Capítulo 5.

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¿No sabes que eres tóxico? — 2WEI.


—Siéntese por favor, señorita Herrera.

—¿Y bien? —dije mientras me sentaba, yo sabía la respuesta, pero aun así sería un alivio escucharlo de voz de un experto.

—No está embarazada. —dijo el pequeño hombre anciano.

—Lo sabía. —dije triunfante.

—Sin embargo, tiene un poco de anemia —dijo el hombre mirando unos cuantos papeles en su escritorio— ¿Ha sentido alguna molestia?

—No, le juro que estoy bien.

—Reciba mis más sinceras disculpas señorita, yo realmente creía que usted estaba embarazada.

—¿Porque creía semejante estupidez? —grite molesta.

—Le va a sonar de lo más extraño, pero una mujer vino el día de hoy por la mañana y se hizo los mismos análisis de sangre, el resultado fue el mismo. Estaba embarazada. El mismo nombre también, por eso la confusión.

—Eso es imposible porque uno yo no estoy embarazada, dos estuve toda la mañana en mi oficina, tres no me he hecho un análisis de sangre desde la última vez que estuve aquí.

—Sí, ahora lo sé, sobre todo porque la muestra de la señorita de la mañana no coincide con la de usted del todo.

—¿Cómo que del todo?

—Bueno tiene una cierta coincidencia, pero necesitaría de más tiempo para determinar un parentesco más acertado.

—¿O sea que la chica que se hizo la prueba puede ser de mi familia?

—Puede no ser un pariente directo, una prima lejana o una tía joven.

—¿Joven?

—Sí, de acuerdo a la descripción de la enfermera la chica era joven, como usted, por eso la confusión.

—¿Sabe la edad de la chica?

—Ella dijo que tenía veinticinco años, como usted, pero quien sabe, pudo habernos mentido en eso también.

—¿Tienen ustedes cámaras de seguridad?

—Sí, señorita, pero comprenderá que no puedo mostrárselas a si nada más.

—Señor no creo que usted comprenda, pero haya afuera hay una persona haciéndose pasar por mí, que dice estar embarazada, puede ser capaz de cualquier cosa, incluso hacerme daño físicamente.

—Tiene usted razón, no lo comprendo, pero, aunque quisiera no puedo ayudarla, es política del hospital, así que a menos que me muestre una orden judicial no tengo más que hacerle una receta para unas vitaminas y despacharla de mi oficina. —el hombre hizo la receta y me la dio con una sonrisa de lastima acompañada.

Salí del lugar hecha una furia, si nadie se atrevía a tratarme como lo que era aquí, yo iba encontrar una que si, donde fuera y al precio que fuera.

—¿A dónde vas? No puedes alterarte en tu estado —me tomo del brazo y eso me freno en seco.

—Corta la mierda, no estoy embarazada, el médico te lo puede confirmar —dije soltándome de su agarre.

—¿No lo estás? —dice Kieran volviendo a la vida, veo como todos los colores de su rostro regresan poco a poco a él.

—No —dije mientras me alejaba de él lo más rápido que podía, necesitaba salir de aquí si no iba a ocurrir una tragedia.

—Espera... —dijo tomándome de nuevo del brazo— debemos hablarlo.

De Regreso a Mí. Trilogía: "Viva la Vida".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora