De Regreso a Mí. Trilogía: "Viva la Vida".

Capítulo 30.

¿Quién te cortó las alas, mi ángel? — Maná.

—Y entonces como va todo en sus vidas, mis niñas... —Mi padre no sabía aun lo de Kieran. Así que mis hermanas, me miraron y sonrieron, e inmediatamente comenzaron a hablar de lo bien que les estaba yendo en sus vidas.

Yo me quede esperando a que ellas terminaran, para enfrentar la penosa situación.

Ni siquiera sabía cómo abordarlo, pero tenía que hacerlo.

—Cariño... —Mi padre me llamó y con eso me sacó de mis pensamientos.

—Sí...

—Ya lo sé, no tienes que darme más explicaciones, y si quieres así lo dejamos. —Gracias a Dios alguien le había informado de la situación a mi padre y ahora no tenía que decir nada más.

Estaba contenta, no me malinterpreten, sonreí todo porque el solo hecho de pensarlo o de tener que decirlo, me mataba de nuevo, un poco más, lentamente.

—Gracias, papá.

Fue un día perfecto, como nunca, es como si el tiempo no hubiera pasado.

Desearía que así es como hubiera terminado el día, pero no.

La vida tiene una manera de reírse en tu cara, nada más porque sabe que tiene equilibrar las cosas.

O solo por joder.

Llegando a casa, me encontrar otra caja de color azul en las escaleras de mi casa. Era como si quien las estuviera mandando supiera que me hubieras gustado.

Esto no me gusta.

Pero ya intenté averiguar por todas partes como es que las cajas llegan, esta no es la segunda, es la tercera. Ayer llego otra, pero esta estaba vacía y solo tenía una frase.

"Creo que ya es momento de rezar, cariño"

No sé qué quiera decir, es como si esta persona, quisiera que resolviera un acertijo a lo Pretty Little Liars.

No soy mala en ellos.

Pero me niego a jugar ese juego.

Además, vi la serie y su continuación, se cómo termina esto, y nunca termina bien.

Aun así, me encontré llevando la caja adentro de la caja para ser abierta.

La puse en la mesa de la cocina y mientras me iba desvistiendo para llegar a mi cuarto, y cuando estaba por llegar a mi destino, un sonido me desconcertó y freno en mi caminar.

Me detuve, el ruido se detuvo.

Pero cuando comencé a andar, el sonido regreso.

Era como un brr...

Como el sonido que hace un teléfono cuando está colocado en vibrar.

Regresé en mi camino, quizás era mi teléfono el que estaba sonando, fui directamente hacia el en mi bolsa, pero al desbloquearlo, este estaba normal.

Tenía notificaciones, pero eran viejas, nada nuevo, que pudiera emitir ese sonido.

Entonces me giré hacia la caja, debía de ser, podía ser...

¿Sería?

Quité el listón, delicadamente, como la vez anterior y la tapa de la caja cedió.

Dentro, entre varios pliegos de papel china blanco delicadamente colocado, en el centro, un teléfono celular descartable se hallaba.