Capítulo 23 (Parte 2)

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Daniel Kirby se acomodó en el alto asiento del tílburi que llevaba mucho tiempo siendo la envidia de la mitad de los caballeros de la alta sociedad y sonrió al hombre que tenía al lado.

—Siempre supe que tenía buen ojo para lo mejor, excelencia —comentó.

—¿Lo mejor en carruajes deportivos? —precisó el duque de Tresham.

—En eso también. —Kirby se echó a reír.

—Vaya. —Su Excelencia sacudió las riendas y los caballos enfilaron la calle al trote, alejándose de los aposentos de Kirby enseguida—. Estaba hablando de mujeres. Sí, siempre he tenido un buen ojo para lo mejor.

—Justo lo que obtendrá con la señorita Talbot —le aseguró el hombre—. Los dos años de ausencia han aumentado su atractivo. Pero tal vez su hermano le haya informado de ese hecho, excelencia, dado que se la encontró en Pinewood Manor.

—Ciertamente —replicó el duque.

—Dentro de una semana estará preparada para recibir visitas —continuó Kirby. Se aferró a la barandilla que tenía al lado cuando el tílburi entró en Hyde Park—. Por supuesto, debe saber que es cara, pero hay que estar dispuesto a pagar por lo mejor de lo mejor.

—Siempre he sido de esa opinión —admitió Su Excelencia.

Kirby soltó otra risilla.

—Y habrá un coste adicional por ser su primer cliente —añadió—. Valdrá la pena, excelencia. Obtendrá un prestigio considerable entre sus conocidos por ser el primero en acostarse con la encantadora Lilian Talbot después de dos años.

—Siempre es agradable aumentar el prestigio personal por una buena causa —comentó Tresham—. ¿La señorita Talbot está... ansiosa por regresar al trabajo?

—¡Trabajo! —Kirby soltó una sonora carcajada—. Dice que es un placer, excelencia. Empezaría esta misma noche si la dejara. Pero quería entregársela a alguien... digamos que especial para su primera vez.

—Es cierto que me considero especial —replicó el duque—. ¡Válgame Dios! Me pregunto qué pasa ahí delante.

Delante de ellos había un nutrido grupo de personas reunidas a un lado del camino por el que ellos transitaban. Era muy raro, ciertamente, ya que todos iban a pie y esa zona en concreto, medio oculta por la arboleda y aislada del resto del parque, no era muy frecuentada. Conforme se acercaban, quedó patente que el grupo estaba formado por hombres en su totalidad. Uno de ellos, un poco alejado del resto y apoyado en el tronco de un árbol con los brazos cruzados por delante del pecho, iba ataviado de forma sorprendente. Llevaba una camisa blanca y unos ajustados pantalones de montar de cuero, del mismo material que las botas, pero en caso de haber llevado chaleco, chaqueta y sombrero al parque, no había ni rastro de dichas prendas en ese momento.

—¿Una pelea? —sugirió Kirby, con voz aguda por el interés.

—De ser así, parece que solo hay un contendiente —comentó Tresham—. Y, ¡válgame Dios!, creo que es mi hermano. —Aminoró la marcha de los caballos hasta que se detuvieron por completo junto al relajado Jack Frost.

—¡Caray! —exclamó este con una sonrisa—. Justo el hombre a quien quería ver.

—¿A mí? —preguntó Kirby al tiempo que se señalaba el pecho con un dedo cuando quedó patente que lord Jack no miraba a su hermano. Observó al nutrido grupo, que se había quedado en silencio—. ¿Quería verme a mí, milord?

—Representas a Lilian Talbot, ¿verdad? —preguntó Jack.

Daniel Kirby esbozó una sonrisa jovial, un tanto tímida.

Amante de nadie (Adaptación Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora