Elle está profundamente dormida.
Nos hemos acostado desnudos, aunque su cuerpo si está cubierto perfectamente con la cobija. Hay unas ganas casi incontables de hacerla mía una y otra y otra vez hasta que ya no pueda más. Pero por supuesto, no será así, porque no seré una bestia. Con ella no.
Mientras la miro dormir, comienzo a experimentar un peso sobre mis hombros. Estoy malditamente feliz, pero también siento una increíble presión ahora. No quiero perderla, y sobre todo, no quiero arruinarlo. Siento que ahora más que nunca debo hacer las cosas bien.
Y así será.
Mi móvil comienza a sonar y rápidamente me levanto para tomarlo. Elle se remueve un poco, pero no se despierta y antes de que lo haga, contesto. Me alejo de ella.
-¿Adam?
Es Isaac. Y es muy temprano para que llame.
-Espero que sea importante, ¿Ya viste la hora?
-Estoy en el hospital. Demonios -se queja-. ¿Crees que puedas venir por mí?
Me paralizo. Miro a Elle, sigue dormida y salgo de la habitación.
-¿En el hospital? ¿Por qué mierda estás en el hospital?
-Te lo explico cuando llegues -vuelve a quejarse.
-Ya voy para allá -cuelgo.
Regreso a la habitación y me visto lo más rápido que puedo.
Miro a Elle dormida y me acerco a ella. No creí que mi mañana sería así, muero por estar con ella, también moría por esperar a que se despertara, pero supongo que tendrá que esperar. Isaac me necesita.
Busco un papel y una pluma y le escribo una nota, continúo sin tener su móvil y no quiero que despierte preocupada por mí al ver que me he ido. Dejo el papel en la mesa de noche con el despertador encima de una de las esquinas de la hoja y me acerco para darle un beso en la frente. No quiero irme, en realidad. Le doy un beso en los labios y salgo de una vez antes de que despierte e irme se me complique.
Me subo al auto y conduzco lo más rápido que puedo hasta el hospital. Le hemos dado la mitad de la mitad de todo el dinero de la deuda a Arnold, o al menos ya Isaac se lo ha dado a uno de sus hombres, no comprendo porqué siguen atormentándonos. Algo ha salido mal. Tengo un presentimiento.
Pregunto a una de las enfermeras dónde se encuentra Isaac Donovan y rápidamente me lo dice y pronto estoy frente a su puerta. Abro y la escena que me encuentro me hace cerrar los ojos unos segundos. Suspiro.
Está totalmente golpeado con una venda alrededor de la cabeza y un corte en el pómulo.
-Pero, ¿Qué carajos ha pasado? -alzo la voz. Aunque me escucho molesto, en realidad estoy siendo presa del pánico.
Tiene una venda alrededor de la cabeza y un horrible moretón en el pomulo. Nunca creí que verlo así me afectaría tanto.
-Fue Arnold.
-¿Qué mierda es lo que quieren? Ya hemos conseguido la primera parte del dinero, ¿Al menos se lo has dado?
-Por supuesto que se lo he dado. Pero quieren más, quieren lo que falta y un poco más, dice que le debo intereses, Adam. Yo... -se queja-, perdón por meterte en esto. No debí ser tan idiota.
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Bajo el cielo de Vancouver
RomanceElle es sinónimo de monotonía; lucha constantemente contra su piano, asiste a clases de pintura cada miércoles, intenta dividirse entre leer las aburridas lecturas de la universidad o leer una de esas novelas románticas mientras sueña con algún día...