Capítulo 25. 💎

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Luisa entró a su cuarto y apretó las manos en puño. Esa maldita intrusa no tenía ningún derecho en correrla, no se la hará fácil. Con ella nadie de mete. Tendría que acabar de raíz con ella.

Abriendo el cajón de su mesita de noche sacó el frasco que tenía guardado.

— Si tengo que acabar con ella de este modo lo haré.

— Luisa. — la puerta se abrió de golpe.

— Señorita...... — escondió el frasco rápidamente.

— ¿Estás bien?

— Emm... sí...yo...

— ¿Por qué estás tan nerviosa?

— Pasa que.... Que esa mujer me corrió....

— ¿Qué?

— Si señorita, me dijo que no quería verme..... Yo no me quiero ir niña, Eugenia.

— No te irás. Trabajas para mí, no para esa estúpida de Lali. Si yo te digo que no te vas, no te vas. ¿Entendido?

— Entendido, señorita. — sonrió feliz. — Gracias por dejarme quedar. Necesita algo, ya que vino hasta aquí.

— No. Ahora lo que voy hacer es encargarme de alguien y ponerla en su lugar.

Luisa sonrió encantada al saber que no se iría de la mansión Suárez y más ahora que tenía el apoyo de su niña, Eugenia.

Eugenia no soportaba que Lali, quisiera mandar en su casa. Porque la mansión Suárez era suya, no importaba que mierda decía el testamento. Esta era su casa, y la gente que estaba en ella solo debían servir las órdenes de ella nada más.

Sin importa como estuviera Lali. Entró al cuarto sin tocar. La vio de espalda apoyada en el balcón. Se acercó a ella y bruscamente la hizo girar.

— ¿Pero que te pasa? — Lali la miró sorprendida.

— No te voy a permitir que quieras despedir a mi personal.

— Sí lo dices porque corrí a Luisa. Ella se lo buscó al no respetarme.

— Aquí nadie te debe respeto, intrusa.

— Te estás olvidando que esta también es mi casa y puedo hacer lo que quiera. Porque legalmente soy dueña de la mitad.

— No te metas conmigo, Lali. No sabes lo que soy capaz.

— Claro que lo sé. Eres capaz de matar.

— ¿Qué dices?

— Dime, Eugenia. ¿Duermes bien? No te revuelve la consciencia de ser una de las causante de una muerte.

— No sé que rayos habla......

— Claro que lo sabes. Te aseguro Eugenia que no voy a descansar hasta ver qué vos y tu querida suegra paguen por la muerte de mi madre.

— Estás delirando, yo no......

— Sigue pensando eso, pero aquí las dos sabemos que vos y Julia fueron los que mataron a mi madre. Ustedes con sus malditas intrigas ocasionaron que mi madre le pegara ese ataque.

— No voy a escuchar ninguna tontería más.

— Dile a tu querida suegra que se prepare, porque haré que tanto ella como tú, sufran por haber matado a mi madre. No saben lo que puedo llegar hacer. Y esto Eugenia, quedarme con la mitad de todo lo que era tuyo, es solo el comienzo.

— ¡Eres una maldita perra! — intentó darle una cachetada, pero Lali le detuvo la mano.

— No te atrevas. — apretó su agarre. — yo sé cómo defenderme, Eugenia. Te aseguro que no soy esa chica de antes, yo no voy a permitir que me quiera humillar, no lo voy a permitir. Ahora somos iguales, estamos en el mismo nivel.

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