5. Matt el conquistador

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Subimos al «palacio» de Elena, me senté en una de las pequeñas sillas, rogando al cielo que mi trasero no se atascara para no tener que destruir esa cara silla. Elena sacó su pijama y entró al baño que había en su habitación.

Salió del baño con un pequeño mameluco rosa de Cenicienta, un peine azul y dos ligas lilas para el cabello en sus manos.

—Mi mami siempre me trenza antes de dormir.

Yo no era su madre, y mucho menos sabía trenzar, apenas podía hacerme una cola de caballo sin que queden mechones de cabello sobresalidos.

Me dio el peine y las ligas y, sin esperar una respuesta mía, se sentó en su cama e hizo una seña para que me acercara.

Caminé hacía su cama y empecé a cepillar sus dorados cabellos lo más delicadamente posible.

Y en menos de lo que puedes decir Tom-es-realmente-sexy, el cuarto se llenó de gritos y quejidos.

—Ya basta Anne, me lastimas—gritó/lloró Elena.

—Ya estoy acabando, Elena, sólo un minuto más.

Cuando terminé de "peinarla" me alejé un poco para admirar mi obra maestra.

No pude evitar soltar una pequeña risita.

Jack me mataría si viera lo que hice con el cabello de esa niña; él siempre dice que el peinado refleja cómo se siente una persona, y por lo visto, Elena no se sentía nada bien.

—Listo.

Elena bajó de su cama y fue a verse en el espejo que estaba sobre un bonito mueble color rosa que se encontraba en una esquina de la habitación.

Volvió a llorar.

Más fuerte.

—¡NO QUIERO QUE ME VUELVAS A PEINAR BRUJA FEA!—gritó empujándome y golpeándome con sus pequeños bracitos.

Intenté calmarla pidiéndole disculpas y diciéndole que ella podría hacer lo mismo con mi cabello, lo que pareció animarla un poco.

—Hoy dormiré sin trenzas—habló finalmente deshaciendo el bonito peinado que le hice.

Subió a su cama y se recostó abrazando un peluche de unicornio y cerró los ojos como si nada hubiera pasado.

Vaya, esos niños eran mimados, insulsos, y odiosos, pero muy educados, sus padres habían hecho un gran trabajo criándolos.

Apagué las luces y salí de la habitación a hurtadillas para no despertarla.

Pasé por la habitación de Bob, la curiosidad me ganó y entré a su habitación, era del mismo tamaño que la de Elena, pero de color azul, tenía muchos diplomas y varios libros en su repisa, había un sistema solar colgando del techo sobre su cama, como esos juguetes que les ponen a los bebés para que se distraigan.

Bob estaba durmiendo pacíficamente.

Bajé por las escaleras y vi que Matt seguía sentado viendo un programa con mucha atención.

—Creo que tu también deberías irte a la cama—vi la hora sentándome a su lado.

—Lo haría si fuera contigo—me dijo de una manera muy seductora.

Asco.

—¿Qué demonios te pasa? Yo soy muy grande para ti—repudié riéndome.

—Vamos Anne, se que tu también me deseas—agregó acercándose más a mi y rodeando mi cintura con su mano—, lo puedo ver en tu rostro—me susurró al oído.

Del Amor a la Fama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora