Capítulo 57

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Una mañana, aproximadamente una semana después de la declaración de Nikiforov, mientras éste se hallaba reunido en el saloncillo con los Omegas de Hasetsu, fueron atraídos por el ruido de un carruaje y miraron a la ventana, divisando un landó de cuatro caballos que cruzaba la explanada de césped de delante de la casa. Era demasiado temprano para visitas y además el equipo del coche no correspondía a ninguno de los vecinos; los caballos eran de posta y ni el carruaje ni la librea de los lacayos les eran conocidos. Pero era evidente que alguien venía a la casa. Nikiforov le propuso a Yuuri irse a pasear al plantío de arbustos para evitar que el intruso les separase. Se fueron los dos, y los tres que se quedaron en el comedor continuaron sus conjeturas, aunque con poca satisfacción, hasta que se abrió la puerta y entró la visita.

Era lady Lilia Baranovskaya. Verdad es que todos esperaban alguna sorpresa, pero ésta fue superior a todas las previsiones. Aunque la señora Katsuki y Guang no conocían a aquella Alfa, no se quedaron menos atónitos que Otabek. Entró en la estancia con aire todavía más antipático que de costumbre; contestó al saludo de Otabek con una simple inclinación de cabeza, y se sentó sin decir palabra. Otabek le había dicho su nombre a la señora Katsuki, cuando entró Su Señoría, aunque ésta no había solicitado ninguna presentación. La señora Katsuki, pasmadísima aunque muy ufana al ver en su casa a persona de tanto rango, la recibió con la mayor cortesía. Estuvieron sentados todos en silencio durante un rato, hasta que al fin lady Lilia dijo con empaque a Otabek:

––Supongo que estará usted bien, y calculo que esa señora es su madre.

Otabek contestó que sí concisamente.

––Y ese otro imagino que será uno de sus hermanos.

––Sí, señora ––respondió la señora Katsuki muy oronda de poder hablar con lady Lilia––. Es el penúltimo; el más joven de todos se ha enlazado hace poco, y el mayor está en el jardín paseando con un Alfa que creo no tardará en formar parte de nuestra familia.

––Tienen ustedes una finca muy pequeña ––dijo Su Señoría después de un corto silencio.

––No es nada en comparación con Royaling, señora; hay que reconocerlo; pero le aseguro que es mucho mejor que la de sir Takeshi Nishigori.

––Ésta ha de ser una habitación muy molesta en las tardes de verano; las ventanas dan por completo a poniente.

La señora Katsuki le aseguró que nunca estaban allí después de comer, y añadió:

–– ¿Puedo tomarme la libertad de preguntar a Su Señoría qué tal ha dejado a los señores Lee?

––Muy bien; les vi anteayer por la noche.

Otabek esperaba que ahora le diera alguna carta de Phitchit, pues éste parecía el único motivo probable de su visita; pero lady Lilia no sacó ninguna carta, y Otabek siguió con su perplejidad. La señora Katsuki suplicó finísimamente a Su Señoría que tomase algo, pero lady Lilia rehusó el obsequio con gran firmeza y sin excesiva educación. Luego levantándose, le dijo a Otabek:

––Señorito Katsuki, me parece que ahí, a un lado de la pradera, hay un sitio precioso y retirado. Me gustaría dar una vuelta por él si me hiciese el honor de acompañarme.

––Anda, querido ––exclamó la madre––, enséñale a Su Señoría todos los paseos. Creo que la ermita le va a gustar.

Otabek obedeció, corrió a su cuarto a buscar su sombrero y esperó abajo a su noble visitante. Al pasar por el vestíbulo, lady Lilia abrió las puertas del comedor y del salón y después de una corta inspección declaró que eran piezas decentes, después de lo cual siguió andando. El carruaje seguía en la puerta y Otabek vio que la doncella de Su Señoría estaba en él. Caminaron en silencio por el sendero de gravilla que conducía a los corrales. Otabek estaba decidido a no dar conversación a aquella Alfa que parecía más insolente y desagradable aún que de costumbre. << ¿Cómo pude decir alguna vez que se parecía a su sobrino?>>, se dijo al mirarla a la cara.

Mi Orgullo Y Tu Prejuicio  (Omegaverse) {Yuri×Otabek}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora