【 epílogo 】

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— ¡Lee Jeongin! ¡Levántate ahora mismo!

El pequeño omega de seis años pegó un brinco del susto, cayendo de su cama ante el grito de Jisung.

Se levantó del suelo con un puchero bien marcado y corrió en dirección al baño que había en su habitación, dándose un baño rápido y colocándose el uniforme de su colegio. Era jueves, y él odiaba los jueves; no sólo porque sus padres no volvían al anochecer, sino también porque debía quedarse en la casa de su tío Chris.

Salió de su habitación con lentitud y caminó de manera tranquila hacia las escaleras, siendo detenido casi de inmediato por los fuertes brazos de su papá Minho, quien lo levantó con cuidado.

— ¿Dormiste bien? — preguntó el ahora pelinegro y Jeong asintió con una sonrisa. — Muy bien, ahora vamos a desayunar; tu papi tiene mucha prisa hoy y no queremos hacerlo enojar. — comentó refiriéndose a Jisung y puyó la mejilla del pequeño, quien rió ante aquello.

Ya estando en el comedor, Minho lo dejó sobre una silla, y casi de inmediato un plato con unas tostadas y un vaso de leche fue puesto frente a él.

— Buenos días, cariño. — saludó el ahora pelinaranja con una enorme sonrisa y depositó un beso en su mejilla. — Date prisa, tío Changbin te llevará al colegio hoy.

El pequeño castaño asintió repetidas veces, observando a sus padres tomar asiento y empezar a desayunar junto a él.

Al terminar, el pelinaranja se apresuró a lavar lo que habían usado, luego corrió hacia donde estaba el almuerzo que había preparado para Jeongin y lo guardó en su lonchera, entregándola junto a su mochila.

— Tío Binnie no tardará en llegar, ¿puedes esperarlo aquí? — observó al pequeño, quien asintió. — Bueno, cuídate mucho por favor, nos veremos en la noche. — besó su mejilla. — Te amo.

— Quítate, me toca. — Minho hizo que su esposo se hiciera a un lado. — Mi bebé, cuídate mucho; y ya sabes, si Hyunjin intenta propasarse...

— Le lanzo lo primero que esté a mi alcance y corro como si mi vida dependiera de ello.

Ante la respuesta, el pelinegro sonrió orgulloso. — ¡Ese es mi hijo! — exclamó con emoción; luego le dio un beso en su frente y le abrazó. — Ten un buen día, te amo pequeño.

Cuando sus padres se fueron, Jeongin soltó un suspiro y descolgó la mochila de su hombro, para después ir al sofá en espera de que Seo llegara.

Pasó un muy largo rato antes de que sonara el timbre de su hogar. El castaño caminó hacia la puerta y la abrió con lentitud, encontrándose con su tío Changbin, el cual vestía de manera más o menos formal y mantenía una expresión cansada, como si apenas se hubiese levantado.

— Ya son las 7:55, ¿a qué hora entras? — habló con pereza.

El pequeño abrió los ojos exageradamente y se sintió asustado; ya era muy tarde y su papi Jisung los mataría a ambos. — ¡A las ocho!

El alfa frente a él abrió los ojos con sorpresa mostrándose asustado, y luego lo cargó como si un saco de papas se tratase, adentrándose a su hogar y tomando sus cosas para despertar salir corriendo como si su vida dependiera de ello.

— ¡Adiós mundo cruel! — gritó mientras corría y escuchaba los chillidos de Jeongin en su espalda, quien estaba bastante molesto.

Ni su papi Jisung ni mucho menos su papá Minho lo trataban de esa manera, ¿qué le daba derecho a Changbin para tratarlo así? No lo sabía, pero algo que sí tenía muy, muy claro, era que detestaba los jueves.

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