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Han pasado tres meses. Todavía hace frío en las calles, pero ahora hace más sol que antes. Hoy brilla con fuerza tras la ventana de mi habitación, y sigue haciéndolo cuando voy agarrada de la mano de Jungkook hasta el restaurante en el que hemos quedado con nuestros amigos.

Eso incluye a Jimin.

Estoy nerviosa, no puedo negarlo. Porque, aunque en estos meses creo que he avanzado lo suficiente como para no sentirme tan insegura y poder quererme a mí (y a todos a mi alrededor) un poquito más (mejor), llevo mucho sin verle. Sin ver a la persona que estuvo ahí en los peores momentos de mi vida.

La última vez que Jimin y yo nos vimos fue en la fiesta en la que Jungkook dice que me encontraron desmayada. No recuerdo mucho de ese día, pero ni él ni Ahn hablan sobre ello; es como si fuese una especie de mancha negra que le duele demasiado a todo el mundo. Por eso intento no removerlo más de la cuenta: mi mente se ha olvidado de determinados recuerdos y espero que sean los más dolorosos.

Jungkook y yo llegamos los primeros a la mesa, reservada a nombre de Ahn. Hay ocho sillas y, si hago cuentas, deberíamos ser siete personas como mucho (si finalmente Nam decide traer a Jin). Cuando pregunto a mi novio, se encoge de hombros.

—A lo mejor Ahn tiene pareja —dice—. O se ha equivocado.

—Puede —respondo, sopesándolo. Jungkook en ese momento me sujeta del mentón para girar mi cabeza hacia la suya y darme un pico. Sonrío un poco.

—¿Estás bien?

—Un poco nerviosa —admito. Él asiente, como si se lo esperase—. No quiero volver a estar mal.

—Y no lo vas a estar —asegura, antes de darme otro piquito. Creo que lo hace porque sabe que sentir sus labios sobre los míos me calma; me hace sentir en paz—. Ni tú ni Jimin sois los mismos; además, estamos todos aquí. Vas a estar perfectamente y, si no, nos vamos.

—Es que no quiero tener que irme.

—No va a pasar. ¿Confías en mí? —pregunta, y yo asiento. Jungkook vuelve a darme otro besito antes de soltar mi mentón y volver a unir nuestras manos debajo de la mesa—. Eres fuerte, Hye. Has pasado por cosas peores; esto es solo la prueba final.

—¡Pero qué rápidos! Pensaba que ibais a llegar tarde, por eso os cité un poco antes. —Ahn llega con un vestido amarillo que no pega mucho para esta época del año, pero que es su estilo. Nos lanza besos al aire antes de sentarse justo a mi lado.

—¿Por qué íbamos a llegar tarde? Siempre somos puntuales —me quejo.

—Bueno, porque Namjoon me dijo que se os van las horas haciendo hijos, así que preferí ser precavida.

—¡No estamos haciendo hijos! —me quejo quizá demasiado alto (y seguro que muy roja).

—Supongo que tomaréis precauciones, claro. Aunque podríais ir haciéndome tía, no estaría de más.

—Hoolaaaa. —Ahora es Tae el que irrumpe en la mesa, saludándonos con gesto distraído antes de colocarse al lado de Ahn—. Hye, ¿estás bien? Estás muy roja.

—Culpa de Ahn —me quejo, refunfuñando un poco. Escucho a mi novio reírse a mi lado y, aunque está rojo, se acerca a mi cara para darme un beso en la mejilla. Para incendiarme más, vaya.

—¿Qué has dicho? —pregunta el recién llegado.

—No te atrev...

—Que les he citado antes porque pasan mucho tiempo follando y pensaba que iban a llegar tarde —dice finalmente.

—Ahn... —comienza a regañarla Tae, medio riéndose.

—¿Qué? Es verdad. No es como si no pusiesen un calcetín en la puerta cada vez que lo hacen.

The ghost of it - jjk, myg, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora