Capítulo 53

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Otabek tuvo la satisfacción de recibir inmediata respuesta a su carta. Corrió con ella al sotillo, donde había menos probabilidades de que lo molestaran, se sentó en un banco y se preparó a ser feliz, pues la extensión de la carta lo convenció de que no contenía una negativa.

«Gracechurch Street, 8 de septiembre. »

«Mi querido sobrino: Acabo de recibir tu carta y voy a dedicar toda la mañana a contestarla, pues creo que en pocas palabras no podré decirte lo mucho que tengo que contarte. Debo confesar que me sorprendió tu pregunta, pues no la esperaba de ti. No te enfades, sólo deseo que sepas que no creía que tales aclaraciones fueran necesarias por tu parte. Si no quieres entenderme, perdona mi impertinencia. Tu tío está tan sorprendido como yo, y sólo por la creencia de que eres parte interesada se ha permitido obrar como lo ha hecho. Pero por si efectivamente eres inocente y no sabes nada de nada, tendré que ser más explícito.»

«El mismo día que llegué de Hasetsu, tu tío había tenido una visita muy inesperada. El señor Plisetsky vino y estuvo encerrado con él varias horas. Cuando yo regresé, ya estaba todo arreglado; así que mi curiosidad no padeció tanto como la tuya. Plisetsky vino para decir a Giacometti que había descubierto el escondite de Leroy y tu hermano, y que les había visto y hablado a los dos: a Leroy varias veces, a tu hermano una solamente. Por lo que puedo deducir, Plisetsky se fue de San Petersburginy al día siguiente de habernos ido nosotros y vino a Yoilopolis con la idea de buscarlos. El motivo que dio es que se reconocía culpable de que la infamia de Leroy no hubiese sido suficientemente conocida para impedir que una Omega decente le amase o se confiara a él. Generosamente lo imputó todo a su ciego orgullo, diciendo que antes había juzgado indigno de él publicar sus asuntos privados. Su conducta hablaría por él. Por lo tanto creyó su deber intervenir y poner remedio a un mal que él mismo había ocasionado. Si tenía otro motivo, estoy seguro de que no era deshonroso... Había pasado varios días en la capital sin poder dar con ellos, pero tenía una pista que podía guiarle y que era más importante que todas las nuestras y que, además, fue otra de las razones que le impulsaron a venir a vernos.»

«Parece ser que hay una señora, una tal señora Younge, que tiempo atrás fue la Beta institutriz de la señorita Plisetsky, y hubo que destituirla de su cargo por alguna causa censurable que él no nos dijo. Al separarse de la familia Plisetsky, la señora Younge tomó una casa grande en Edwards Street y desde entonces se ganó la vida alquilando habitaciones. Plisetsky sabía que esa señora Younge tenía estrechas relaciones con Leroy, y a ella acudió en busca de noticias de éste en cuanto llegó a la capital. Pero pasaron dos o tres días sin que pudiera obtener de dicha señora lo que necesitaba. Supongo que no quiso hablar hasta que le sobornaran, pues, en realidad, sabía desde el principio en dónde estaba su amigo. Leroy, en efecto, acudió a ella a su llegada a Yoilopolis, y si hubiese habido lugar en su casa, allí se habría alojado. Pero, al fin, nuestro buen amigo consiguió la dirección que buscaba. Estaban en la calle X. Vio a Leroy y luego quiso ver a Minami. Nos confesó que su primer propósito era convencerlo de que saliese de aquella desdichada situación y volviese al seno de su familia si se podía conseguir que lo recibieran, y le ofreció su ayuda en todo lo que estuviera a su alcance. Pero encontró a Minami absolutamente decidido a seguir tal como estaba. Su familia no le importaba un comino y rechazó la ayuda de Plisetsky; no quería oír hablar de abandonar a Leroy; estaba convencido de que se enlazarían alguna vez y le tenía sin cuidado saber cuándo. En vista de esto, Plisetsky pensó que lo único que había que hacer era facilitar y asegurar el enlazamiento; en su primer diálogo con Leroy, vio que el enlazamiento no entraba en los cálculos de éste. Leroy confesó que se había visto obligado a abandonar el regimiento debido a ciertas deudas de honor que le apremiaban; no tuvo el menor escrúpulo en echar la culpa a la locura de Minami todas las desdichadas consecuencias de la huida. Dijo que renunciaría inmediatamente a su empleo, y en cuanto al porvenir, no sabía qué iba a ser de él; debía irse a alguna parte, pero no sabía dónde y reconoció que no tenía dónde caerse muerto.»

Mi Orgullo Y Tu Prejuicio  (Omegaverse) {Yuri×Otabek}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora