—No voy a grabar ese maldito TikTok, Catalina.
—No seas amargado, Bob ya hizo uno conmigo. Además, ayudarías a que Mark Anastasio, Luca Lombardo y Máximo Rivano le den me gusta al video.
Tom y yo llegamos a sala, y para sorpresa mía, no habían restos de comida, ya parecía que esos niños no habían comido en meses.
—¿Por qué discuten?
—Cat quiere que haga un TikTok con ella y yo sigo sin entender una palabra de biología—explicó Matt con fastidio—. ¿No hubiese sido más fácil que Mendel creara una sola ley? Ni siquiera comprendo esa.
Aún recordaba algo de esos insufribles temas que se llevaban en la secundaria, pero no lo necesario como para opacar la mente brillante de Bob.
—La primera ley es el Principio de la uniformidad de los híbridos de la primera generación filial, que básicamente establece que si se cruzan dos líneas puras para un determinado carácter, los descendientes de la primera generación serán todos iguales entre sí, fenotípica y genotípicamente, e iguales fenotípicamente a uno de los progenitores (de genotipo dominante), independientemente de la dirección de cruzamiento.
Silencio.
—Eso era justo lo que iba a decir.
—¿A caso te tragaste el libro de biología?
Bob se encogió de hombros, restándole importancia.
—Es sencillo, sólo te aprendes el significado de las palabras dominantes, y es pan comido.
Caminé hasta la cocina, un vaso de agua seguro me ayudaría a disimular los rastros de llanto en mi rostro. Estuve retrasando todo los últimos días, pero ya era hora de hablar. El resto de la tarde pasó entre bromas y juegos con los demonios, sentía nostalgia al ver cuánta felicidad contagiaban; cuando Matt tacleaba a Bob, cómo Catalina pretendía enseñar a Elena a modelar, o cómo Tom los perseguía con una pistola de agua por su inmenso patio.
—Niños—los señores Campbell entraron a la casa/mansión dejando unas bolsas sobre la mesita—, ¿han hecho todas sus tareas?, ¿tienen hambre?—se dirigió a la cocina—, Espero que si, porque Bernard y yo trajimos su cena favorita; díganme que esta ensalada de calabacín y apio no se ve deliciosa.
Matt, Bob, Elena y Catalina se lanzaban miradas entre sí, con risitas incómodas, y haciéndose de la vista Gorda.
—¿Que no tienen hambre?
—En la tarde hicimos galletas de avena y manzana—me apresuré a mentir—, se hartaron comiéndolas.
—Eso es bueno, Anne—gratificó Bernard.
Jugaba con mis dedos, buscando las palabras correctas para comenzar, tomé aire y decidí hablar de una vez por todas.
—Aprovechando que todos están aquí, ¿podríamos hablar un momento?, es importante.
Todos estaban sorprendidos, Tom ya sabía como que se venía, y agradecía que estuviera manteniendo una actitud neutra. Nos sentamos en los cómodos sofás crema de la sala, y los pensamientos sobre qué pasaría después, comenzaban a hacer estragos es mi, reprimí las ganas de echarme a chillar y hablé de una vez.
—Verán, mi graduación está a la vuelta de la esquina, casi cuatro semanas para ser exacta, y necesito buscar un lugar para hacer mis prácticas, y bueno—mi voz comenzó a quebrarse. Maldita sensible—, cada vez tengo menos tiempo para hacer los últimos proyectos y tendré que dejar este empleo.
Alcé la cabeza y los semblantes pálidos de los demonios que cuidaba fueron la cereza del pastel; Cat tenía el ceño fruncido y la boca abierta, Matt me miraba consternado, Bob miraba un punto fijo en la alfombra y Elena mordía su labio y tenía los cachetes rojizos.
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Del Amor a la Fama.
RomanceMe limpié las lágrimas y decidí enfrentarlo. -Soy yo o todo tu show, tú decides. Anne necesitaba urgentemente un nuevo empleo para terminar de pagar sus estudios, pero jamás pensó que cuidar a unos mocosos le llevaría a tener un...