Capítulo 2

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El señor Katsuki fue uno de los primeros en presentar sus respetos al señor Nikiforov. Siempre tuvo la intención de visitarlo, aunque, al final, siempre le aseguraba a su esposa que no lo haría; y hasta la tarde después de su visita, su mujer no se enteró de nada. La cosa se llegó a saber de la siguiente manera: observando el señor Katsuki cómo su hijo se colocaba una cazadora, dijo:

––Espero que al señor Nikiforov le guste, Beka.

–– ¿Cómo podemos saber qué le gusta al señor Nikiforov ––dijo su esposa resentida–– si todavía no hemos ido a visitarlo?

––Olvidas, mamá ––dijo Otabek –– que lo veremos en las fiesta sobre hielo, y que la señora Min-So ha prometido presentárnoslo.

––No creo que la señora Min-So haga semejante cosa. Ella tiene dos sobrinas Omegas en quienes pensar; es egoísta e hipócrita y no merece mi confianza.

––Ni la mía tampoco ––dijo el señor Katsuki –– y me alegro de saber que no dependes de sus servicios. La señora Katsuki no se dignó contestar; pero incapaz de contenerse empezó a reprender a uno de sus hijos.

–– ¡Por el amor de Dios, Guang no sigas tosiendo así! Ten compasión de mis nervios. Me los estás destrozando.

––Guang no es nada discreto tosiendo ––dijo su padre––. Siempre lo hace en momento inoportuno.

––A mí no me divierte toser ––replicó Guang quejándose.

–– ¿Cuándo es el próximo baile sobre hielo, Beka?

––De mañana en quince días.

––Sí, así es ––exclamó la madre––. Y la señora Min-So no volverá hasta un día antes; así que le será imposible presentarnos al señor Nikiforov, porque todavía no le conocerá.

––Entonces, señora Katsuki, puedes tomarle la delantera a tu amiga y presentárselo tú a ella.

––Imposible, señor Katsuki, imposible, cuando yo tampoco le conozco. ¿Por qué te burlas?

––Celebro tu discreción. Una amistad de quince días es verdaderamente muy poco. En realidad, al cabo de sólo dos semanas no se puede saber muy bien qué clase de Alfa es. Pero si no nos arriesgamos nosotros, lo harán otros. Al fin y al cabo, la señora Min-So y sus sobrinas pueden esperar a que se les presente su oportunidad; pero, no obstante, como creerá que es un acto de delicadeza por su parte el declinar la atención, seré yo el que os lo presente.

Los muchachos miraron a su padre fijamente. La señora Katsuki se limitó a decir:

–– ¡Tonterías, tonterías!

–– ¿Qué significa esa enfática exclamación? ––Preguntó el señor Katsuki ––. ¿Consideras las fórmulas de presentación como tonterías, con la importancia que tienen? No estoy de acuerdo contigo en eso. ¿Qué dices tú, Georgi? Que yo sé que eres un joven muy reflexivo, y que lees grandes libros y los resumes. -- Georgi quiso decir algo sensato, pero no supo cómo. ––Mientras Georgi aclara sus ideas ––continuó él––, volvamos al señor Nikiforov.

–– ¡Estoy harta del señor Nikiforov! ––gritó su esposa.

––Siento mucho oír eso; ¿por qué no me lo dijiste antes? Si lo hubiese sabido esta mañana, no habría ido a su casa. ¡Mala suerte! Pero como ya le he visitado, no podemos renunciar a su amistad ahora.

El asombro de los Omegas fue precisamente el que él deseaba; quizás el de la señora Katsuki sobrepasara al resto; aunque una vez acabado el alboroto que produjo la alegría, declaró que en el fondo era lo que ella siempre había figurado.

–– ¡Mi querido señor Katsuki, que bueno eres! Pero sabía que al final te convencería. Estaba segura de que quieres lo bastante a tus cachorros como para no descuidar este asunto. ¡Qué contenta estoy! ¡Y qué broma tan graciosa, que hayas ido esta mañana y no nos hayas dicho nada hasta ahora!

––Ahora, Guang, ya puedes toser cuanto quieras ––dijo el señor Katsuki y salió del cuarto fatigado por el entusiasmo de su mujer.

–– ¡Qué padre más excelente tenéis, hijos! ––dijo ella una vez cerrada la puerta––. No sé cómo podréis agradecerle alguna vez su amabilidad, ni yo tampoco, en lo que a esto se refiere. A estas alturas, les aseguro que no es agradable hacer nuevas amistades todos los días. Pero por ustedes haríamos cualquier cosa. Minami, cariño, aunque eres el más joven, apostaría a que el señor Nikiforov bailará contigo en el próximo baile.

––Estoy tranquilo ––dijo Minami firmemente––, porque aunque soy el más joven, soy el más lindo.

El resto de la tarde se lo pasaron haciendo conjeturas sobre si el señor Nikiforov devolvería pronto su visita al señor Katsuki, y determinando cuándo podrían invitarle a cenar.

Mi Orgullo Y Tu Prejuicio  (Omegaverse) {Yuri×Otabek}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora