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Cuando la caída es lenta, no sabes que estás cayendo. Que a cada minuto que pasa estás bajando un peldaño que luego no te apetece subir. Porque es mucho más difícil. Quizá por eso ahora me niego que lo estoy haciendo, que cada día estoy a un escalón menos de la cima. Porque admitirlo sería decirme a mí misma que no tengo las fuerzas necesarias para subirlos.

Aunque sé que es así, claro. Creo que empecé a darme cuenta cuando Jungkook durmió a mi lado después de hablar con Sang. Cuando Jimin y Ahn me hicieron compañía ayer. Cuando veo a Jungkook durmiendo a mi lado completamente vestido, como si no hubiese planeado quedarse en una postura tan incómoda (porque está medio sentado), pero no le hubiese quedado más remedio.

De hecho, cuando me desperezo un poquito, abre los ojos y se incorpora de golpe, asustado.

—¿Has vuelto a dormir aquí? —le pregunto, con la voz ronca. Él parece un poco desorientado unos segundos, pero luego me observa y da un beso en mi frente.

—No me di cuenta —afirma—. ¿Qué tal estás?

—Seguro que mejor que tú —respondo—. Te tiene que doler la espalda.

—No es nada —dice, haciéndola crujir, lo que me indica que sí, le duele—. Quería esperar a que te durmieses, pero supongo que caí antes. Debería ir a cambiarme.

—¿Te acompaño? —pregunto, pero Jungkook niega rápidamente. Ni si quiera hace falta que le pregunte por qué: su recuerdo sigue en mi mente, siempre diciéndome que está a unos metros de mí.

—No hace falta —responde, en su lugar, incorporándose de inmediato—. Te traigo las muletas y vengo enseguida para ir a clase.

—Vale.

Está nervioso, acelerado. Como si hubiese algo más que le preocupase aparte del hecho de que Min Yoongi me afecta. Por eso, antes de que se vaya, engancho mis labios con los suyos un momentito. Unos segundos, pero cuando abro los ojos compruebo que es suficiente para que se relaje un poco.

—Ahora vengo, noona.

Jungkook da un último beso a mis labios y, después de sacar las muletas del armario y dejarlas en la cama, se va pitando a su habitación. Y yo suspiro, porque sé que en realidad mi estado de ánimo le está afectando a él. Que debería superar a Min Yoongi y lo que pasó ya, pero no sé hacerlo. Porque por mucha terapia que haya hecho, lo único que hice fue esconder todo lo que sentía debajo de muchas palabras, pero nunca dejé esa página.

Y hablar con Sang ahora mismo sería admitir que, en realidad, no he dado ningún paso hacia delante. Solo he fingido que los daba.

Así que, dispuesta a fingir un poco más, todo lo posible, me pongo la pierna para enfrentarme a un nuevo día en el que mi cabeza está hecha un lío.

Jungkook ya está en la puerta de mi habitación cuando salgo, e intenta sonreírme todo lo posible, aunque no lo siento tan auténtico como antes. Pero tampoco quiero preguntarle, porque en el fondo sé que no quiero saber qué es lo que le preocupa tanto; apenas soy capaz de gestionar mis sentimientos, no sé si podría sumar los suyos al cacao que tengo.

La verdad es que ayer, mientras veía a Ahn babear por Chris Evans y hacer comentarios subidos de tono, se me olvidaron un poco todos los problemas que veo a mi alrededor. Pero nunca he sido buena con los agradecimientos y con decir lo que siento, así que simplemente disfruté del momento y esperé que mis risas se lo dijeran todo. A ella y a Jimin que, sentado en el suelo de mi habitación, no paraba de enfrentarse con ella para sacarme más sonrisas todavía.

Sé que en realidad los dos tienen sus problemas. Aunque ayer Jimin sonreía, no lo hace tanto como antes y sé que es por la sombra de la culpa, que todavía le acecha cada vez que me mira. Y aún así se lo traga.

The ghost of it - jjk, myg, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora