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—¡Eh! ¿Cuál me pongo?

—El rojo —digo, sin mucho interés. Solo sé que el otro vestido es amarillo chillón y que, seguramente, Ahn acabe llevándome la contraria.

—¡Pero si el amarillo es ideal para una fiesta! Así si ponen luces de neón solo se me verá a mí en toda la pista.

—Pues ponte el amarillo entonces —replico, mientras juego con la goma negra que tengo en la muñeca.

—Oye, que has sido tú quién ha aceptado venir a la fiesta, podrías mostrar un poco más de emoción. Que parece que vamos a un funeral.

—Por eso voy de negro, ¿no? —pregunto, sarcástica. Ahn me sonríe y tira el vestido rojo en la cama, a mi lado. Como esperaba, se queda con lo más llamativo.

—Te favorece el negro, nena, pero no lo traslades a tu estado de ánimo. Hoy es noche de perreo y de encontrar ligue. No se me olvida que llevas sin sexo desde antes de entrar en esta universidad.

Pongo los ojos en blanco y dejo que se vaya al baño de su habitación para cambiarse de ropa. Lo malo es que, el hecho de que Ahn se vaya, me hace pensar demasiado.

Y ya no es en la pierna, es en Jungkook. En sus labios sobre los míos y en el modo que tiene de volver a mi mente cada vez que intento no pensar en nada. Cada vez que le miro.

¿Qué me está pasando?

Creo que fue en una de esas veces cuando accedí a ir a la fiesta con Ahn. Estaba empanada pensando en el beso del ascensor, mirando cómo Jungkook se frotaba las manos nerviosamente contra la tela de sus vaqueros rasgados. Bueno, quizá estaba mirando con demasiada insistencia el trozo de piel que se podía ver a través de la rotura. Así, cuando Ahn me preguntó algo que no escuché, le dije que sí sin medir las posibles consecuencias.

Solo sé que Jungkook aceptó inmediatamente después y Ahn chilló emocionada que iba a ser nuestra primera fiesta de mejores amigos (best friends forever como ella dijo, con un acento muy de Cambridge).

Y yo no quería —ni quiero— ir de fiesta, pero negarme después de haber dicho que sí sería como admitir que no estaba prestando atención y que la culpa de ello estaba presente en ese momento. Así que ahora, mientras compruebo que mis pantalones negros de campana no muestran nada que no quiera enseñar, intento ver esto como una oportunidad de superar la fiesta de hace cuatro años. Aunque sé de sobra que no voy a ser capaz.

"Vamos, Hye, viniste aquí para pasar página".

Intento convencerme de ello para poner una sonrisa cuando Ahn salga del baño. Y casi me creo que lo consigo cuando sale enfundada en el vestido amarillo chillón. Casi, porque tuerce el gesto un poco y me tiende la mano, lo que me indica que no la convenzo.

—Vamos a pasárnoslo bien hoy, ¿sí? Va a haber mucho alcohol y eso ayuda.

—No bebo —replico.

Porque es verdad, llevo sin beber desde la fiesta. Porque me recuerda a esa noche y porque, si me pasa algo, quiero ser perfectamente consciente, no tener que lamentarme por haber bebido demasiado.

—Eso dicen todos, pero confío en que acabarás haciéndolo. ¿Bajamos? Seguro que Jungkook está esperando.

Yo asiento y trago saliva con fuerza. Porque bajamos en ascensor y porque, tras las puertas rojas del aparato, estará Jungkook.

Confirmo que no estoy preparada para verle cuando aparece en nuestro campo de visión. Va vestido con unos pantalones negros muy (demasiado) ajustados y una camisa de manga corta blanca con unos dibujos negros de motos metida por dentro de los vaqueros. La visión me quita el aire por unos segundos y hace que vuelva, de nuevo, la misma pregunta que me hice después del beso. Y al día siguiente. Y al siguiente.

The ghost of it - jjk, myg, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora