Tom.
—¿Nos veremos mañana?—una chica ,que por cierto, tampoco recordaba su nombre, me preguntó, mientras extendía su mano para que le pasara la falda que estaba en el piso—. Me has dejado con las ganas.
—Eso creo—dije sin emoción.
De un momento a otro apareció frente de mi, vestida y con una sonrisa pícara.
—Oye, quiero que sepas que—pasó su delgado dedo índice por mi pecho, hasta llegar al inicio de mis bóxeres—puedo prenderte de una forma que no has conocido aún, y tal vez—trató de hacer su voz más seductora y se acercó mucho a mis labios—, podamos pasar al siguiente nivel.
Estampó sus labios con los míos, no reaccioné al beso. La tomé de los hombros y la separé bruscamente de mi.
—¡Hey!—limpié mis labios con mi antebrazo—. Me gustó estar contigo y perdona si no hicimos lo que esperabas—mentí—, pero sabes que no busco relaciones serias, además—sus ojos estaban echando humo y sus manos se hicieron puños—, es mejor que no seas tan ruidosa, arruinas la emoción.
Sentí fuerte dolor característico de una bofetada en mi mejilla derecha. Apreté los puños y bajé la cabeza, ya estaba acostumbrado a eso; siempre arruinaba todo con mis jodidas palabras. No sabía cuál era el problema, incluso hasta había comprado decenas de libros sobre cómo tratar a las personas, y todo lo que había aprendido hasta el momento era que las personas- especialmente las mujeres-aman escuchar su nombre cuando conversan, ¡y lo peor era que yo no podía recordar sus nombres!
El estruendo de un portazo, corroboró que la chica se había ido.
Sin ningún remordimiento y sin que mi conciencia me pesara, me metí en la ducha y saqué toda la mugre y el sudor que emanaba mi cuerpo. Pasé esos días entrenando como un pirado, y planeando estrategias con Tyler.
Esa mañana, decidí gastar mi tiempo intentando conocer más a fondo a Anne, cada día me intrigaba más, era algo extraño, sentía una paz enorme en mi corazón cuando la escuchaba hablar. Esos días salía corriendo de mi casa después de entrenar para llegar lo más antes posible y verla hablar o hacer cualquier imprudencia. Y los escasos momento que pasábamos juntos, grababa cada parte de su forma de actuar y como sus gestos cambiaban cuando hablaba.
Pero era tan despistada que ni se daba cuenta de que cada vez que me acercaba a ella era para robarle un beso, me exasperaba de sobremanera, pero a la vez me encantaba. Y me llené de regocijo cuando me enteré de que iba a quedarse en la ostentosa casa de mi padre, me sentí patético, era la primera vez que sentí esas «mariposas» en mi interior, fue la primera vez que sentí nervios y me preocupé por mi presentación cuando iba a verla, hasta comprobaba si mi aliento olía bien antes de hablarle.
Cuando llegué a la casa de mi papá, no encontré a nadie adentro, así que decidí entrar a la habitación de Anne y hurgar entre sus pertenencias para ver si podía encontrar más cosas que me explicaran de donde venía o sobre su pasado.
Y tal como esperé, todo su cuarto estaba hecho un despelote; era de esperar, su torpeza y su forma de expresarse revelaba de anticipo como sería con sus cosas. Sobre el tocador principal, habían frascos de perfumes frutales y ligas para el cabello.
Me escabullí por el fino suelo de madera y en una cómoda había un portarretratos, lo tomé y vi más de cerca la foto que tenía.
Era una foto gastada de dos niñas de alrededor de siete años, un cielo despejado y césped que parecía mullido adornaba el fondo, las dos castañas estaban sonriéndose y mirándose fijamente, ambas con una coleta de caballo, pantalones cortos verdes y camisas floreadas, la de la izquierda con flores lilas y la de la derecha con flores rosadas, sus manos estaban extendidas entrelazando sus manos, sus rostros no se veían, solo parte de sus perfiles. Tenían la piel pálida y eran delgadas, tenían medias con encaje y zapatillas blancas. Traté de ver algún parecido entre ellas y Anne, tenían la misma nariz algo respingada y los pómulos un poco levantados, pero ellas tenían el pelo más claro a comparación de Anne, que tenía el pelo castaño.

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Del Amor a la Fama.
RomansaMe limpié las lágrimas y decidí enfrentarlo. -Soy yo o todo tu show, tú decides. Anne necesitaba urgentemente un nuevo empleo para terminar de pagar sus estudios, pero jamás pensó que cuidar a unos mocosos le llevaría a tener un...