De Regreso a Mí. Trilogía: "Viva la Vida".

Capítulo 57.

Quiero confesarte que ya tengo la certeza, 

De que tu recuerdo vive adentro de mi piel... — Morat.

Es difícil odia a una persona cuando la amas más de lo que te amas a ti mismo.

Nunca me ha gustado mentirle a nadie, aunque he descubierto que soy bueno en ello. Y mucho menos he querido mentirle a Iris, pero en mi defensa tuve que hacerlo.

Solo quiero protegerla.

Solo quiero que ella esté bien, aunque eso signifique que no esté conmigo.

Por eso hice lo que hice, quizás estas palabras tampoco sirvan como una justificación, pero por lo menos son sinceras, porque vienen de mi corazón directamente.

Ya que ella es la única y siempre será la única persona que pudo penetrar cada capa, que pudo destruir las barreras que con tanto empeño quise construir para no volver a sentirme destruido, hecho pedazos por los recuerdos de la vida que tuve y que creía que nunca jamás podría tener.

Hasta que ella llegó a mi vida.

¿Conocen los tornados?

¿Cómo se forman?

Entre un choque de temperaturas, frío, calor, dos corrientes, dos polos no tan opuestos que se atraen, aun así, destinados a calmar la naturaleza por medio de la destrucción de la creación del hombre.

Tormentas magistrales que aparecen de la nada a veces, que arrasan con todo a su paso sin piedad, están hechos para ello así que quien podría culparlos.

Siempre los he odiado, pero es la única comparación que tengo para esta situación.

Ella es mi tornado.

Se llevó lo malo de mi ser, de mi alma y de mi memoria.

Me dejó solo lo bueno, calmo mi ansia de amor, lleno el vacío que dejo el dolor en mi corazón, me quito las ganas de evitar el amor.

Por ella, iría hasta el mismo infierno.

Solo para que ella fuera feliz. Por eso es que estoy aquí ahora.

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—Hermano, apenas puedo creer lo que me dices.

—¿Porque?

—Porque tú nunca has querido sentar cabeza, por eso, toda tu vida has huido de los compromisos.

—Me estás diciendo que no puedo hacerlo, ¿qué no me crees capaz?

—No, solo estoy diciendo que lo creeré cuando lo vea.

—Qué poca fe me tienes hermanito.

—Vuelve a decirme así, y te golpearé —dice mi hermano mayor Gabriel al teléfono. Lo escucho reír del otro lado, no saben cuánto había extrañado el hablar con él, no sé porque o como es que pude pasar tanto tiempo sin hacerlo.

—Vamos sabes bien que podría acabarte con solo desearlo.

—Tampoco te creas tanto, sé que eres el policía de la familia, pero te recuerdo que yo soy el abogado.

—Implacable y despreciable, como siempre.... —digo entre risas—. Hay hermanito de verdad no sé porque te sorprende que te pida que me envíes el anillo de mamá para dárselo a Iris, sí tú también sigues tu vida de Casanova por todo el sur del país y los países bajos de Europa, ¿cómo se llamaba esa bella rubia con la que llegaste la última navidad que nos vimos?