Tom.
Mocasines, pantalones lilas ajustados, blazer azul, reloj y gafas de marca. Cabello ondulado y una dentadura reluciente que ocultaban a la perfección sus 50 años.
En pocas palabras, estaba describiendo al que sería mi nuevo mecenas.
—¡Aquí está mi estrella!—abrió los brazos al cielo sonriéndome.
Y de seguro, ni siquiera me conocía.
Luego del gran lío de anoche, pasé lo que restaba del día en casa de Jack, con Anne y Jas cuestionándome deliberadamente acerca de Legsbell. Mi teléfono no dejaba de vibrar y, luego de un rato y a insistencia de los demás, cedí contestando. Papá, Miriam y los demonios querían arrancarme la cabeza, Tyler también. El asesor legal del programa nos había citado en las oficinas del programa para darme un representante.
Acababa de ocurrir lo que más temía, mi vida había cambiado, y no podía volver atrás. Esa misma noche gané 500 mil seguidores; en la mañana ya tenía todas mis cuentas de redes sociales verificadas. Hubiese preferido tener este día para organizarme y aclarar mi mente, pero Tyler me arrastró hasta el estudio para la reunión de emergencia. De camino, intenté cubrirme con gafas o una gorra, pero era inútil, mi rostro estaba en todas partes; desde las portadas de los periódicos, hasta en banners inmensos en media carretera.
—Tome asiento—despabilé cuando una mujer de mediana edad me señaló una silla que estaba en frente de una gran mesa ovalada de cristal.
Nos encontrábamos en las oficinas de «Fight and Win», solía entrar a este lugar cuando tenía que firmar algún contrato o recoger los cheques de cada mes. Pero ahora era diferente; ahora estaba sentado en frente de un sujeto que pretendía ser dueño del mundo, con Tyler a un lado mío, tronando sus dedos con nerviosismo.
—Ya quiten esas caras de miedo, no muerdo—bromeó—. Voy a presentarme brevemente—aclaró su garganta y acomodó su blazer con superioridad—; me llamo Ernesto, seguro han debido escuchar de mi: he sido manager de los mejores deportistas que pueden imaginar, he trabajo para el equipo de Michael Phelps y el de Usain Bolt, llevé a mis chicos hasta lugares inimaginables y ganaron reconocimiento en cada rincón del mundo.
—El problema es ese—interrumpí, Ty presionó su mano sobre mi pierna indicándome que cerrara la boca—, ¿por qué crees que mantuve mi identidad oculta todo este tiempo? Lo último que quiero es reconocimiento, no quiero fama.
Ernesto suspiró y cruzó su pierna izquierda sobre la derecha.
—Pues las cosas cambiaron—señaló el ventanal atrás de él—, todas esas personas están ahí abajo por ti. Te metiste a esto sabiendo los riesgos, no me digas que jamás se te pasó por esa cabecita rubia que sabrían quien eres.
Me crucé de brazos, me molestaba que tuviera razón. Imaginé millones de veces el escenario en mi mente, hasta tenía planeado quitarme la máscara en las finales, pero no en el segundo torneo.
—No le demos tantas vueltas al asunto, dinos qué va a cambiar. ¿Seguiré representando a Tom?
—No voy a negar que hiciste un buen trabajo—halagó Ernesto rascando su barbilla mientras analizaba unos papeles—, pero tendremos algunos cambios pequeños. Ambos lo representaremos legalmente, tú te encargarás de la preparación física y la alimentación junto a los contratos y canjes que ello conlleva. Yo me encargaré de su puesto en el show, y de promocionar su imagen. En pocas palabras, Tyler, yo seré el rey, tú la reina, y Tom nuestro princesito.
Rodé los ojos, el hombre a mi lado parecía maravillado con la idea, más que todo porque sabía que ahora ambos ganaríamos más. Debía verle el lado bueno, no parecía tan malo, lo más difícil serían las entrevistas y esas cosas, seguramente Ernesto ya tenía gente que me ayudaría con mi imagen.

ESTÁS LEYENDO
Del Amor a la Fama.
RomanceMe limpié las lágrimas y decidí enfrentarlo. -Soy yo o todo tu show, tú decides. Anne necesitaba urgentemente un nuevo empleo para terminar de pagar sus estudios, pero jamás pensó que cuidar a unos mocosos le llevaría a tener un...