada más porque él no quería.

The ghost of it - jjk, myg, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora