Capítulo 39.

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Sigo las señales de regreso a ti — Twin Forks.


Caminé por todo el centro de la ciudad, que es donde estaba mi departamento.

Tuve que, no quería, pero era donde estaba la única farmacia que sabía que estaría abierta a las dos de la mañana.

Y siendo sincera yo ya no podía esperar más, tenía que saber, tenía que saberlo ahora o me moriría.

La culpa, la molestia, la duda, los recuerdos, las cuentas, todo me estaba volviendo loca.

Porque qué pasaría si estaba y él bebé era de Kieran estando yo con Ricardo.

No creo que el hombre pudiera con esto.

Él no sabía que yo y él...

No me había atrevido a decirle, por supuesto por miedo a que me mandará al demonio. Porque estaba en todo su derecho, quien, en su sano juicio se quedaría conmigo después de eso.

Es decir, Ricardo y yo estábamos juntos, cuando eso pasó.

Éramos ya casi una pareja, si es que el bebé era de Kieran.

Caminé a mi casa lo más rápido que pude, pero antes de que siquiera pudiera pensar en llegar.

Esa canción regreso todo a mí.

De lejos, en algún lugar, confundiéndome y dejándome aún más dudas, Back To You de Twin Forks, salía por los altavoces de algún lugar cercano a mí.

Sigo las señales de regreso a ti, de regreso a ti...

Y eso me hizo pensar, yo quería que el bebé fuera de Kieran, ¿pero y si no lo era?

¿Y sí el bebé era de Ricardo?

Corrí aún más rápido a mi casa después de formular esa pregunta en mi mente.

Tengo que saberlo.


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Yo sé cuánto tiempo exactamente se tarda en estar una tarta.

Cuánto tiempo se necesita para que un libro sea uno de los mejores vendidos.

Sé cuál es el cumpleaños de mi autora favorita, J.K. Rowling.

Sé cuánto tiempo se debe de entrenar una persona antes de una pelea.

Sé que el cielo no es azul.

Sé que los unicornios no son reales.

Yo sé todo eso, y a eso me tengo que aferrar mientras espero que el resultado final aparezca en la prueba casera de embarazo que he puesto en el asiento del baño.

La puse ahí, porque después de eso, no he querido ni vomitar ni ir al baño y eso es malo, muy malo.

Soy una persona muy nervios y ansiosa, ese el por qué sigo yendo al gimnasio a entrenar para una pelea que nunca sucederá.

Por ello no puedo dejarlo nunca, me ayuda a controlarme, a mantenerme en calma.

Y es malo que no sienta nada, porque no sé cómo será mi reacción si esa prueba sale positiva, pero tampoco sé cómo reaccionare si esta sale negativa.

No sé lo que quiero, y eso me asusta y mucho.

Porque yo siempre se lo que quiero.

Aunque no vale para los últimos meses de mi vida, no creo que haga falta, pero aun así lo diré, he estado muy perdida últimamente.

Lo sé, ya te disté cuenta a estas alturas de mi vida, el verdadero desastre y fiasco que soy.

No, esto no es un cuento.

No es una canción de amor o desamor de Taylor Swift.

No es una historia de amor propio, es sobre ser un desastre, y como este rompecabezas te persigue toda tu vida, no te deja ser lo que quieres y siempre te arrastra a lugar menos pensado y muchas veces al incorrecto.

Como ahora.

Puse una alarma en mi teléfono, el instructivo dijo diez minutos como máximo es lo que hay que esperar.

Lo estoy citando, es lo que dice en la hoja de las instrucciones.

No es juego.

No lo invento.

Así dice.

La alarma suena al ritmo de Ariana Grande con One Last Time.

Me acerco al plástico, colocado estratégicamente en la taza del baño.

Justo en el medio.

Me da miedo asomarme, tanto que ya ahí las náuseas llegan de nuevo antes de que pueda leer lo que este dice.

Hago un lado, lo más rápido que pueda la prueba para no mancharla.


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Solo hay otra persona en el mundo en la que confió más que a mi vida, tomo el teléfono pasadas las seis de la mañana y la llamo.

Después de dos timbres, Emma toma el teléfono y habla del otro lado de la línea.

—Hola... hablas con la dueña de tus quincenas y de tus libros en cuanto mueras.

—Creo... —dije esperando a que ella me ayudará a completar la frase, ni siquiera yo podía decirlo. Llevaba vomitando desde que me acerque a ver la prueba.

—Bien, jugaremos a eso... —dice ella riendo al otro lado del teléfono.

No la había visto y ese era el motivo por el cual había llamado a Emma.

Porque no tenía las agallas de verlo por mí misma.

Pero si ella lo hacía y me decía...

—Bueno... —dijo ella del otro lado de la línea.

—Que... —dije yo.

—Podría... —dijo ella.

—Estar... —dije yo de nuevo.

Silencio del otro lado de la línea.

Y entonces la palabra se me salió de la boca como si nada al mismo tiempo que mi hermana menor.

—Embarazada.

Gracias a Dios ella lo estaba entendiendo, como siempre.

Así éramos nosotras dos.

Siempre sabíamos lo que la otra estaba pensando y a veces sintiendo.

Era como si fuéramos almas gemelas.

Mejor éramos Parabatai.

Así era nuestra conexión siempre, de ambos lados.

De Regreso a Mí. Trilogía: &quot;Viva la Vida&quot;.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora