Capítulo especial 2/2
—Nadie tiene la culpa—volvió a repetir Bernard—, Dios quiso que estuviera en el cielo con Él.
Tom se negaba a escuchar esas palabras, se cruzó de brazos y puso una pierna encima de otra sobre el sofá. No quería hablar con nadie, estaba exhausto, enojado, triste, y decepcionado. Era un popurrí de emociones, y ninguna de ellas era buena.
Habían pasado dos semanas desde la muerte de su madre, dos semanas donde no podía conciliar el sueño, Ángeles siempre se recostaba con él hasta que se que quedaba dormido, su padre intentó hacerlo, pero Tom se negó rotundamente a que eso pasara. Sentía que intentaba reemplazar a su mamá, y eso nadie podría hacerlo.
Tenía la voz ronca y afónica, probablemente por los gritos y todo el llanto.
Volvió a la escuela, todos tenían la vista puesta en él cuando entraba al salón, se escuchaban murmullos de lástima, gente que jamás se juntó con él comenzaron a hablarle, incluso los maestros tenían compasión de él.
Todo cambió, él también había cambiando, dejó de ser en niño amable y popular; comenzó a meterse en peleas, buscar pleitos y hasta bajar sus sobresalientes calificaciones.
Un miércoles, tiempo después, cuando Tom volvía de la escuela con la cabeza gacha y la capucha puesta para cubrirse del sol, vio un auto estacionado en la puerta de su casa, caminó más rápido para ver que estaba pasando. Entró y encontró a esa señora arrastrando una gran maleta. Su padre llevaba una maleta en un brazo y en la otra a un niño pequeño.
Carraspeó para que notaran su presencia, la señora lo hizo, dejó lo que estaba haciendo y se apresuró a llegar hasta él.
Era baja, tenía un porte elegante, sus rizos rubios caían en hermosas ondas sobre sus hombros, los ojos los tenía de un celeste claro y los labios tan finos como tres laminas de cartulina, tenía el cuerpo muy esbelto, seguro era de esas que solo se alimentaban de ensaladas. Sonrió amablemente y le dio una mirada a Bernard antes de comenzar su plática.
—Hola, cariño—intentó abrazarlo, pero Tom retrocedió—, soy Miriam, tu papá me ha hablado mucho de ti.
Al ver que Tom no respondía, Bernard se acercó con el niño caminando a su lado.
—¿Por qué están todas estas cosas aquí?—preguntó viendo las pertenencias de Miriam.
—Miriam vendrá a vivir con nosotros, hijo.
Tom no respondió, se quedó en su sitio intentando comprender todo.
—Él, es Matt—mostró al pequeño que tenía de la mano—, es tu hermanito.
Tom frunció el ceño y vio a Matt, luego a su papá y después a Miriam. Él no era su hermano. No podía serlo, ella no era su mamá, jamás lo sería. Eso era increíble.
—No es mi hermano—elevó la voz—, ella no pude vivir aquí. ¡Ella no es mamá!
Dicho esto corrió enfurecido a su habitación y vio el retrato de su madre en el velador al lado de su cama. Se sentía decepcionado, sentía que todo iba en contra de él; esa mañana lo botaron de la clase por responder aún maestro, vio a la mujer que tuvo la culpa de que su mamá muriera, y ahora tenía un hermano de dos años que nunca había visto.
Juró que en cuanto tuviera la mayoría de edad, se largaría de ese lugar sin importar si tuviera o no un lugar en donde quedarse.
La puerta de su recámara se abrió y su padre entró, se sentó en la cama junto a Tom, estuvieron en silencio por un momento.
Bernard se sentía un asco, tenía ojeras marcadas y los ojos hinchados por todas las noches de llanto que pasaba. Cada noche el sentimiento de culpabilidad le hacía estragos en la mete y no podía dormir. Él había hecho que su esposa muriera, que su hijo quedara sin una figura materna. Se odiaba por ello, era el peor hombre que existía. Pero debía hacerse cargo de Miriam y el pequeño que traía. Deseó muchas veces que ambos desaparecieran de su vida, incluso pensó en darles una buena cantidad de dinero para que vivieran lejos de él, no sabía las consecuencias que traería la pequeña aventura que tuvo con su compañera de trabajo. Él amaba demasiado a Ángeles, con todo su corazón, y lo seguía haciendo, pero espabiló eso en el momento que Miriam lo sedujo.
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Del Amor a la Fama.
RomantikMe limpié las lágrimas y decidí enfrentarlo. -Soy yo o todo tu show, tú decides. Anne necesitaba urgentemente un nuevo empleo para terminar de pagar sus estudios, pero jamás pensó que cuidar a unos mocosos le llevaría a tener un...