Capítulo 60

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––Otabek, querido, ¿por dónde has estado paseando?

Ésta es la pregunta que Yuuri le dirigió a Otabek en cuanto estuvieron en su cuarto, y la que le hicieron todos los demás al sentarse a la mesa. Otabek respondió que habían estado vagando hasta donde acababa el camino que él conocía. Al decir esto se sonrojó, su aroma reflejaba felicidad, pero ni esto ni nada despertó la menor sospecha sobre la verdad. La velada pasó tranquilamente sin que ocurriese nada extraordinario. Los novios oficiales charlaron y rieron, y los no oficiales estuvieron callados. La felicidad de Plisetsky nunca se desbordaba en regocijo; Otabek, agitado y confuso, sabía que era feliz más que sentirlo, pues además de su aturdimiento inmediato lo inquietaban otras cosas. Preveía la que se armaría en la familia cuando supiesen lo que había ocurrido. Le constaba que Plisetsky no gustaba a ninguno de los de su casa más que a Yuuri, e incluso temía que ni su fortuna ni su posición fuesen bastante para contentarles.

Por la noche abrió su corazón a Yuuri, y aunque Yuuri no era de natural desconfiado, no pudo creer lo que su hermano le decía:

–– ¡Estás bromeando, Ota! ¡Eso no puede ser! ¡Tú, comprometido con Plisetsky! No, no; no me engañarás. Ya sé que es imposible.

–– ¡Pues sí que empieza mal el asunto! Sólo en ti confiaba, pero si tú no me crees, menos me van a creer los demás. Te estoy diciendo la pura verdad. Plisetsky todavía me quiere y nos hemos comprometido.

Yuuri lo miró dudando:

––Otabek, no es posible. ¡Pero si sé que no le puedes ni ver!

––No sabes nada de nada. Hemos de olvidar todo eso. Tal vez no siempre le haya querido como ahora; pero en estos casos una buena memoria es imperdonable. Ésta es la última vez que yo lo recuerdo.

Yuuri contemplaba a su hermano con asombro. Otabek volvió a afirmarle con la mayor seriedad que lo que decía era cierto.

–– ¡Cielo Santo! ¿Es posible? ¿De veras? Pero ahora ya te creo ––exclamó Yuuri––. ¡Querido Otabek! Te felicitaría, te felicito, pero..., ¿estás seguro, y perdona la pregunta, completamente seguro de que serás dichoso con él?

––Sin duda alguna. Ya hemos convenido que seremos la pareja más venturosa de la tierra. ¿Estás contento, Yuuri? ¿Te gustará tener a Plisetsky por cuñado?

––Mucho, muchísimo, es lo que más placer puede darnos a Nikiforov y a mí. Y tú, ¿le quieres realmente bastante? ¡Oh, Otabek! Haz cualquier cosa menos casarte sin amor. ¿Estás absolutamente seguro de que sientes lo que debe sentirse?

–– ¡Oh, sí! Y te convencerás de que siento más de lo que debo cuando te lo haya contado todo.

–– ¿Qué quieres decir?

––Pues que he de confesarte que le quiero más que tú a Nikiforov. Temo que te disgustes.

––Hermano, querido, no estás hablando en serio. Dime una cosa que necesito saber al momento: ¿desde cuándo le quieres?

––Ese amor me ha ido viniendo tan gradualmente que apenas sé cuándo empezó; pero creo que data de la primera vez que vi sus hermosas posesiones de Moscuberley.

Yuuri volvió a pedirle formalidad y Otabek habló entonces solemnemente afirmando que adoraba a Plisetsky. Yuuri quedó convencido y se dio enteramente por satisfecho.

––Ahora sí soy feliz del todo ––dijo––, porque tú vas a serlo tanto como yo. Siempre he sentido gran estimación por Plisetsky. Aunque no fuera más que por su amor por ti, ya le tendría que querer; pero ahora que además de ser el amigo de Nikiforov será tu marido, sólo a Nikiforov y a ti querré más que a él. ¡Pero qué callado y reservado has estado conmigo! ¿Cómo no me hablaste de lo que pasó en Moscuberley y en Suezland? Lo tuve que saber todo por otra persona y no por ti.

Mi Orgullo Y Tu Prejuicio  (Omegaverse) {Yuri×Otabek}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora