Con una navaja en Mano

1.7K 92 4
                                    

Capítulo 46 ~ Con una navaja en Mano.

Ni siquiera dormir a sus brazos me tranquilizaba, y eso que me sostenía como si fuera lo más preciado en su vida.

No conciliaba el sueño; sabía que tenía que hacerlo para poder adaptarme más o menos a los cambios de Horarios, sin embargo no me sentía con ganas de dormir. Necesitaba levantarme. Y eso hice.

Salí de la cama con un deje de pereza entre mis pensamientos.

Y las Horas pasaron mientras yo me quedaba mirando al fuego de la chimenea, que seguía ardiendo, poderoso, inconsciente de toda la tensión que tenía. Había logrado que por fin, Justin aceptara que necesitaba descanso. Nuestra táctica se había convertido en un equipo donde él dormía, y yo vigilaba que Baltazar no estuviera alrededor, por supuesto con la condición de que con cualquier ruido extraño, lo despertara. Y así, viceversa, por lo que realmente no había puesto gran empeño en adaptarme al nuevo cambio de horario, y como las grandes nubes grises provocaban que el cielo se viera obscuro, realmente no me afectaba. Sin embargo los sonidos raros eran cosa de todos los días; quizás una ardilla juguetona, o el sonido del viento, o hasta el ruido de las ramas chocar unas con otras... sonidos que provocaban en mi paros cardiacos al imaginarme a Baltazar llegar por detrás con una daga en su mano, listo para matarme. Aunque, pensándolo bien, no podía tener tan buena suerte. Si me mataba con una daga de sorpresa, yo no hubiera pensado, no hubiera dicho adiós internamente a nadie. Si me mataba de sorpresa, entonces yo no obtendría más sorpresa aparte de la muerte, un descanso para mi alma. Pero, por obvias razones, Baltazar me necesitaba viva... me necesitaba viva para que el mismo vampiro pudiera matarme. Parecía surreal, ¿Cierto? Decir "Vampiro" e imaginarse a uno... aun no podía asimilar la existencia de un vampiro en la tierra. Se oía muy de película de terror de los cincuenta a blanco y negro.

- Te amo. - repetía el, con miedo en su voz. Mientras que a mí me quemaba el alma... ya no era placentero escuchar eso, ahora era Doloroso. Doloroso el hecho de saber que ese "Te Amo" no traspasaría a nada, se quedaría siempre en palabras que nos decíamos tan solo. Nunca se concluirá, nunca se podrá demostrar de un modo humano. Nunca podremos vivir en paz, por lo que la única vía de paz, era la muerte. Eso ya lo había pensado muchas veces... pero nunca se lo dije. Nunca quise que el supiera que en mis pensamientos ya nada valía, y que por más que lo dijéramos, eso no cambiaría nada. Moriría... moriría por amor.

Antes me preguntaban, si yo sería capaz de morir por amor, para mí aquel termino lo usaban los comerciantes para vender sus barras gigantes de chocolates en San Valentín, sus perfumes, o los autores de Libros y Canciones para darle a su escrito un poco más de drama, pero jamás había sido opción. Sí, me lo preguntaban, y yo no tenía ni idea de que debía de morir por eso mismo. El único problema, es que aquellas dos personas por las que me tengo que sacrificar, jamás me dejarían hacerlo. No sola, no por ellos. Pero morir por ambos, sería el único modo en que en verdad me gustaría hacerlo. Sí, soy capaz de morir por amor... De hecho, moriré por amor. ¿Que otro modo más satisfactorio existe?

Y ahora, lo observaba dormir. Habían pasado solamente 3 noches desde que llegamos a Suiza, y ya me estaba dando por vencida. Pero es que, ¿Cómo conseguir ser optimista cuando sabes que tus horas estaban contadas? Peor aún, cuando sabes que por tu culpa puede haber más de una muerte. Justin estaba en peligro, y si Baltazar lo quería Sabrina, Josephine, Erick y Yuro podrían estarlo. Pero, ¿Qué tal si decidía cargarse también contra mis amigos? ¿Mi familia? Levanté el rostro, y miré hacia el techo echando la cabeza hacia atrás. Y con miedo, comencé a llorar. Llorar en silencio, ya que Justin dormía mientras que mis sentidos se comenzaban a apagar lenta y dolorosamente. Miré por la ventana, e induje que ya no tardaba mucho para el amanecer. Me gustaba ver el amanecer a través de la ventana que se encontraba al frente del lava trastos pequeño de esa habitación doble 11x11. De algún modo, mirar el sol salir me daba la pista de que no estaba muerta aun. Sin embargo, me dolía el pensar que posiblemente, ese sería mi último.

Toda esa situación me estaba matando lentamente.

Me levanté de la cama, y caminé hacia la misma ventana de los días anteriores. Miré hacia los altos pinos, los cuales parecían estar acomodados de modo en que me dejaban perfecto ver la salida del sol detrás del pico de esa montaña nevada a muchos kilómetros de Distancia. Jamás me imaginé ver un panorama similar a ese, ni en un millón de años.

El frio seguía estando presente en la cabaña, sin embargo hasta era cálido cuando el sol salía de entre las nubes y resplandecía, no importaba si afuera estuviese helando, dentro de la cabañita era tibio.

Habíamos hablado con Josephine días atrás. Todo en casa estaba muy tenso desde mi partida; mi papá estaba como loco buscándome, sin embargo Josephine hizo algo que quizás fue mejor para todos: le escribió una nota de mi parte. La nota, según lo que ella había dicho, decía que estaba bien, y que solamente necesitaba escapar de toda la presión que mi rompimiento con Peter había causado en mí. Indicaba que no se preocupara, y que yo llamaría cuando todo estuviese bien. Las lágrimas casi se desbordan al pensar que nunca volvería a estar bien.

Como la señal en el bosque no era muy buena, e iban y venían, era raro la vez que llegara a entrar una llamada, y siempre eran o Erick, o Yuro, o Josephine. No había tenido oportunidad de hablar con Sabrina, y sabía que no la tendría, ya que ninguno de los tres conocía a mi papá, por lo que no los dejaría ni siquiera acercarse a mi hermana, sin importarle lo que Sabrina pudiera decirle.

Crucé mis brazos debajo de mi pecho, y respiré profundamente. Miraba hacia la ventana cuando, de repente, y sin razón alguna, sentí frio. Mucho, mucho frió. Miré hacia la derecha, y me encontré con algo que lanzaría las alarmas: La puerta de la cabaña estaba abierta. Totalmente abierta, tanto que chocó con el borde y volvió a rebotar. La brisa entraba por la puerta, así como minúsculos copos de nieve. Y sentí claramente como recaía el miedo en mi estómago.

La puerta nunca se abría. No sola, ya que siempre tenía cerrojo.

La puerta nunca se abría sola. Alguien la tenía que abrir, siempre.

Y así es como adiviné: Justin y yo ya no éramos los únicos en la cabaña.

Mi respiración se volvió irregular, y miré hacia la ventana otra vez. Un pánico tremendo me inundó completa, sentía como mis manos temblaban ante la idea que, aunque la había pensado miles de veces mientras miraba el fuego después de pasarme toda la noche viendo a Justin dormir plácidamente, nunca me había imaginado que un temor a tal grado fuera lo que se sentía.

Tragué gordo, y di media vuelta. ¿Qué tenía que hacer? ¿Hablarle a Justin? ¿Y Si solo me entrego? ¿Lo dejaría en paz?

- ¿Ju-ju-stin? - tartamudeé. Y mi cuerpo tembló una vez más al no obtener respuesta.

Caminé hacia lo que era el cubículo de la habitación donde Justin dormía, sigilosa y a paso de tortuga. La puerta volvió a rebotar contra el margen. La nieve chocaba contra la loza de madera. La brisa me helaba la piel.

Y entonces, sentí sus manos en mis hombros, y su brazo rodearme el torso, para después ver una mano alzarse sobre mí con una navaja.

Baltazar nos había encontrado. Baltazar estaba a punto de matarme.




~ C o n t i n u a r a ~

The Red Pawn~ Segunda Temporada <TERMINADA>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora