—Hace mucho tiempo que no nos vamos de juerga. Vamos, vamos, vamos. ¡Con un poco más de alegría! —grita Ahn, haciendo gestos con las manos para que la sigamos con la misma pasión arrolladora que ella tiene hasta el lugar de las fiestas; al que vamos siempre. No recuerdo el nombre, ni la última a la que fui, pero si me acuerdo del día que vi a Jungkook besarse con Ahn y solo pensar en él de nuevo (en ese momento) hace que me vuelvan las náuseas.
No sé si es muy bueno que Jimin venga, pero está tirando de mi mano con insistencia y una sonrisa enorme en la cara, así que no parece tan malo. Al menos no me lo parece hasta que llegamos.
La música alta y el montón de gente me molesta más que nunca y, como ya me he tomado un ansiolítico y los he dejado en mi habitación, no puedo medicarme si la ansiedad vuelve a aparecer. No me hace falta más que una rápida mirada al sitio para darme cuenta de que ha sido una mala idea venir. No por Jimin, que me arrastra hasta la barra y pide dos botellas de soju, sino por mí, que sé que voy a acabar bebiendo para poder soportarlo.
Estoy un rato con Jimin bebiendo sentada hasta que yo me he tomado, más o menos, la mitad de la botella. Él, gritando entre la multitud, preguntándome que si quiero bailar. Yo, perdida cada vez más en el mar de botellas que se extiende a la espalda del barman. En los recuerdos que me asaltan cada vez que las luces cambian de color; cada vez que me giro y veo la masa de cuerpos moverse.
No le miento cuando le digo a Jimin que estoy un poco mareada y le animo a él a ir a bailar. Y como está un poco (demasiado) contento, me hace caso, contoneándose entre la gente como hacía cuando era mi amigo en Busan. Seduciendo a los demás, pero, sobre todo, intentando seducirme a mí. Se me aprieta un poco el corazón cuando me doy cuenta de que, en realidad, nunca ha podido conseguirme tan plenamente como él quería, así que me bebo otro vaso de soju esperando que eso me calme tanto como la medicación.
Y otro.
Y otro.
Pierdo la cuenta.
—E-esto... Hola, Hye.
Me entra un escalofrío en el mismo momento en el que me trago uno de los chupitos de soju, pero sé que no es por eso. Es por su voz grave, a pesar del tono que ha empleado. Es por su figura, completamente vestida de negro, sentada en la silla que antes ocupaba Jimin.
—¿E-estoy alucinando? —pregunto, arrastrando mucho las palabras. Ya me cuesta hablar, pero no sé por qué. Le miro a los ojos fijamente. Parece demasiado triste para ser él. Jungkook siempre se reía. Siempre tenía los ojos pequeñitos.
—Soy yo, Hye —responde—. Tenemos que hablar.
—No lo eres —digo, muy segura, y me levanto del taburete para acercarme a él. Creo que su cuerpo se echa un poco hacia atrás, pero como en cuanto planto los pies en el suelo pierdo el equilibrio, sus manos van corriendo a mi cintura, parando el golpe y dejándome a escasos centímetros de su cara.
Bien, así me aseguro.
Llevo mis manos a su rostro. A sus mejillas regordetas, a la cicatriz en la izquierda. A sus cejas perfectas, al lunar de su labio. Jungkook abre la boca cuando lo hago. Tiene los labios muy mojados. Tienen que saber bien.
—H-hye...
¿Ha dicho mi nombre? No lo sé. Pero sus labios me llaman, así que llevo los míos ahí y paso mi lengua, descubriendo que saben a fresas. Hacía mucho que no notaba ese sabor.
—F-fresa... —murmuro.
Siento aire contra mis labios, pero lo ignoro, porque está muy rico. Dentro tiene que saber mejor. Por eso pego nuestras bocas para poder meter la lengua y recorrerla. Sabe a alcohol, como la mía, pero cuando su músculo entra en contacto con el mío me estremezco entera.

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The ghost of it - jjk, myg, pjm
FanfictionHan pasado cuatro años desde el día que cambió la vida de Moon Hyeon para siempre. Cuatro años de lamentos, reproches y dolor. Ahora quiere pasar página, pero, para eso, tendrá que enfrentarse a todos los fantasmas de su pasado. Y eso incluye a Min...