【 capítulo 14 】

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Jisung y Minho se encontraban haciendo el aseo de su aula, pues el profesor de cálculo los había castigado por no prestar atención a su clase.

— No entiendo por qué me castigo a mí. — habló el omega. — Yo estaba prestando atención, no tengo la culpa de que me hayas mordido. — comentó haciendo una mueca mientras barría.

— ¿Enserio pensaste que no iba a castigarte después del grito que pegaste? — preguntó el castaño mientras borraba la pizarra. — Casi me da un infarto por tu culpa.

— Oh, cállate.

La puerta del aula se abrió dejando ver a Im Jaebum y el ambiente se volvió bastante pesado con su presencia. Se acercó al peliazul y le arrebató la escoba.

— Mejor trae el bote de basura, yo voy a barrer por tí, ¿bien? — preguntó mirando al omega con seriedad.

— No es necesario Jae-

— No me contradigas, anda. — interrumpió usando un tono de voz más suave. El peliazul se sintió confundido ante aquello pero obedeció, pues sabía que el peligris llegaba a ser bastante terco y persistente cuando se lo proponía.

— ¿Se puede saber qué haces aquí? — preguntó Minho con evidente molestia.

— Ayudar a Jisung, ¿por qué? ¿te molesta? — preguntó alzando una ceja.

— No se pregunta lo que es obvio.

— Ay, qué triste. — dijo Jaebum poniendo una mano en su pecho. — ¿sabes qué? no me importa. — sonrió victorioso, evidentemente disfrutaba de hacerle enfadar.

El omega volvió al aula, notando a ambos alfas mirarse con odio. Soltó un suspiro pesado y se adentró a la misma. Pasaron solo quince minutos, pero fueron los más largos de toda su vida. Durante todo ese tiempo ambos alfas no hicieron más que insultarse, el peligris hizo tropezar a Minho con la escoba, y él como venganza, le lanzó un borrador directo a la cara.

Ese par seguía actuando como bebés y eso de cierta manera le cansó. Cuando finalmente terminaron, los tres se miraron fijamente para saber quién sacaría la basura.

— Yo no lo haré. — sentenció Jae mirándolos.

— Está de más decir que yo tampoco. — se apresuró a decir Jisung.

— ¿Por qué debería hacerlo yo? — bufó Minho con seriedad.

— Tú me mordiste, grité por tu culpa, fin de la historia. — le respondió el peliazul, mirándose las uñas como si fueran lo más interesante del mundo.

— Puede hacerlo él. — respondió, refiriéndose a Jaebum, quien no pudo evitar soltar una risita burlona.

— Número uno, solo vine a ayudar a Jisung; número dos, tú tuviste la culpa, ten responsabilidad por tus actos; y tres, jódete.

El peligris habló fuerte y claro, y el otro alfa a regañadientes tomó el bote para sacar la basura, no sin antes entregarle la escoba al omega, diciéndole que si Jae intentaba algo, no dudara en golpearlo y gritar.

Una vez que el castaño abandonó el aula, Im soltó un suspiro, dejándose caer sobre una banca.

— ¿Pasa algo? — preguntó el menor mirando fijamente al alfa.

— Pues, si tomamos en cuenta que Minho te marcó y que tú estas completamente tranquilo, además de que no conforme con eso, estás pensando en aceptar el cortejo de Park Chanyeol, ¡Todo esta perfecto! ¿a tí que tal te va? — el sarcasmo en sus palabras estaba bastante claro.

— Con un simple no, bastaba, sabes que siempre he odiado tu sarcasmo. — le respondió el peliazul con una mueca.

Jae se levantó del asiento y se acercó al contrario dando tres golpecitos en su frente con una sonrisa.

— Sigues siendo tan llorón como siempre. — el cariño que reflejaba su mirada era magnífico.

— ¿Qué necesitas? No estás aquí para saludarme, eso es obvio. — respondió el más bajo mirándolo fijamente.

— Me conoces bastante bien. — le respondió con una sonrisa divertida. — Necesito hablar contigo de algo importante, ¿podrías? — le preguntó sin apartar su mirada.

— Yo-

— Te llevaré hasta la casa de los Lee, no te preocupes. — interrumpió con una sonrisa relajada y Jisung terminó asintiendo.

La puerta del aula se abrió con brusquedad apareciendo Minho, quien parecía tener prisa.

— Sunggie, vámonos, Jackson me invitó a comer y quiero dejarte en casa antes de irme. — dijo mientras tomaba las mochilas de ambos.

— Minnie, no iré a casa contigo hoy. — tras estas palabras la sonrisa del mencionado se borró. — Date prisa, seguro te está esperando. — su tono se había vuelto extraño, como si el hecho de que el castaño se encontrará con ese lindo chico le molestara.

Pero dicho alfa no se percató de ello, el único que lo notó fue Jae, quien miró al peliazul con una mueca llena de desagrado.

— Está bien, Sung, nos vemos más tarde.  — dicho esto salió de ahí como alma que se la lleva el diablo.

— Vaya, no recordaba que fueras así de celoso. — comentó Jae mientras caminaba hacia la salida del aula tomando la mochila del peliazul en el trayecto.

— ¿De qué hablas?— preguntó mirándolo mal. — Yo no soy celoso.

— Y tan ciego como te recuerdo, muévete o te dejo aquí. — dijo saliendo del aula.

— Tú sigues siendo un idiota. — le respondió cruzándose de brazos. — Oye, espérame. — gritó mientras corría tras el alfa, quien sonreía en grande.

Su querido Jisung no había cambiado en absolutamente nada, seguía siendo el mismo llorón y malhumorado que conoció en la secundaria y del que se había enamorado demasiado, catalogándolo como su primer amor.

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