Capítulo 13.

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Necesito saberlo ya, pero saberlo ya...

¿Puedes amarme de nuevo? — John Newman.


Salimos del restaurante lo más disimulado que pudimos, incluso agradecimos a Cinthia y a la chica de recepción, de la cual no sabía su nombre, porque era también nueva en la ciudad.

Todo, para huir, huir del presente y quizás un poco del pasado.

Pero nunca puedes realmente huir de ellos.

El mundo entero sabe que siempre que das un paso al futuro, el pasado da cinco pasos hacia ti, sobre todo si tienes asuntos pendientes con él.

Mi asunto pendiente era Kieran.

—¿Segura que vas a estar bien, sola?

—No estaré sola, mi hermana se quedará conmigo por el fin de semana.

—Si te hace sentir mejor, creo que aun así fue una de las mejores citas que jamás he tenido.

—Esto no era una cita.

—¿No lo era? Bueno en ese caso, pienso que deberíamos de tener una —a este punto, aun viéndome como me ponía por mi ex, si un hombre te invita a una cita, no sé si está muy loco o si le gusta la tortura.

Yo creo que Ricardo es ambos.

—No creo que eso sea una buena idea.

—¿Por qué?

—Porque me acabas de sacar de un restaurante para huir de mi ex.

—Ah era por eso que nos habíamos ido, lo había olvidado —dijo sonriéndome.

Y sí, solo por esa sonrisa, solo por ella, es que acepte salir con él.

—Saldré contigo.

—Perfecto, ¿paso por ti mañana a las siete?

—Me parece bien. Solo cuida ser puntual esta vez.

—Por supuesto.

Pero el universo tiene maneras de conspirar en nuestra contra, siempre.

Por eso, al llegar a casa, estaba esperándome en las escaleras el pasado o era el presente...

Bajé del auto, sin azotar la puerta, lo más rápido que pude.


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—¿Qué haces aquí? —le dije en cuanto lo vi.

No entré a la casa, no quería alarmar a Emma quien ya debía de estar a estas alturas dentro.

—Quería saber porque te habías ido del restaurante.

—Porque quise.

—¿No fue porque te incomodo verme con otra chica ahí? —otra cosa que olvide mencionar de ese lugar, es que siempre que cumplíamos un mes o que teníamos algún motivo para celebrar, íbamos ahí. Era nuestro lugar.

Por eso dolía más el que la hubiera llevado ahí.

Era nuestro.

No de ellos.

—No, mi cita y yo teníamos ganas de estar en otro lugar, así que solo nos fuimos.

—¿Cita?

—Sí, cita.

—Cómo has podido seguir adelante tan pronto, es que acaso nada fue real para ti, nada significo, ¿y todo lo que vivimos?

—Por supuesto que significo algo, pero no puedo quedarme ahí, tengo que seguir, además no sé cómo te atreves a reclamarme algo, cuando tú llevaste a otra chica a nuestro lugar.

Ninguno de los dijo nada ahora.

Alguien tenía que hacerlo, alguien debía de decir lo inevitable.

—Rompimos, ¿lo recuerdas? —él hablo— o, dicho de otra manera, tú terminaste conmigo, así que yo puedo hacer lo que me plazca con quien me plazca.

—No pudiste haberlo dicho mejor —dije yo, metiendo la llave en la puerta. Pensé que eso era todo, que él ya no diría más, que se iría rendido con el rabo entre las patas, pero no se iba a ir, hasta que el tuviera la última palabra.

O hasta que me hubiera matado de una vez y por todas.

—Solo recuerda que nadie te va a amar como yo.

Y se fue.

Dejándome tirada en las escaleras de la entrada, hecha un mar de lágrimas.

Tarde dos días en poder recomponerme de las palabras de Kieran.


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Aun así, fui a la cita del siguiente sábado con Ricardo.

Me puse esta vez algo más cómodo, me sentía realmente bien, a pesar de que Kieran ahora se había empeñado en hacerme ver el error que había cometido por dejarlo yo.

Enviaba ramos de flores todos los días a mi oficina, chocolates, música y libros que él y solo él sabía que yo amaba, y me molestaba, porque solo él sabía que muchos de ellos, había pasado toda mi vida queriendo y buscando, pero eran muy costosos y tenía otras prioridades, por eso es que nunca los había comprado.

Pero ahí estaban ahora, en el sillón de mi casa, dentro de cajas, que no quería ver, porque me recordaban la nueva batalla que tenía contra mi Kieran.

Sobre todo, porque no dejaba de pasearse por toda la ciudad con esa estúpida rubia policía.

Y con otra docena de chicas que jamás en mi vida había visto en el mundo, ni mucho menos en esta ciudad.

El tipo debió de haber ido hasta otras ciudades, solo para cazarlas.

Solo para traerlas aquí y darme celos.

Pero no, él no iba a ganar.

Contraataque con todo, me paseaba con Ricardo cada que podía por todas partes.

Incluso llegue a ir a la comisaria con él, solo para hacer enojar a Kieran.

Cada año, en verano se daban donativos a la policía local y a otras caridades de la ciudad, la editorial hacia muchos de los donativos.

Este año, me tocó a mí decidir a cuál se le daría el dinero y como juez, me tocó también ir a entregar el dinero.

Pedí que uno de nuestros nuevos autores nos acompañara, claro, en representación de todos, solo eso.

Y bueno también para molestar a Kieran.

Todo parecía ir de maravilla ahora y siempre.

Y mientras trataba de no volverme loca en esta pelea estúpida y sin sentido me repetía una y otra vez una promesa, necesito saberlo ya, pero saberlo ya ¿Puedes amarme de nuevo?.

De Regreso a Mí. Trilogía: &quot;Viva la Vida&quot;.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora