Se colocó delante de la ventana, mirando el exterior, hasta que escuchó que la puerta se abría y se cerraba a su espalda. Ni siquiera estaba seguro de que estuviera en la casa. Se volvió para mirarla. Lucía un sencillísimo vestido de paseo de muselina. Llevaba el pelo recogido en su habitual rodete. La miró de la cabeza a los pies. Tal vez Tresham se había equivocado y su propia cabeza le estuviera jugando malas pasadas.
—Buenas tardes, señorita Talbot —dijo.
Ella no contestó de inmediato. Pero su tonta esperanza murió al punto. Sus labios esbozaron una sonrisilla. La misma expresión que lucía en el teatro... y en el vestíbulo la tarde anterior, cuando se la presentó a Tresham.
—Se dirige a mí con un nombre que no me corresponde —repuso ella.
—Sabías muy bien dónde te había visto antes —replicó él, recorriéndola de nuevo con la mirada, pero con rabia en esa ocasión y tuteándola.
¿Cómo se atrevía a mirarlo así? Había sido amable con ella. Claro que ella despreciaría la amabilidad. ¡Por el amor de Dios!, pensó al darse cuenta por primera vez de que había estado compartiendo casa con Lilian Talbot.
—Todo lo contrario. —Enarcó las cejas—. ¿Dónde me vio, lord Jack? Porque no fue en alguna cama, desde luego. Creo que lo recordaría. Por supuesto, y pese a que dice ser rico, seguramente no podría haberse permitido pagar mis honorarios, ¿verdad?
Sus ojos lo recorrían mientras hablaba, dándole la extraña sensación de que lo había desnudado con la mirada y no le gustaba lo que veía. Se sentía como si hubiera retrocedido unos diez años en el tiempo, cuando dio el estirón y se convirtió en un muchacho desgarbado, demasiado flaco para su altura y con los dientes demasiado grandes para su boca.
—En el teatro —contestó—. Con lord Gnass.
—Claro, con lord Gnass —repuso ella—. Él sí podía permitirse pagar mis honorarios y le gustaba alardear de ello.
Apenas daba crédito a la transformación que había sufrido delante de sus propios ojos.
—Supongo que Elsa Arendelle es un alias —comentó con sequedad—. Con razón Bamber nunca había oído hablar de ti. Supongo que nadie de Pinewood Manor ni de los alrededores conoce tu verdadera identidad.
—Elsa Arendelle es mi verdadero nombre —replicó ella—. Lilian Talbot murió hace dos años. ¿Está decepcionado? ¿Tenía la esperanza de disfrutar de sus favores antes de echarme? Siempre fui demasiado cara para usted, lord Jack. Y sigo siéndolo, da igual a cuánto ascienda su fortuna.
Lo estaba observando con esa sonrisilla sensual y desdeñosa a la vez. Tanto esa expresión como sus palabras le revolvieron el estómago. Pero muy a su pesar, su cuerpo comenzó a excitarse.
—No pienso gastarme ni un penique de mi fortuna en conseguir los favores de una puta —le aseguró. Seguramente se hubiera avergonzado al instante de sus palabras si ella hubiera demostrado algún indicio de mortificación o de rabia. Sin embargo, la expresión de su cara se volvió más risueña—. No podrías tentarme —añadió.
En ese momento, ella se acercó y se detuvo un paso fuera de su alcance... porque él dio un involuntario paso atrás y descubrió que tenía los talones pegados a la pared. Lilian Talbot lo miraba con los párpados entornados, de forma sensual. Y cuando habló al cabo de unos momentos lo hizo con una voz que encajaba perfectamente con dicha expresión.
—Eso se parece mucho a un reto —dijo—. Soy muy habilidosa, milord, muchísimo. Y usted es un hombre muy viril.
Jack tenía la impresión de que esa mujer había acabado con todo el aire de la estancia, dejándoles muy poco a sus pulmones.
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Amante de nadie (Adaptación Jelsa)
RomansaElsa Arendelle jamás se hubiera imaginado que se cumpliría la predicción de aquella gitana: «Cuidado con un forastero alto, guapo y de pelo claro...» Creía haber encontrado la paz en Pinewood Manor, la casa que le legó el difunto conde de Bamber, cu...