Capítulo 54

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Leroy quedó tan escarmentado con aquella conversación que nunca volvió a exponerse, ni a provocar a su querido cuñado Otabek a reanudarla. Y Otabek se alegró de haber dicho lo suficiente para que no mencionase el tema más. Llegó el día de la partida de la joven pareja, y la señora Katsuki se vio forzada a una separación que al parecer iba a durar un año, por lo menos, ya que de ningún modo entraba en los cálculos del señor Katsuki el que fuesen todos a Alaska.

–– ¡Oh, señor! ¡No lo sé! ¡Acaso tardaremos dos o tres años!

––Escríbeme muy a menudo, querido.

––Tan a menudo como pueda. Pero ya sabes que los Omegas enlazados no disponemos de mucho tiempo para escribir. Mis hermanos sí podrán escribirme; no tendrán otra cosa que hacer.

El adiós de Leroy fue mucho más cariñoso que el de su Omega. Sonrió, estuvo muy agradable y dijo cosas encantadoras.

––Es un Alfa muy fino ––dijo el señor Katsuki en cuanto se habían ido––; no he visto nunca otro igual. Es una máquina de sonrisas y nos hace la pelota a todos. Estoy orgullosísimo de él. Desafío al mismo sir Takeshi Nishigori a que consiga un yerno más valioso.

La pérdida de su hijo sumió en la tristeza a la señora Katsuki por varios días.

––Muchas veces pienso ––decía–– que no hay nada peor que separarse de las personas queridas. ¡Se queda una tan desamparada sin ellas!

––Pues ya vez, ésa es una consecuencia de casar a los hijos ––observó Otabek––. Te hará más feliz que los otros cuatro sigamos solteros.

––No es eso. Minami no me abandona porque se haya enlazado, sino porque el regimiento de su marido está lejos. Si hubiera estado más cerca, no se habría marchado tan pronto.

Pero el desaliento que este suceso le causó se alivió en seguida y su mente empezó a funcionar de nuevo con gran agitación ante la serie de noticias que circulaban por aquel entonces. El ama de llaves de Ice Castle había recibido órdenes de preparar la llegada de su amo que iba a tener lugar dentro de dos o tres días, para dedicarse a la caza durante unas semanas. La señora Katsuki estaba nerviosísima. Miraba a Yuuri y sonreía y sacudía la cabeza alternativamente.

––Bueno, bueno, ¿conque viene el señor Nikiforov, hermana? ––pues fue la señora Cialdini la primera en darle la noticia

––Pues mejor. Aunque no me importa. Tú sabes que nada tenemos que ver con él y que no quiero volver a verlo. Si quiere venir a Ice Castle, que venga. ¿Y quién sabe lo que puede pasar? Pero no nos importa. Ya sabes que hace tiempo acordamos no volver a decir palabra de esto. ¿Es cierto que viene?

––Puedes estar segura ––respondió la otra––, porque la señora Nicholls estuvo en Barcelonding ayer tarde; la vi pasar y salí dispuesta a saber la verdad; ella me dijo que sí, que su amo llegaba. Vendrá el jueves a más tardar; puede que llegue el miércoles. La señora Nicholls me dijo que iba a la carnicería a encargar carne para el miércoles y llevaba tres pares de patos listos para matar.

Al saber la noticia, Yuuri mudó de color. Hacía meses que entre él y Otabek no se hablaba de Nikiforov, pero ahora en cuanto estuvieron solos le dijo:

––He notado, Otabek, que cuando mi tía comentaba la noticia del día, me estabas mirando. Ya sé que pareció que me dio apuro, pero no te figures que era por alguna tontería. Me quedé confuso un momento porque me di cuenta de que me estabas observando. Te aseguro que la noticia no me da tristeza ni gusto. De una cosa me alegro: de que viene solo, porque así lo veremos menos. No es que tenga miedo por mí, pero temo los comentarios de la gente.

Mi Orgullo Y Tu Prejuicio  (Omegaverse) {Yuri×Otabek}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora