El pub donde Guido había recomendado ir esa misma noche estaba a rebosar. La música ensordecedora inundaba todo el lugar y la juventud bailaba sin control.
- Me parece que este es el lugar más cutre que he visto en mi vida. ¡Oh my god! – exclamó asustada Mia
- Vamos amores, a mover el esqueleto – les animó Guido cogiendo de la mano a Laura para llevarla a la pista de baile.
- ¡Creo que ha sido una malísima idea el venir acá! – continuó Vico.
- Y... la música no es del todo muy buena – intervino Rocco. – Pero la noche es joven señoritas. – rió
- Mia, bailemos. – le invitó Manuel.
- Ni loca bailo esto Manuel... Es pueblerino... Es... Vomitivo. – le contestó la rubia imitando unas arcadas.
- Pues con el permiso de Mia, bailo con vos – rió Luna
- Esa es mi hermanita – le tendió la mano.
- No puedo creer que me esté pasando esto – se quejaba Mia. – Felicitas, recordame que no volvamos a aceptar nada por parte de Guido. – dijo y miró a un lado. No había nadie - ¿Feli? ¡Felicitas! ¿Dónde andas? ¡Feli!
En la empresa de moda Colucci, Franco permanecía en su despacho terminando el trabajo del día. Había recibido muchísimas visitas y reuniones durante el día y su trabajo se había alargado más de lo normal. Se recostó en el sillón y resopló cansado.
Gracias a todo el trabajo que había tenido durante el día, había podido dejar de pensar en Sonia y en la pelea que habían tenido el día anterior.
Sonia era una mujer encantadora. Luchadora y valiente porque había estado toda su vida sola, sin familia. Había criado a su hija completamente sola sin la ayuda de nadie. Al igual que él. Era admirable verla como se desenvolvía en la vida, teniendo buenos gestos con los demás. Sin embargo, tras esa imagen de mujer fuerte se encontraba otra muy distinta. Una mujer insegura consigo misma y muy miedosa. Él la ayudaba en todo lo que podía, pero a veces su ceguera a no ver más allá le hacía imposible ayudarla en ocasiones.
Franco estaba feliz de estar junto a ella. Nunca se había sentido tan pleno y lleno de amor. Ni tan siquiera fue capaz de sentir eso con Marina. Sonia era el amor de su vida. No dudaba de ello. Por eso, le importaba muy poco el matrimonio. Unos papeles firmados por un juez y por ellos no daban la validez del amor que ambos sentían. Para Franco significa una prueba más para sus hijas que eran una familia. Una verdadera familia. Las cosas habían ido a mejor. No lo podía negar. Habían pasado unas vacaciones tranquilas teniendo en cuenta el carácter de Marizza y su hija. Tenían sus ratos de discusión y echarse los trastos a la cabeza, pero aparecía Luján y todo volvía a su ser.
Lujan. Nunca se había parado a pensar en ella. No solo le habían cambiado la vida de esa chica, sino que también la de ellos. Gracias a su visión de la vida, se sentía más humanizado. Tenían un ángel y no podía quitarle el mérito a su tutor. Blas Heredia. Este muchacho, a su manera, le había enseñado a esa chica lo que era la vida y que solo con tu lucha y esfuerzo podías conseguir grandes cosas. Eso era lo que Lujan les enseñaba ahora.
Desde que tuvo aquel enfrentamiento con el nuevo preceptor del Elite Way, su cabeza no paraba de rondar el nombre de aquel muchacho. Posiblemente era casualidad, pero en su interior, aquello le decía que no lo era. Tenía la necesidad de saber, por lo que llamo a un detective amigo suyo.
- Ramírez, ¿Cómo anda? – pausa – Quería que me investigase a una persona que trabaja en el colegio de mis hijas. – pausa. – Si, apunta. Pablo Heredia. – pausa. – Correcto. En cuanto tenga novedades, llamame por favor. Es importante. – pausa – Gracias.
Colgó su celular y de nuevo cerró sus ojos. Necesitaba relajarse, pero el sonido de la puerta los sacó de sus pensamientos.
- ¿Puedo pasar? – preguntó Sonia a la vez que se asomaba al despacho con cautela.
Franco se levantó sin mediar palabra y la besó apasionadamente. La amaba, la amaba con todo su ser. No importaba las discusiones. Sin ella, nada tenía sentido. La necesitaba.
Sonia le correspondió y pudo notar como los músculos del hombre se relajaba. Toda la tensión desaparecía quedando solos él y ella.
Se separaron lentamente, pero Franco fue incapaz de soltar a aquella mujer. Tomó su cara entre sus manos y apoyó su frente con la de ella.
- Lo siento – se disculpó. – Lo siento mucho
- No mi amor. Soy yo... Soy yo... - repitió Sonia con lágrimas en los ojos – He desatendido mi vida por tal de permitirle todo a mi hija... No es justo para ti ni para mí. Lo siento tanto – lloró desconsoladamente
Franco la abrazó durante un largo rato. Habían sido demasiadas emociones. Demasiados días de preocupación. Demasiado estrés y desesperación.
El celular de Franco sonó, pero el hizo caso omiso. No era el momento.
- Cogelo – le instó Sonia pero el negó. – Dale, estoy mejor. Es muy tarde... A lo mejor es importante. – le apremió.
- Aló – contestó Franco al celular.
- Señor Colucci.- contestó una voz. – Soy el agente Díaz. Necesito que venga a comisaría. Es por su hija.
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Elite Way School 5º Año
FanficOtro año más en el Elite Way School Nuevas aventuras Nuevos conflictos Amor Y sobre todo, mucha rebeldía. Abstenerse a adaptaciones. No está permitido la copia parcial y/o completa de la historia. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©️ 2020, CarmenM Sa...