De Regreso a Mí. Trilogía: "Viva la Vida".

Capítulo 55.

Todo lo que ella hace es magia — Sleeping at last.

Nunca he temido por mi vida, tampoco a morir.

Siendo policía vivo todos los días arriesgándome a un día ya no estar para hacer las cosas que tanto me gustan, comer una nieve, tomar café en las mañanas sentado en una silla del jardín con Iris.

Quizás eso sea lo único que extrañe de la vida si algún día me voy, a Iris, sé que no estamos en la misma página ahora, pero eso nunca hará que dejé de amarla.

Dicen, que cuándo eres feliz con una persona, cuándo está realmente te hace ver la vida a colores, cuándo te hace sentir la calma que por toda una vida buscaste y deseaste, es la persona correcta.

Eso es Iris para mí.

Calma, vida, amor.

Y eso es lo que me mantiene cuerdo para no hacer una locura, porque aquí encerrado, atado en una habitación oscura, bien podría desatarme, bien podría no dejar que me golpeasen una y otra vez, bien podría regresar sin ningún esfuerzo a ella.

Pero es que es por ella que tengo que saber quién está detrás de todo esto, sino nunca lo sabremos, tengo que llegar al fondo de esto, solo por ella.

Hay personas en nuestra vida por las que vale la pena luchar, lucharías una y mil batallas por ellas, dejarías tu alma en el mismo infierno solo para que fueran felices, solo para que estuviera en paz, aún sí eso significa no volver a verlos nunca más.

Aún sí eso significa que ella nunca va a perdonarme.

Cometí un error, lo sé, lo reconozco.

Pero también sé, que no dejaré de luchar para estar otra vez entre sus brazos, aguantaré vientos despiadados, golpes uno a uno, frío, calor, todo, con tal de estar con ella por el resto de mis días.

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—Sí no te apresuras llegaremos tarde —Iris estaba terminando de apenas ponerse un poco de brillo, iba de lo más sencilla, con apenas una pizca de maquillaje, pero para mí parecía la mujer más hermosa del universo.

Así era ella siempre, y agradecía a Dios cada segundo de mi vida que podía pasar admirándola, tocándola, alabándola por su belleza, su corazón y su inteligencia.

Tenía toda la suerte del mundo solo por tenerla a ella a mi lado.

—Solo me estaba poniendo un poco de brillo en los labios, cariño. —Responde ella dándome su mejor sonrisa, solo para mí.

—Ya sé que lo he dicho miles de veces, pero no lo necesitas, aun así, sé que no me harás caso de todos modos.

—Exacto, porque no es cuestión de belleza o de vanidad, me gusta maquillarme es solo eso.

—Y yo solo quiero lo que tú quieras, mi amor —dije yendo a ella hacia mí para de pronto encontrarme entre sus brazos.

Ahí es donde quería estar toda mi vida.

—Vamos o llegaremos tarde. —Dijo ella obligándome a separarme de su pecho.

Me había enterrado una y mil veces en el y lo reitero hasta ahora este es el lugar donde siempre querré estar, por siempre, por toda la eternidad.