Capítulo 11. "Pensar o Sentir"

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- Luna, ¿sos vos?

Había ido al baño para retocarse un poco. Conocer que su "Daddy" le había mentido, sin saber por qué, y que ahora estaba como pupila en el colegio, le había producido un estrés excesivo.

¿Por qué habría hecho semejante boludez? Lo había llamado, pero no le atendía el teléfono, al igual que le había pasado a Marizza con Sonia. Tal para cual.

Se la tenía que bancar, no le quedaba otra, pero no iban a quedar las cosas así. Marizza y ella planearían una venganza.

Se miraba al espejo a la vez que se retocaba el maquillaje con polvos compactos. Escuchó sollozos. Se acercó a cada una de las cabinas de aseo hasta que dio con aquella por la que provenía los llantos. Sabía quien era.

- Luna, salí – le pidió la rubia.

La puerta se abrió y apareció Luna rota de dolor. Su amiga la abrazó sin ni tan siquiera decir nada.


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Pablo se encontraba en el star junto con Manuel. Marizza los había citado. Suponían que podría tratarse de la banda.

- Intentá explicarle lo que te pasa, Pablo – le aconsejó Manuel. – Se re quieren y se complementan muy bien. Cuando están separados, andan re mal... Estáis insoportables. No sabes lo que supone aguantaros cada día...

- ¿Crees que no lo he intentado? Pero es imposible hablar con ella. Es orgullosa y además... - tomó aire para continuar – está muy dolida y eso me mata. Soy malo para ella Manuel. Es lógico que no quiera estar conmigo. Ni yo mismo querría estarlo.

- Eh Pablo, ni se te ocurra volver a decir eso ah – le regañó el mexicano. – Ella te eligió, Marizza es inteligente y no se manda con cualquiera. Sos su gran amor. Las cosas cambiarán e irán mejor, ya verás.

Ambos se fundieron en un sentido abrazo.

- Oh, muy linda esta escena eh – se burló Marizza.

- No seas celosa petisa – se rió Manuel a la vez que la agarraba del brazo para que se sentara en medio de ambos. – A ver, hablá para qué nos citaste.

- Eh pará. Creo que Mia, aunque sea medio tarada, también es del grupo y debería estar acá para que oiga lo que les voy a decir. – les dijo Marizza.

- Y... No sé, no encontré a Mia – le contestó Manuel. – Desilo y yo le cuento.

- Esta bien... - se resignó Marizza. – Estuve pensando en lo de la banda. – agachó la mirada al sentir la atención de Manuel y Pablo. – La música es lo más importante para mí. Con ella transmito lo que siento...

- Que profunda... - la interrumpió Manuel.

- Cortala Manuel. – se molestó. – Con esto quería decir que... Yo no estoy bien y no voy a poder estar a full con la banda. No quiero seguir en la banda.

- No Marizza – negó Pablo.

- Marizza no podés decir eso... - empezó a decir Manuel, pero Marizza comenzó a hablar.

- Lo tengo decidido. Creo que ya lo había decidido inconscientemente desde hace unas semanas atrás – se sinceró Marizza.

- Pará Marizza – intentó decir Pablo – Manuel, dejanos solos por favor – le pidió Pablo a su amigo.

- No Pablo – le dijo Marizza con miedo, reacción que notó su ex pareja. Sin embargo, Manuel se fue. – Me tengo que ir...- se apresuró a decir cuando se vió sola con Pablo.

- Esperá Marizza, escucháme un momento – le pidió. Ella se sentó de nuevo sin poder mirarle. – Sé que no querés hablar y lo respeto, pero no podés dejar la banda por mi culpa – ella lo miró por primera vez – Recién te escuché cantar unas letras y... No podés decir que no sos capaz de transmitir. Marizza no te pido que me perdones, pero no rechaces lo que te hace feliz.

Ambos mantuvieron la mirada. Pablo comenzó a acercarse a Marizza que quedó inmóvil. Tan cerca estaban que notaban la respiración agitada del otro. No era conscientes de lo que hacían, pero si sentían que era lo que necesitaban. Escuchar a sus corazones.


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En la escalera del hall, Mia escuchaba con atención a su amiga Luna. Desde que había llegado a Buenos Aires, su tía Sandra se había dedicado a entretenerla todos los días yendo a distintos lugares donde ellas solían ir. Conocieron que el plazo de matriculaciones comenzaba y Sandra la invitó a saludar a sus amigas al Elite. Luna conocía las intenciones de su tía, pero se moría de ganas por verlas.

- Lo echo de menos Mia – admitió Luna. – Creía que volver al Elite me ayudaría a olvidar y cada rincón de este colegio me recuerda a él. Lo que vivimos fue re fuerte, pero él decidió marcharse sin ninguna explicación.

- Y ¿no sabes nada de él? – le preguntó Mia sin dejar de consolar a su amiga.

- Y no... Esa actitud es re extraña. Él no es así. Llevo tres meses sin saber nada de él... Y la desesperación me mata. – comenzó a llorar de nuevo

- Eh tranquila Luna – la abrazó. – Yo te voy a ayudar. Lo vamos a encontrar ya verás.  

Elite Way School 5º AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora