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—Te noto mucho mejor, Hye.

—Ni si quiera he hablado contigo, Sang —respondo a mi terapeuta, que está al otro lado de la línea, mientras balanceo mi pierna buena de adelante hacia atrás.

Estoy sentada en la cama mirando a una pegatina que hay en la pared en la que pone Girl Power. Ya estaba antes de llegar yo y, cuando me di cuenta de su existencia, no quise quitarla, porque me parecía adecuada. Y un cachito de alguien que había dejado su huella en este sitio, como diciendo a los demás: "eh, yo también he estado aquí, y estas eran mis creencias".

No sé, supongo que a veces soy demasiado soñadora.

—Pero he leído tus blogs —me dice. Lo suponía, en realidad—. Antes hablabas del fantasma todo el tiempo.

—Sigue estando ahí —respondo, mientras toqueteo con la mano con la que no estoy sujetando el teléfono mi pierna falsa.

—Y seguirá. Es el recuerdo de que sigues viva, Hye.

—Ya.

—¿Vas a contarme algo de Jungkook y Ahn? Tengo curiosidad.

—A Jungkook ya le conoces —digo—. Es el chaval que me dio la botella de Soju en la fiesta.

Sang me ha escuchado hablar de la fiesta al menos un millón de veces. Porque al principio todas nuestras charlas eran ese momento, en bucle. El mismo que se repetía en mi cabeza. A veces no era capaz de terminar de contarlo. Me quedaba en el armario, en Jimin bailando entre la gente o en la cara de preocupación de Jungkook después de mi última vez con Yoongi. 

Y de tanto repetirlo, hubo un momento en el que dejó de doler tanto recordar cada segundo de ese día. La carga se hizo menos pesada y, cuando pude contarlo entero supe que, aunque no estaba superado, sí que lo había asimilado.

Aunque siempre busqué un por qué, un modo de retroceder, de evitarlo todo.

—Es verdad, me acuerdo de él. ¿Y qué hace en Seúl?

—Se mudó al día siguiente de la fiesta, fue su despedida. Y estudia mi carrera, así que voy a las clases con él.

—¿Te sientes bien con él? —pregunta. Y casi me la imagino con su libreta, apuntando todos mis progresos.

Por eso cuando me mudé a Seúl, aunque mi madre sugirió buscarme un terapeuta en la capital yo preferí a Sang desde la distancia. Porque me conoce mejor que nadie y porque, en realidad, es con la única con la que sé que puedo hablar de determinadas cosas sin que duela. Como si fuese la voz de mi conciencia.

—Supongo que sí. Me hace reír. Es muy mono.

Sang se ríe al otro lado de la línea.

—¿Mono de guapo o de adorable? Porque creo recordar que siempre le definiste como un "chaval enclenque".

—Porque lo era —respondo, y yo también sonrío—. Pero ha cambiado, así que supongo que lo digo en los dos sentidos.

—Bueno, eso está bien. ¿Y Ahn? ¿Cómo es ella?

—Como era yo antes —digo, sin dudar—. Bueno, un poco más exagerado. Es desvergonzada, atrevida, divertida... Y le importa una mierda lo que los demás piensen de ella. Está intentando que Jungkook se crea un poco que es guapo y no se rinde. Así que supongo que también es perseverante.

—¿Ella también te hace sentir bien?

—Sí. A veces creo que me da más seguridad.

—Pero no sabe lo de tu pierna, ¿verdad? —pregunta. Aunque es más bien una afirmación.

The ghost of it - jjk, myg, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora