Viaje a Francia- COMO EN LOS VIEJOS TIEMPOS (2/3)

279 23 14
                                    

[Narra Yuri]

Llegamos a la casa en la que viviré por un año. Decidimos que voy a dormir en la misma cama que Taro, igual que en los viejos tiempos.

Desempaqué el equipaje y lo acomodé en el armario de Taro. Luego de eso me acosté en la cama con Taro y observamos las estrellas desde la ventana.

─Hermanito, no sabes las ganas que tenía de verte.

─Yo también ansiaba con verte durante estos tres años. Siempre estuve pensando: "¿cuándo será el día en el que veré a mi hermana sin ser por videoconferencia?". Y ese día llegó.

─Qué felicidad, ¿no?

─Sí─ nos tomamos de la mano─. Este será el mejor año de mi vida.

─Ahora que lo pienso, éste será el primer año en el que podremos estar juntos por más de diez días.

─Es cierto. Recuerdo que en diez años sólo nos veíamos por máximo diez días.

─Pero hace tres años que no nos vemos.

─Tienes razón, pero lo importante es que estás aquí.

─Convencer a mamá de venir aquí no fue tan fácil, pero lo logré. Salir del país para ver a mi hermano siempre va a valer la pena.

─Realmente tenías ganas de venir a verme, jeje.

─¡Por supuesto! ¡Eres mi único hermano, y también mi único amigo en casi toda la vida!─ me subí encima de él y lo abracé con fuerza.

─¡O-oye, me estás asfixiando!

─Oh, perdón, hermanito, jeje. ¿Sabes? Esto me hizo acordar a cuando éramos niños y casi nos asfixiábamos en la ducha.

─Es cierto─ se rio.

─De hecho, tendría que tomar una ducha ahora. Estuve muchas horas en ese avión, y realmente tengo ganas de meterme en la ducha.

─¿Qué tal si nos bañamos juntos? Papá salió a hacer compras, así que podría tardar más o menos media hora.

─Papá...

─¿Estás bien?

─Eeeh, sí. Lo siento, sólo pensaba...


Nos metimos en la bañera. La temperatura del agua es ideal para relajarse. Como cuando éramos pequeños, jugamos con las burbujas de jabón, el patito de goma (no pensé que Taro usara un patito de goma para bañarse), y nos tiramos agua de la bañera. Siento mucha nostalgia.

─Hace mucho tiempo que no nos bañamos juntos. Esto se siente bien. Me siento niño de nuevo, jaja.

─Sí. Oye, ¿puedes lavar mi espalda?

─Claro.

─¿Y papá sigue trabajando como pintor?─ pregunto y apoyo mi cara en mis brazos, al borde de la bañera, mientras siento a mi hermano pasando jabón por mi espalda.

─Sí. Yo tenía la esperanza de que lo llamaran para volver a Japón, pero hemos estado en Francia ya casi cuatro años. Tal vez le pida a papá que me deje ir a Japón, como hiciste tú para venir aquí.

─Eso espero. Quisiera poder estar junto a ti todos los días... Cuando estaba en primaria, tenía el derecho de ir a visitarte por unos diez días al año, y yo esperaba muy ansiosa volver a verte. Estaba en la escuela, pensando constantemente en volver a verte...

─Sé lo duro que era eso. Yo no podía esperar tampoco. Si tan sólo nuestros padres nunca se hubieran...

─¡Basta! ¡No sigas hablando de eso, que estoy por llorar!

─Lo siento─ me abraza de atrás.


Estamos en la mesa cenando. Papá hizo filetes de pescado. Nunca los probé, pero cuando le di el primer mordisco, me enamoré.

─Y dime, Yuri, ¿cómo ha estado Yumiko?─ pregunta mientras corta su filete con el cuchillo y tenedor.

─Muy bien, supongo...─ trato de contener mi ira hacia este hombre.

Aunque dentro de todo esto, sigue siendo mi padre. La persona que ayudó a mamá a darnos la vida a Taro y a mí. Y aunque suene una grosería, lo digo queriendo.

Si algo grave le llegase a pasar, no dudaría ni una vez y me pondría a llorar bien feo.

─Taro me contó que tuvo una niña.

─Síp, es mi media-hermana... Esa palabra es un poco rara, pero es verdad. Y se llama Yoshiko. La nena es un amor, la llevo seguido a la caja de arena...

─Eso suena genial─ dice Taro, y le da un trago a su vaso de agua.

─Me alegra que ella sea feliz─ dice papá─. ¿Y cómo es el señor Yamaoka?

—Él es un hombre bastante trabajador, y todos los días quiere cambiarle algo a la casa: cambiar las puertas, reemplazar la bañera con una cabina de baño, que según él evita que el piso se moje, quiere arreglar también la cocina, comprar un refrigerador y horno nuevo, etcétera.

─Él quiere todo nuevo─ dice resumiendo todo lo que dije.

─Exacto, jaja.

─Pues eso me alegra mucho─ toma lo último que le queda de agua.

Jamás pensé que volvería a disfrutar de una conversación con mi padre biológico.

Siento como si estuviera volviendo a ser una niña de seis años.

𝗠𝗔𝗟𝗗𝗜𝗧𝗢 𝗙𝗘𝗟𝗜𝗡𝗢 ❱ 𝗖𝗧 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora