En Buenos Aires, Sonia Rey había recibido la llamada de su hija Marizza. Esta vez era verdadera. Durante toda la llamada, Sonia se deshacía en llantos al escuchar a su ciela bella. Estaba bien. Estaba sana y salva. Eso era la único que le importaba.
Cuando Marizza le comunicó su decisión de quedarse un par de días con su padre en Bariloche, Sonia no puso impedimento alguno. Sabía que su ciela necesitaba ese tiempo de desconexión. Durante todo el verano, tanto ella como Franco, Mia y Luján no le habían dado oportunidad alguna de llorar la ruptura con Pablo. La tenían totalmente entretenida por tal de no verla sufrir. Esa sobreprotección desmedida la había llevado a esa locura.
Sonia se sentía tan culpable que no dudo en un solo momento en aceptar ese espacio que le pedía su hija. Además, estaba con su padre. Martín la entendía y sabría cuidarla.
Incluso un poco mejor que ella. A pesar de haber estado tanto tiempo distanciados, Martín conocía bastante bien a Marizza y sabría cómo manejarla dependiendo de la situación en la que se encontrase.
Su hija le habló de Pablo. Ese muchachito había recorrido muchos kilómetros para buscar a su hija. Sonia estaría enternamente agradecida con él. Aun así, le sorprendió de sobremanera que su hija tomara la decisión que Pablo le acompañara en este retiro que exigía. Decía para aclarar sus ideas. Las ideas de ambos.
Aunque al principio a Sonia no le hacia ninguna gracia que ese muchachito estuviera detrás de su hija, no podía negar que Pablo la amaba con todo su ser. Aunque parecían diferentes, eran mucho más semejantes de lo que creían. Cabezotas y orgullosos. Por esa razón, su relación era un continuo vaivén de subidas y bajadas y, hasta que no aceptasen tal y como eran, no iban a ser del todo felices.
Colgó su celular y se sentó derrotada en el sofá de casa. Habían sido días muy duros. De muchísimo estrés. Pensaba que la pesadilla nunca iba a terminar, pero todo tiene su fin. Franco le había dicho que era demasiado blanda con Marizza que... Era demasiado permisiva. Y razón no le faltaba. Sin embargo, estaba agotada de batallar con su hija para no conseguir nada. Era cierto que, con esa actitud, Marizza repetiría estas situaciones una infinidad de veces. Por eso, las cosas iban a cambiar. Necesitaba ayuda. Ayuda en cuanto a la educación de su hija e iba a hacer todo lo posible para que la situación cambiase. Pero, en ese instante, no era el momento. Solo era momento de estar alegres porque su ciela bella habia aparecido.
- ¿Cuánto tiempo se va a quedar Marizza allá? – preguntó Franco sentándose a su lado.
- No sé, supongo que estarán un par de días o como mucho una semana – le contestó Sonia dándole un sorbo a su taza de café
- ¿Una semana? – repitió y suspiró. – Sonia, sabés que no me meto en la educación de tu hija, pero debo decirte que esta no es la solución.
- Ya sé Franco... Ya sé... Pero necesita tiempo
- ¿Tiempo? Tiempo de qué... ¿Tiempo para otra rabieta Sonia? Te maneja a su antojo.
- Sé lo que tengo que hacer Franco... Cuando vuelva, intentaré que recapacite que...
- ¿Recapacitar Sonia? Nos ha tenido con el corazón en un puño durante dos dias porque no le gustaba la idea de que vos laburases en el colegio. Creyéndose la dueña de tu vida... De nuestra vida, Sonia. Aun no nos hemos podido casar porque vos no encontrás el mejor momento. Como si casarse fuera un delito para ambos...
- ¿Qué querés decir con eso Franco?
- Quiero que aclares tus ideas Sonia. ¿Tenés miedo al matrimonio? Porque ya dudo que no encuentres el momento perfecto.
Franco se levantó del sofá y salió de casa bajo la mirada aterrada de Sonia.
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Elite Way School 5º Año
FanficOtro año más en el Elite Way School Nuevas aventuras Nuevos conflictos Amor Y sobre todo, mucha rebeldía. Abstenerse a adaptaciones. No está permitido la copia parcial y/o completa de la historia. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©️ 2020, CarmenM Sa...