Sab. 9 y Lun. 11 de Agosto

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Sábado 9 de Agosto

Llegué a Yoilopolis hoy y sabía en dónde empezar mi búsqueda: La Sra. Young. Tuve suerte de haberla despedido y echado sin darle la oportunidad de empacar sus cosas, porque significaba que tenía que dejar una dirección a la cual pudieran ser enviados. La encontré muy pronto, una gran casa en Edward Street.

-- ¡Sr. Plisetsky! -- Dijo sorprendida cuando abrió la puerta. Entonces se volvió cautelosa. -- ¿Qué está haciendo usted aquí? Si es para acusarme de haberme llevado las cucharas para servir de plata cuando me fui de Ramsgate, entonces es una mentira. Nunca las toqué. Tengo mis sospechas sobre Watkins...

-- Mi visita no tiene nada que ver con las cucharas para servir -- dije, agradecido de que este era un problema domestico del cual me había zafado. -- ¿Puedo entrar?

-- No, no puede -- respondió, inclinándose hacia atrás y poniéndose su chal sobre sus hombros. -- Tengo suerte de tener un techo sobre mi cabeza después de que usted me echó tan cruelmente, sin siquiera una referencia. No tenía donde ir...

-- Pero parece que lo ha hecho bien por sí misma -- comenté. – Dígame Sra. Young, ¿Cómo logró costearse una casa como ésta?

-- Me dejaron una herencia -- Se lamió los labios. -- Y una muy buena, después de...

-- Estoy buscando a Jean Jacques Leroy -- dije, no queriendo perder más tiempo escuchando sus mentiras y decidiendo que sería inútil el tratar de persuadirla en dejarme entrar.

-- ¿Al sr. Leroy? -- Parecía sorprendida

-- Sí. Jean Jacques Leroy

-- No lo he visto -- dijo aún más reacia.

Era obvio que estaba mintiendo, pero sabía que no obtendría nada más de ella en ese momento.

-- Dígale que lo estoy buscando. Regresaré luego. Buen día.

Sabía que, eventualmente, la avaricia la convencería de buscarme. Y con eso regresé a Plisetsky House.

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Lunes 11 de Agosto

La Sra. Young vino a verme esta mañana, como sabía que lo haría.

-- ¿Usted dijo que estaba buscando al sr. Leroy? -- preguntó, al presentarla mi mayordomo.

-- Si, así es.

-- Sé dónde está. Pasa que lo encontré por casualidad en el parque ayer -- dijo. -- Le mencione que usted estaba en la ciudad, y dijo que estaría encantado de que lo visitará.

Él piensa que puede sacarme dinero, sin duda.

-- Muy bien. ¿Cuál es su dirección?

-- Pues, ahora, déjeme pensarlo. Era un nombre gracioso – dijo extendiendo su mano.

Puse un soberano (moneda inglesa de oro con un valor nominal de una libra esterlina) en ella.

-- Si pudiera solo recordarlo

Me tomó cinco soberanos, pero al final descubrí lo que quería saber. Fui inmediatamente a la dirección que me había dado, y encontré a Leroy esperándome.

-- Mi querido Plisetsky -- dijo, volteando hacia mí al entrar. -- Qué amable de tu parte el encontrar tiempo para visitarme.

Miré alrededor a su habitación era pequeña y humilde, lo que me dijo que su situación era desesperada. Estaba complacido, pues sabía que lo haría más complaciente.

-- Por favor, siéntate -- dijo.

-- Prefiero permanecer de pie.

-- Como desees -- Él se sentó y pendía en su silla, descansando sus piernas sobre el brazo -- ¿Qué te trae por aquí? -- preguntó, sonriéndome.

-- Sabes bien que me trae por aquí.

-- Confieso que estoy perdido. ¿Has decidido darme una manutención, quizás, y has venido a darme las buenas noticias?

-- Vine a decirte lo que tu propia conciencia debería haberte dicho -- Su insolencia me enfurecía, pero mantuve la calma -- que nunca debiste haber secuestrado al señorito Katsuki.

-- ¿El señorito Katsuki? -- preguntó, fingiendo sorpresa. -- Pero no he visto al señorito Katsuki. He estado en Vancouver, y el permaneció en Hasetsu."

-- El señorito Minami Katsuki.

-- Ah, Minami. No lo secuestré. El vino conmigo por su propia cuenta. Estaba saliendo de Vancouver pues mis acreedores se estaban poniendo algo bruscos, y Minami sugirió el venir conmigo. Traté de inducirlo a que se quedará. Para ser honesto, Plisetsky, el me aburré. Es una conquista muy fácil. Él se convenció a sí mismo de que soy el Alfa más apuesto del regimiento y todo estaba hecho. Le dije que no tenía dinero, pero a él no le importó. "Estoy seguro de que lo tendrás algún día." dijo. Estoy tan cansado de sus suplicas que fue más fácil el dejarlo venir conmigo que el hacerlo quedarse. Además, tiene sus usos -- dijo descaradamente.

En ese momento la puerta de la recamara se abrió, y el mismísimo Minami salió. Se podía oler el sexo en su cuerpo, el aroma de Leroy sobre el joven Omega pero no el aroma de Omega enlazado.

-- ¡Dios, que sorpresa! ¡Sr. Plisetsky! -- dijo, dirigiéndose hacia donde estaba Leroy. Se paró detrás de su silla y descanso una mano sobre su hombro.

-- El sr. Plisetsky ha venido a reprenderme por haberte secuestrado -- dijo Leroy, cubriendo su mano con la suya.

-- ¡Mi querido Leroy no me secuestró! -- Él se rió de mí -- ¿Por qué habría de hacerlo? Estaba muy dispuesto a ver Yoilopolis. Le dije que debía llevarme con él. ¡Qué divertido ha sido!

-- ¿No le tiene consideración a su familia? -- le pregunté fríamente. -- Han estado preocupados por usted desde que dejo la protección del Coronel Morooka. No tienen ni idea de donde está.

-- ¡Dios! Olvidé escribirles -- dijo Minami. -- He estado tan ocupado con mi querido Leroy, ¡Nos hemos divertido tanto! Pero no importa. Les escribiré tan pronto nos enlcemos. ¡Qué divertido será, el firmar mi nombre, Minami Leroy!

Minami apretó la mano de él, y él, el insolente perro, lo jaló hacia su regazo y lo besó, y después sonrió mientras lo acariciaba, sacando sus feromonas para incitar al joven Omega.

-- Entonces ya ves, Plisetsky, tus preocupaciones son infundadas -- dijo él.

Las palabras de Minami me habían dicho una cosa: que al menos el esperaba enlazarse. Sentí que él estaría menos dispuesto en quedarse con él si supiera que Leroy no tenía tales intenciones. No pensé que se lo hubiera dicho, pues ¿Por qué desperdiciaría a un dispuesto Omega?, y entonces sentí necesario el hacer algo.

-- Me gustaría hablar con Minami Katsuki a solas -- le dije a Leroy.

-- Muy bien -- respondió, aventándole lejos de sí. -- Trata de convencerlo de regresar a casa si deseas. Él es una ramera. Pero no sé porque su destino pueda importarte a ti -- agregó mientras se ponía de pie.

-- Importa porque pude haber hecho tu comportamiento público en Barcelonding y no lo hice. Hubiera sido imposible para ti el comportarte de esta manera si tu verdadero ser fuera conocido.

-- Quizás – dijo -- Pero no creo que está sea la razón. Dudo que me hubieras buscado si me hubiese fugado con Loop Nishigori.

No dudé. Si le dejaba adivinar que tenía una razón personal para buscarlo, se me haría muy difícil el comprarlo a cualquier precio.

-- Quédate -- dijo Minami, tomando su mano al caminar él hacia la puerta.

-- El sr. Plisetsky desea hablar contigo a solas. Temé que te esté forzando a quedarte aquí, y quiera darte la oportunidad de ir a casa con él."

-- Como si quisiera regresar al mal ventilado y viejo Hasetsu -- dijo, enredando sus manos alrededor de su cuello y besándolo en los labios.

Leroy puso sus brazos alrededor de Minami y le regresó el beso, después volteó hacia mí retadoramente antes de irse de la habitación.

-- ¿No es guapo acaso? -- preguntó Minami, mientras la puerta se cerraba detrás de él. -- Todos los Omegas estaban locos por él en Barcelonding, y Leo De La Iglesia se hubiera casado con él si su guardián no lo hubiera detenido. Fue lo mismo en Vancouver. Muchos de los Omegas hubieran escapado con él. Por ejemplo la omega Winchester...

-- Señorito Katsuki, no puede quedarse aquí -- lo interrumpí.

-- Está en un mal estado el lugar, es seguro, pero tendremos algo mejor poco a poco. Me gustaría su ayuda en algo sr. Plisetsky.

-- ¿Sí? -- dije, esperando que hubiera visto la luz al fin.

-- ¿Usted qué cree? No puedo decidirme. ¿Mi querido Leroy se ve mejor en su saco rojo o en el azul?

-- ¡Señorito Katsuki! -- exclamé violentamente. -- No puede quedarse aquí con Leroy. Él no tiene ninguna intención de enlazarse con usted. Sé que él ha dicho que lo haría, pero era una mentira, para hacerlo fugarse con él.

-- Él no me hizo fugarme con él, fui yo quien lo hizo fugarse conmigo. Vancouver estaba volviéndose aburrido -- dijo con un bostezó. -- El Coronel Morooka era tan molesto. Él no me dejaba ir a la mitad de los lugares a los que yo quería, y tuve que escaparme del campamento en dos ocasiones para atender las fiestas de Leroy. Omiki me ayudo. Me vestí con ropa de Alfa. Debería haberme visto. Mi propia madre no me hubiera reconocido...

-- ¡Su reputación quedará en ruinas! Él lo abandonará tan pronto como se canse de usted, y usted será dejado en Yoilopolis sin ningún protector, sin dinero y en ningún lugar para vivir. Vuelva conmigo ahora, y haré lo que pueda para persuadir a su familia que la reciban de nuevo.

-- ¡Dios! ¡No quiero ir a casa! Moriría de aburrimiento. Estoy seguro de que de un tiempo a otro nos enlazaremos, y si no, no significa mucho -- dijo.

Era inmovible. No lo dejaría. Puesto que estos eran sus sentimientos, no podía hacer otra cosa que tratar de asegurar que el enlazamiento tomará lugar. Leroy regresó al cuarto, cargando una licorera en una mano y un vaso en la otra. Puso su brazo alrededor de Minami y el volteo para besarlo inmediatamente.

-- ¿Bien, Plisetsky? ¿Lo has persuadido de que me deje? -- Preguntó cuándo había acabado.

-- Él ha perdido todo sentido común -- dije furiosamente -- pero puesto que él no te dejará, debes enlazarte con él.

-- Vamos Plisetsky. Sabes que no puedo hacer eso. Mis bolsillos están muy vacíos. Tengo deudas por todo el país. Hay cuentas sin pagar en Barcelonding, y peores en Vancouver. Necesito demasiado a un heredero.

-- ¿Está escuchando esto? -- le pregunté a Minami Katsuki.

-- No significa nada. -- El solo se encogió -- Una heredera podría darnos algo de dinero, entonces podríamos tener una mejor casa.

Era solo por Otabek que me quedaba. Mi deseo era salir de ahí y dejar a su hermano en la vida que había elegido para él. Pero el recordar el rostro pálido de Otabek me sostenía.

-- Reúnete conmigo en mi club mañana -- le dije a Leroy.

-- Mi querido Plisetsky, sabes que no soy bienvenido ahí.

-- Me aseguraré de que seas admitido.

-- Muy bien. -- Parecía sorprendido.

Mientras me alejaba de la casa, el recuerdo de su insolente sonrisa estaba presente.

Mi Orgullo Y Tu Prejuicio  (Omegaverse) {Yuri×Otabek}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora