Capítulo 41.

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Aunque te duela no te vas — Dvicio.


Las personas tienen una manera de defenderse de todo lo malo. Las personas, gritan, y se enojan, arrojan cosas contra la pared, despotrican en contra de todo y de todos.

Yo no.

Nunca me ha gustado echarle la culpa a los demás de los errores que yo misma he cometido o de los problemas en los que yo sola me he metido.

Por eso, cuando salí del consultorio del doctor, le dije a Celine que necesitaba estar sola para pensar con la cabeza fría lo que debería de hacer de ahora en adelante.

Después de todo, ya no era solo yo en quien tendría que pensar.

Ella lo comprendió totalmente.

—Por favor, guarda el secreto, prometo que le diré a todos en cuanto sepa que quiero hacer.

—Eso no tienes ni que pedírmelo, hermana. —Me dio un abrazo y luego se fue a casa, yo me quede sentada en el parque de la ciudad.

En medio de todo.

Pensando, deseando y deseando que todo esto fuera una mentira.

Que nada de esto estuviera pasando.

Estoy aterrada, no puedo ni moverme.

Estoy petrificada y estoy deseando, mientras tomó con poca fuerza mi vientre en mis manos, que nada de esto me estuviera pasando a mí.

—No puedo creer lo que te hice. —Le digo a mi vientre.

—¿Con quién hablas Iris?

¿Por qué Dios?, ¿por qué?

Les digo que el universo tiene unas maneras de acomodar todo, como debe de ser, como debe de estar.

Ahí de pie Kieran estaba esperando nuevamente por mí.

—Nada, Kieran, nada.

No puedo quedarme aquí, mintiéndole a él, mintiéndome a mí misma y a Ricardo.

—¿Segura?

—Sí.

Tomó mi dignidad, o lo que queda de ella y me retiro de la jugada.

No puedo hacer esto, no ahora.

Así que sigo con mi vida como hasta ahora, no le digo a nadie de lo que me ha dicho el ginecólogo, pero no por eso me descuido.

Es obvia la decisión para mí, después de unos cuantos días.

Sobre todo, porque he empezado a comer mejor, ya no me salto el desayuno, dejé el café, compre las estúpidas vitaminas prenatales que para mí saben a papel y como frutas y verduras con más frecuencia.

Me iba a quedar con él bebé.

Eso no estaba sujeto a discusión.

Lo que aún no decidía era si debía o no de decirle a Kieran y a Ricardo sobre el bebé.

Porque, por un lado, si lo hacía y ninguno de los lo tomaba bien, se iniciaría una guerra por algo que no estaba segura de que debiera existir una guerra.

La tierra entera y mi vida, ya habían tenido demasiado de enfrentamientos por unos cuantos siglos, como para que yo le sumara algo tan estúpido como para iniciar nuevamente un conflicto.

No es que pensará que mi embarazo pudiera causar algún cambio importante en el mundo, no creo que este afectará en nada a nadie que no estuviera involucrado.

De Regreso a Mí. Trilogía: "Viva la Vida".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora