Capítulo 7.

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No me dejes caer — Across the Universe.


No sé cómo es que la vida me ha dejado llegar hasta aquí de esta manera.

Tan poco cuerda, tan loca.

Sin pasarme la factura.

O quizás eso es lo que está pasando justo ahora.

Frente a mí, mis amigas me están viendo como si estuviera perdiendo la cabeza por nada.

Y lo peor es que yo no sé cómo decirles que están equivocadas, que yo estoy bien.

Les juro que hay algo verdaderamente malo en mí, lo siento en mis huesos, tengo este presentimiento de que ahora que todo esto bueno me está ocurriendo, tiene que pasar algo malo para equilibrarlo.

—Sí, sigues pensando de esa manera, algo malo seguro pasara —dijo Maggie frente a mi siendo la primera de mis tres amigas que se atrevió a hablar.

—¿Has hablado con Kieran de esto? —dijo Rocío.

—No, aunque él sospecha que hay algo que me está pasando.

—¿Y lo está?

—No lo sé, lo que se, es que desde hace un tiempo siento que algo en mí se está rompiendo, que algo se me ha quitado y no sé cómo vivir con ello.

—Has considerado ir a terapia, ¿de nuevo? —dijo Rocío.

—Sí, yo creo que estás así desde lo que te pasó. —Ariana no lo dijo, pero todas las presentes en la mesa lo sabían, todas sabían que significaban esas palabras de parte de ella.

Me habían secuestrado y molido a golpes.

Casi me habían acabado conmigo.

Y de eso nadie se había recuperado nunca del todo.

Todo eso dejaba marcas en el alma, de las que no sabías si te podrías recuperar algún día.

O por lo menos es lo que yo sentía ahora.

—Me secuestraron y casi me matan, dilo Ariana, dilo como es. —dije molesta.

Desde que había ocurrido, nadie a mi alrededor se había atrevido a hablar de ello.

Era como si quisiera olvidar su participación el suceso, bueno o malo.

Aun cuando algunas de esas personas se habían beneficiado con el hecho.

Como Ariana, quien ahora trabajaba para la policía cibernética, siendo la mejor en su campo.

—Lo siento, todas, todos, sabemos que lo que paso puede cambiar a cualquier persona, hacerla caer en el abismo, doblarla, quebrarla en miles de pedazos de los que nunca podrás recuperarte, pero tú no eres cualquiera, tú puedes con eso y más.

—Ariana tiene razón, lo has hecho antes, te levantaste cuando la situación estaba peor, ¿porque no lo habrías de hacer ahora?

Esperaba que ella tuviera razón.

Esperaba que esta vez también me pudiera levantar.

—No lo sé, chicas, yo... —No me dejes caer, era lo único que le pedía a Dios y al universo.

No me dejes caer una vez más, no más.


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Más tarde ese mismo día, al salir del trabajo, hice lo que no pensé hacer nunca en mi vida.

Me dirigí al campo de tiro.

La primera vez que vine me encanto, así que seguí haciéndolo hasta que terminé la academia, pero después de la muerte de mi padre no pude hacerlo nada más.

Sentía que era como traicionar su memoria, cuando era niña hacíamos todo juntos. Incluso llegamos a cocinar algunos platillos memorables juntos.

Por el decidí ser policía, por el decidí muchas cosas.

Y por el perdí el rumbo de mi vida.

Me tomó solo unos meses, o más bien dicho, solo unos segundos reconocer que la vida era muy fugaz y que había que aprovechar cada segundo que teníamos de ella al lado de las personas que más nos importaban.

Por eso había decidido cambiar mi vida.

Pero ahora mismo ya no estaba tan segura de eso.

Aquí no se permitía música, pero eso no quería decir que yo no hiciera uso de mis muchas influencias para que pasaran por alto esa regla.

Estaba con la música a todo volumen, pero solo para mí, no quería molestar a nadie más.

Aunque no había nadie más aquí, me había asegurado de venir a una hora en que no estaba concurrido.

Además, solo pocos conocían el rincón.

Era la jaula más codiciada para todos, pero pocos oficiales conocían de ella. A mí, mi padre me había traído a ella desde siempre, por lo que no solo sabía dónde estaba, sino que conocía a quien asignaba los horarios de ella y etnia sus llaves.

No tuve más que decir dos palabras.

Por favor.

Y el cedió ante mis encantos, como siempre, como todos aquí.

Yo sabía que solo tenía que abrir la boca y todos y cada uno de estos oficiales me ayudarían en lo que sea que yo quisiera hacer.

Por eso venia aquí, aquí yo, tenía el control de todo.

Disparo tras disparo, bala tras bala me llevaban a los malos recuerdos.

No se iban, pero al menos aquí podía procesarlos todos.


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Había ido a disparar durante mi hora de comida, por lo que no solo no había ido a comer con Kieran, sino que no había comido nada en lo absoluto desde la mañana que salí de mi casa. Sola.

Ya eran tres noches y días, los que Kieran no se había quedado a dormir en mi casa.

Y yo no podía estar peor con el hecho.

Pero es que no me sentía capaz de estar con nadie justo ahora.

—Tu café de la tarde. —dijo Aby posicionándose frente a mi escritorio.

—Gracias.

—Con este ya llevas tres cafés en el día, ¿estás segura de que todo está bien? Tú no acostumbras tomar más de dos.

—Sí, solo es que no he dormido muy bien en los últimos días y no quiero dormirme en el trabajo, tenemos mucho por hacer.

Con eso el día siguió su curso.

Al principio podía dormir unas cuantas horas, después de una semana, ya no puedo ni cerrar los ojos un minuto porque lo veo en todas partes, los recuerdos no me dejan seguir.

Siento que estoy perdiendo la cabeza.

Siento que me estoy volviendo loca.

De Regreso a Mí. Trilogía: &quot;Viva la Vida&quot;.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora