Capitulo 08| Elle

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Mis ojos viajan por todo su rostro y se centran en su labio lastimadom toene sangre seca y está inflamado.

Me doy cuenta luego de un tiempo, que sus ojos también me escanean y me incorporo para disimular la forma en la que altera mis nervios. Se sienta a mí lado de manera que quedamos de frente y no tarda en pedirle dos cerveza al mismo chico al que hace segundos se la he rechazado.

—No quiero hacerlo ahora  —es mi respuesta.

Pero algo me dice que Adam no es como el barman.

—He pedido dos, ¿Adivina de quién es la otra?

Ni siquiera logro responder.

Las cervezas son servidas y me tiende el vaso rojo. Aunque no lo tomo por varios segundos esperando a que se rinda, no pasa. Entonces comprendo que quien debe rendirse soy yo.

—Veo que estás mejor —me dice, luego da un largo trago.

Noto cómo trabaja su garganta mientras lo bebe.

—Lo estoy —reconozco—. Gracias por llevarme al departamento.

Adam da un sólo asentimiento de cabeza como respuesta. Nos quedamos en silencio unos segundos hasta que me animo a decir:

—Te he visto pelear  —comento, pero no me mira. Tiene sus ojos puestos en la multitud—. Casi lo matas.

Espero no estarme metiendo en terreno pantanoso.

—Casi —resalta y termina de beber—. Sigue vivo, con la nariz rota y un diente menos, pero vivo.

—¿Cómo lo dices así? Lo has.... casi le has matado, Adam.

Todavía no me mira.

—Nunca he matado a nadie a golpes ni tampoco creo que lo haga —deja el vaso sobre la barra—. Con la excepción de que se metan con alguien importante para mí —me mira—. Y por ahora no ha sucedido.

Sus ojos se agudizan y miran mi rostro un instante antes de pasar a mis labios. La misma sensación de ahora me vuelve a atormentar. Me siento en la obligación de interrumpir el momento tortuoso y responder de una vez, pero entonces alguien más lo hace.

—¡Aquí estás! Estaba esperándote en el camerino.

Los brazos de una chica le rodean el cuello a Adam e inmediatamente pongo distancia. Hasta entonces no me había dado cuenta de que estábamos inclinados en dirección al otro.

—He sido claro contigo —le dice entre dientes, incómodo.

Adam tiene sujeto los brazos de ella, como si quisiera apartarla. Ella todavía no se ha dado cuenta de que estoy aquí y nos ha interrumpido.

—Sabes tan bien como yo que te encanta esto —es lo único que dice.

Y lo besa. Frente a mí.

Giro el rostro en dirección contraria para evitar tener que verlos. Pienso que quizás Adam tendrá empatía por mí, pero me molesto cuando también acaba olvidándose de que estoy junto a ellos. Que anteriormente estaba hablándome.

Bajo el cielo de VancouverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora