【 capítulo 7 】

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Finalmente habían llegado al hogar de los Lee. Jisung se adentró a la casa siguiendo a la madre de Minho, quien lo guió hacia la que sería su habitación durante ese mes. Aún no podía creer que se encontraba en esa situación. Cuando Shuhua lo dejó solo, soltó un suspiro y se dejó caer sobre la cama, cerrando sus ojos en un intento de relajarse.

La puerta de la habitación se abrió y se levantó rápidamente, encontrándose con la mirada del mayor, su corazón se aceleró nervioso, extrañamente no le temía al joven alfa ni tampoco sentía la necesidad de salir huyendo del lugar como horas atrás quiso hacerlo.

- Hola. - saludó el castaño con una sonrisa nerviosa.

- Hola.

El aroma de Minho lo golpeó con fuerza, menta y chocolate amargo. Desde un tiempo atrás, él había percibido ese aroma, pero pensó que solo se trataba de un perfume.

- ¿Puedo sentarme? - preguntó el alfa mirando hacia la cama.

- Es tu casa, supongo que puedes hacerlo. - el menor se alzó de hombros y le observó sentarse a su lado.

- Yo... lo siento. - se disculpó por milésima vez en el día, y en los labios del peliazul se dibujó una pequeña sonrisa. - Sabía que tú no querías ser marcado y-

- Minho. - interrumpió y el mencionado levantó su mirada. - Escuchaste a la directora, ¿no es así? - Lee asintió. - Entonces, ¿entiendes que no fue culpa tuya? No estabas en tus cinco sentidos y lo entiendo, además no es una marca permanente, en unas cuantas semanas va a borrarse y todo será como antes. - dijo intentando sonar convincente, por supuesto que le había afectado lo sucedido, pero también entendía que no había sido por completo culpa del castaño, ya que él no lo había hecho con la intención de lastimarlo.

- ¿Abrazo? - preguntó Minho con una sonrisa, intentando ocultar que le habían afectado las últimas palabras del omega.

- No presiones a tu suerte. - habló Jisung con los brazos cruzados, pero al ver la sonrisa de su mejor amigo no pudo resistirse. - Ven acá. -

Porque, a pesar de todo, había una verdad, y es le tenía un cariño muy grande y puro al mayor, un cariño que empezó a brotar desde el día que lo conoció. Tal vez Lee Minho no era el chico más guapo, ni el más inteligente, pero tenía algo que ningún otro alfa o beta tenía. Jisung no sabía lo que era, y a pesar de no saberlo, lo adoraba, adoraba el hecho de que el castaño fuese tan despistado, abierto y en ocasiones más sincero de lo que debería.

- ¿Una película? - preguntó nuevamente Minho con una sonrisa.

- Me leíste la mente.

Porque nadie podría destruir un cariño tan sincero e inocente. Pasaron casi toda la tarde mirando películas de superhéroes a petición de Minho.

- Honnie, Sunggie. - los llamó la madre omega del castaño. - Bajen, es hora de cenar, pronto llegará tu madre Minho y tienes que explicarle el lío en el que están metidos. - ambos chicos se pusieron de pie de un salto y bajaron casi corriendo las escaleras, sentándose juntos como lo hacían siempre que el omega iba al hogar de los Lee.

A los pocos minutos, la madre alfa del castaño llegó a su hogar con una sonrisa relajada, saludó a su esposa y a ambos chicos, que le miraban nerviosos en busca de las palabras adecuadas para explicarle lo que había sucedido esa mañana.

- Amor, los chicos tienen algo que decirte. - dijo la pelinegra con una sonrisa.

- Los escucho muchachos.

Tanto Minho como Jisung se tensaron.

- Que... ¡Te ves muy linda hoy, madre! - exclamó el alfa con una enorme sonrisa, la cual se borró al notar la mirada asesina de su madre omega.

- No cariño, lo otro. - miró al peliazul, quien había cubierto su cuello con una bufanda azul perteneciente al alfa. - Sunggie, cariño ¿no tienes calor? - preguntó con una enorme sonrisa, a lo que el mencionado negó rápidamente. - Oh vamos cariño, no sientas pena. -

Retiró la bufanda del cuello de Han, dejando a la vista la marca rojiza que permanecía en su cuello. La alfa pelirroja abrió los ojos sorprendida ante aquello, sin dejar de mirar el cuello del menor.

- Jisung, ¿ya tienes un alfa? - preguntó sorprendida y éste asintió. - Felicidades, ¿quién es el afortunado?- preguntó curiosa aunque algo decepcionada. Los dos chicos presentes se tensaron y el silencio se apoderó del lugar por unos segundos.

- Tu querido hijo. - respondió Shuhua como si eso no fuera algo grave.

Nuevamente un silencio incómodo se formó entre ellos, Minho esperaba lo peor, seguramente su adorada madre lo golpearía por primera vez o incluso lo mataría ahí mismo.

- ¡Me debes trescientos, perra! - exclamó Seulgi mirando a su omega con una sonrisa entre divertida y emocionada. Ambos jóvenes abrieron los ojos exageradamente, se esperaban cualquier tipo de reacción, excepto esa. - Te dije que el lobo de Minho no era tan idiota como creíamos y que elegiría correctamente a un omega a pesar de haber querido hacerse pasar por un beta. - dijo con simpleza bebiendo un poco de té.

- ¿Qué? - preguntó el castaño con un pequeño tic en el ojo. - ¿Apostaron por eso? - volvió a preguntar deseando golpear su cabeza contra la mesa, definitivamente sus madres estaban locas.

- Oh, ¡cállate, no arruines mi momento! - exclamó la alfa. - En cuanto a ti Sung, bienvenido a los Lee.

- ¿No vas a golpearme? - habló el castaño confundido.

- No.

- Sí. - respondió Shuhua.

- ¿Por qué? - preguntó esta vez Jisung nervioso.

- Porque solo es una marca temporal.

- ¡Mujer, trae una escoba! - gritó la alfa. - ¡Voy a matar a este tonto!

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