Capítulo 5

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—Fuiste un estúpido

—Lo siento...

—¡¿Cómo dejaste que esto pasará?!

—Lo siento...

—Sí lo sientes has algo mejor que disculparte.

—...

—Wei... Ying...

—¡Maestro Lan!

Use mis manos para intentar levantarme, pero otras me mantuvieron en el mismo lugar.

—No debe moverse.

—¿Estoy... muerto?, pero ustedes no podrían...

—No estás muerto.

—Wei Ying.

Él apareció al lado de Wen Ning, sus ojos eran como los de él, pero eso no era lo importante.

—¿Cómo...?

—No lo sé, maestro Lan, cuando vine por usted, él estaba así y con las manos en su herida evitando que perdiera más sangre.

—... Me salvaste.

—...

Sin embargo, Wei Ying solo se alejo sin responder. Por como lo veía y lo que había escuchado, debe sentirse confundido y enojado al mismo tiempo.

—...

Yo no te salvé, no te di nada...

Cerré los ojos mientras por mis mejillas corrían algunas lágrimas.

Estaba feliz de tenerlo de vuelta, pero, ¿Que hay de él?, ¿Cómo puedo ser feliz cuando él no lo es?

—Descanse, maestro Lan.

Asentí, y en medio de mis pensamientos, desee comprender que es lo que él está sintiendo en estos momentos.

Dos días pasaron desde la lucha con Jiang Cheng. Wen Ning dijo haberlo distraido lo suficiente, y que el lugar donde estabamos ahora era territorio desconocido.

Wei Ying ha mantenido la distancia durante esos días, ni siquiera habla con Wen Ning, no hace más que pasar los días afuera y cuando vuelve el silencio es mucho peor.

Aquello no podia durar para siempre. Le pedí a Wen Ning que nos dejara solos por un par de horas y cuando se fue, me decidí a enfrentarlo.

—Wei Ying.

—... ¿Qué quieres?

—¿Cómo te sientes?

—... No siento nada.

—No me refiero a eso.

—No, claro que no.

—... Quieres explicaciones.

—Quiero... quiero que desaparezcas de mi vista.

—...

—Te mentí, claro que siento algo... puedo sentir todo lo que he sentido desde que el mundo se fue en mi contra, toda la rabia... todo... en vano.

—No, eso no es...

—¡Claro que lo fue!, ¡Perdí todo, incluso perdí mi miserable vida!, ¡Tú... tú no sabes nada!...  ¿Qué podrías saber?

—¡Wei Ying!

—... Eres un idiota, Lan Wang Ji, un completo idiota.

—...

—Debiste dejarme morir... yo fui quien decidió morir, ¿Por qué me dejaste vivir?... Ah, sientes que no he tenido un castigo.

—Wei Ying...

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