ORDEN 62: Yaganami, la tierra del acero.

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Kain se encontraba caminando por la nieve oscura, mientras los arboles de hojas doradas se desprecian con la brisa y pasaban a través de él. Miraba como sus alrededores se comenzaban de llenar de Animalis con armadura y con espadas Katana bastante afiladas, hechas con metal frio de alta calidad, al punto de que se veía el aire frio desprender de ellas. La oscuridad hacia brillar los árboles que poseían un brillo propio. Tras haber pasado por la senda carmesí, veía como todos corrían hacia el y haciendo una pose, se preparaba para atacar.

2 días antes.

—¿Qué ocurre Kain? —Preguntaba Kari, quien llevaba un gran suéter y un gorro de color azul. Iban todos caminando desde el puerto que se encontraba en Yaganami, un país gigantesco, con una cultura que puede sonar un poco desconocido para las personas del mundo, pero que su 90% de la población se trata de Animalis. Solo se puede acceder a través de un barco. Ella veía como Kain se veía algo desanimado, puesto que aun utilizaba su mascara toxica para pasar desapercibido entre las personas. Llevaba una gran capa que lo cubría hasta un poco debajo de las rodillas de color rojo oscuro.

—No es nada... es solo que no me gusta mucho ocultar que soy un incinerador... No soy una mala persona.

—No lo eres, eres alguien bastante dulce por lo que he visto.

Ella lo intento animar mientras la picaba la mascara como si lo hubiera hecho a su nariz.

—Nunca había estado en este lugar... —Decía Franklin quien veía como Glatt y Jeny se adaptaban bastante bien a ese lugar.

—Me es algo conocido, tengo muchos amigos que eran de aquí. No es muy diferente, solamente que existe mucho campo antes de llegar a una ciudad.

—Me.... gusta... la... brisa...

Kain se dio cuenta que al igual que él, el equipo explosivo también era capas de resistir un poco el clima frio, aunque aún existía una diferente increíblemente enorme, ya que era un incinerador capas de resistir incluso helados vientos. Aun así no pudo evitar emocionarse por este suceso.

Todos iban caminando por un camino de roca que subía hacia una montaña cercana. Su objetivo era acercarse a la ciudad de Takahara, la capital del enorme país de donde se encontraban. En ese lugar se encontraba el gran edificio donde reinaba el líder de este enorme pueblo que se extiende por kilómetros y kilómetros.

Dicho país se fundó justo después de que los humanos y los Animalis terminaran su guerra, fue regalado por las naciones unidas y para posteriormente transformarse en un gran país de exportación de metal y entre otras cosas que hicieron crecer una enorme economía.

Los rescatistas de fuego de dicha zona no eran más que soldados de gran autoridad. Prácticamente todo aquel que fuera un soldado era un hibrido incinerador, portando las legendarias Katana, un arma que son de origen de la tierra, con un gran poder y filo, capaces de cortar hasta los huesos de los enemigos.

Eran más que un ejército, eran miles de rescatistas en ese país, por lo que era importante buscar que estos se unieran con ellos para lograr el asalto final contra Terra.

Ellos iban caminando, portando sus armas escondidas entre su ropa. El crucero de dónde venían era hasta cierto punto clandestino, ya que no registraba las personas que vinieran en ellas, solo portaba gente que no tenia mucho dinero a ese país.

—¿Y que tal Kain, crees que me parezco en algo a Frank? —Pregunto Franklin quien lo miraba con una gran sonrisa.

Kain decidió quitarse la máscara, pensaba que en ese lugar no habría nadie viéndolo.

Safe and burn.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora