Capítulo 25

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El tío Chris hizo a Otabek la advertencia susodicha puntual y amablemente, a la primera oportunidad que tuvo de hablar a solas con él. Después de haberle dicho honestamente lo que pensaba, añadió:

––Eres un Omega demasiado sensato Beka, para enamorarte sólo porque se te haya advertido que no lo hicieses; y por eso, me atrevo a hablarte abiertamente. En serio, ten cuidado. No te comprometas, ni dejes que él se vea envuelto en un cariño que la falta de fortuna puede convertir en una imprudencia. Nada tengo que decir contra él; es un Alfa muy interesante, y si tuviera la posición que debería tener, me parecería inmejorable. Pero tal y como están las cosas, no puedes cegarte. Tienes mucho sentido, y todos esperamos que lo uses. Tu padre confía en tu firmeza, en tu buena conducta y en tu control de feromonas tan excelente que tienes. No vayas a defraudarle.

––Querido tío, esto es serio de veras.

––Sí, y ojalá que tú también te lo tomes en serio.

––Bueno, no te alarmes. Me cuidaré de Leroy. Si lo puedo evitar, no se enamorará de mí.

––Otabek, no estás hablando en serio.

––Perdóname. Lo intentaré otra vez. Por ahora, no estoy enamorado de Leroy; es verdad, no lo estoy. Pero es, sin comparación, el Alfa más agradable que jamás he visto; tanto, que no me importaría que se sintiese atraído por mí. Sé que es una imprudencia. ¡Ay, ese abominable Plisetsky! La opinión que mi padre tiene de mí, me honra; y me daría muchísima pena perderla. Sin embargo, mi padre es partidario del señor Leroy. En fin, querido tío, sentiría mucho hacerlos sufrir a alguno de ustedes; pero cuando vemos a diario que los jóvenes Alfas y Omegas, si están enamorados y locos por sus feromonas suelen hacer caso omiso de la falta de fortuna a la hora de enlazarse, ¿cómo podría prometer yo ser más listo que tantos de mis congéneres, si me viera tentado? O ¿cómo sabría que obraría con inteligencia si me resisto? Así es que lo único que puedo prometerte es que no me precipitaré. No me apresuraré en creer que soy el Omega de sus sueños. Cuando esté a su lado, controlare mis feromonas. O sea, que me portaré lo mejor que pueda.

––Tal vez lo conseguirías, si procuras que no venga aquí tan a menudo. Por lo menos, no deberías recordar a tu madre que lo invite.

––Como hice el otro día ––repuso Otabek con maliciosa sonrisa––. Es verdad, sería lo más oportuno. Pero no vayas a imaginar que viene tan a menudo. Si le hemos invitado tanto esta semana, es porque tú estabas aquí. Ya sabes la obsesión de mi madre de que sus visitas estén constantemente acompañadas. Pero de veras, te doy mi palabra de que trataré siempre de hacer lo que crea más sensato. Espero que ahora estarás más contento.

Su tío le aseguró que lo estaba; Otabek le agradeció sus amables advertencias, y se fueron. Su conversación había constituido un admirable ejemplo de saber aconsejar sin causar resentimiento. Poco después de haberse ido los Giacometti y Yuuri, Lee regresó a Kyushu; pero como fue a casa de los Nishigori, la señora Katsuki no se incomodó por su llegada. La boda se aproximaba y la señora Katsuki se había resignado tanto que ya la daba por inevitable e incluso repetía, eso sí, de mal talante, que deseaba que fuesen felices. La boda se iba a celebrar el jueves, y, el miércoles vino Phitchit Nishigori a hacer su visita de despedida. Cuando el joven Omega se levantó para irse, Otabek, sinceramente conmovido, y avergonzado por la desatenta actitud y los fingidos buenos deseos de su madre, salió con el de la habitación y lo acompañó hasta la puerta. Mientras bajaban las escaleras, Phitchit dijo:

––Confío en que tendré noticias tuyas muy a menudo, Ota.

––Las tendrás.

––Y quiero pedirte otro favor. ¿Vendrás a verme?

Mi Orgullo Y Tu Prejuicio  (Omegaverse) {Yuri×Otabek}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora