Sang me llamó ayer, justo cuando subí a mi habitación después de escribir en el blog. Dijo que se lo había leído y que, si necesitaba hablar con ella, me escuchaba. Yo negué y le confesé que todavía no me sentía capaz de contárselo. Que solo tuve el valor de escribirlo porque me siento más libre cuando lo hago.
Dijo que lo entendía, que se imaginaba qué había pasado y que iba a superarlo, como ya lo hice una vez. Que soy fuerte, valiente y válida (aunque no lo sienta en este momento). Y que, quizá, ir con la verdad por delante me ayude.
Pero ahora solo hay dos verdades dando vueltas en mi cabeza: que no pienso contarle lo de la pierna a Jungkook y que él está saliendo con Ahn.
Y, aunque sigo sintiendo el corazón apretado, muy apretado, me tengo que obligar a verle de nuevo. Tengo que desnudarme para que pueda dibujarme y tengo miedo, muchísimo. Porque llevo sin desnudarme para otra persona cuatro años, en todos los sentidos de la palabra, y tengo miedo de que, cuando lo haga, Jungkook salga corriendo del todo. Que ni si quiera pueda tenerle a mi lado como mi amigo.
Intento ser valiente y preparo una sábana negra para poder taparme y todo mi arsenal de lápices, pinturas, folios y papeles de diferentes texturas para que Jungkook escoja el que más le guste, en el caso de que no traiga su propio material. Y cuando llama, ni si quiera sé cómo lo voy a hacer para que no vea la pierna.
Le hago pasar y Jungkook descuelga de su espalda una mochila pequeña, que deja al lado del taburete. El mismo en el que yo le he pintado y que ahora va a utilizar él.
—Te había preparado lápices por si los necesitabas —digo, para romper un poco el hielo, cuando veo que él saca un estuche con forma de zanahoria, bastante adorable, y lo coloca en la mesilla.
—Gracias —dice, sin mirarme. Parece todavía más nervioso que yo. Más que cuando le dibujé a él—, pero no quiero gastártelos. Seguro que los tienes ya afilados y...
—No es problema —respondo, bajando las mangas de mi jersey, aunque la calefacción está tan alta que es imposible que tenga frío. Jungkook lo nota también, porque se quita la chaqueta que lleva puesta, quedándose solo en manga corta.
U.F.F.
—Bueno, cuando quieras...
—Eh... Sí, claro. ¿Puedes... ir al baño un segundo? Te aviso cuando esté.
Las mejillas de Jungkook se incendian y asiente muchas veces, volviéndose muy torpe.
—Claro, claro. Tú... tómate tu tiempo.
Cuando se encierra yo empiezo a hiperventilar antes de llevar a cabo mi plan. Empiezo a desvestirme, quedándome solo con mis bragas puestas, y me siento en la cama. Las sábanas y las almohadas son blancas, lo que contrasta con el color de la que he escogido para cubrirme y, aunque la composición creo que va a quedar bonita, lo que sigo sin saber es cómo ponerme para que quede algo estético sin necesidad de mostrar la prótesis.
Vuelvo a suspirar y pruebo a tumbarme con las piernas mirando al cabecero de la cama, para que mi pierna derecha quede oculta de Jungkook, y flexiono la izquierda para que pueda dibujar mis músculos y mi piel. Tapo con la sábana negra toda la prótesis, con mucho cuidado para que siga pareciendo una pierna y no se note que falta algo, y también cubro mis bragas. Para tapar mis tetas ligeramente, decido apoyar mi pecho en la pierna que tengo flexionada, abrazando el resto de mi extremidad. Mi parte buena. En cierto modo es como si la estuviese protegiendo.
—Jungkook, ya estoy —digo, con un hilo de voz. Pero él lo escucha, porque enseguida sale y se me queda mirando fijamente un rato. No sé qué está pensando exactamente, pero en ese momento no tengo miedo porque mire lo que he tapado. Sus ojos me dan escalofríos cuando recorren mi cara y veo como pasan muy por encima por el resto de mi figura. O lo intentan, al menos—. ¿Está bien?
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The ghost of it - jjk, myg, pjm
FanficHan pasado cuatro años desde el día que cambió la vida de Moon Hyeon para siempre. Cuatro años de lamentos, reproches y dolor. Ahora quiere pasar página, pero, para eso, tendrá que enfrentarse a todos los fantasmas de su pasado. Y eso incluye a Min...