Empujo a Stella para poder salir detrás de Elle y sin embargo, a pesar de que corro no logro alcanzarla. Golpeo la puerta metálica varias veces. Mi corazón martillea deprisa y no sé si las manos me tiemblan porque estoy nervioso o enfadado.
—¡Adam!
—¡Aléjate, maldita sea! —le grito, furioso. Stella me mira asustada y retrocede— Desaparece de una vez, maldita loca. ¡Largo!
Las puertas se abren y entro de una vez.
—No quiero verte aquí cuando regrese —es lo que digo, antes de que las puertas se cierren de nuevo.
Había ido al estudio para hablar con Isaac sobre la pelea, había ganado mucho dinero y estaba dispuesto a ir a dejárselo y cuando llegué lo encontré golpeado. El estudio estaba destrozado, pero nada que no se pueda recuperar.
Me dijo que lo habían amenazado y que le habían dado tiempo definido y eso me hizo recordar a Arnold cuando le pregunté hasta cuándo Isaac tenía tiempo para saldar la deuda y dijo que pronto nos avisaría. Ese fue su aviso.
Le di todo el dinero a Isaac, incluso lo poco que tenía pensado dejarme para mantenerme. Lo necesito fuera de eso, de ese mundo de mierda. No puedo perderlo.
Después de ayudarle con los golpes y darle el dinero me había ido directo al Privilege para conseguir más dinero y desahogarme un poco. Estaba furioso. La pelea de hoy fue de imprevisto, pero igual hubieron bastantes personas apostando y logré calmar mi enojo. Ciertamente desde que descubrí que Isaac se metió con esa gente mi descontrol ha regresado. Tengo la esperanza de que todo acabará cuando paguemos ese dinero. Una parte de mí, una pequeña, quiere creer que así será. Pero la realmente consciente sabe que no es así de fácil.
Sé que Isaac también lo sabe.
Después de la pelea Stella se ha aparecido y le he pedido que se aleje de mí de una vez, pero por supuesto, caso no me ha hecho. Me pasé la noche pensando en Elle y en lo que le diría, y no fui a buscarla para evitar que me mirara así, porque estoy hecho un desastre.
Le he pedido una puta cita de mierda, ¿Cómo podría simplemente dejarla esperando? Así que espero que piense en ello ahora.
La puertas del ascensor se abren y me sorprendo al mirar a Elle con la frente pegada a la puerta y su mano en el pomo. Es como si estuviera pensando, no lo sé. Me siento terrible al mirarla con ese vestido y tan afectada por mi culpa. Siento que soy el peor ser humano de la historia al ver una lágrima rodándole por la mejilla.
Mierda.
—Vete, Adam.
Se endereza y limpia bruscamente su mejilla.
—Por favor, por favor, déjame explicártelo. No es nada de lo que estás pensando. Lo juro.
—¿Ah no? —me mira— Siempre que aparece dices lo mismo, que no es lo que pienso, pero es exactamente lo que es en realidad, ¿Vas a negarlo, Adam?
—Si —me acerco—. Voy a negarlo porque no es nada de eso. No es lo que parece, has llegado justamente unos minutos después que ella, ha ido a buscarme ni siquiera sé para qué, Elle.
—No te creo, Adam. Vete —cuando gira el pomo de la puerta y la abre, mi cuerpo reacciona. Intento tomarla para que me mire, pero forcejea—. Suéltame, Adam —intenta soltarse, pero no cedo—. ¡Que me sueltes!
—¡Ya basta! —mierda, estamos gritándonos— Tienes que escucharme, he tenido un día de mierda y no puede acabarse así, maldición.
Lo he dicho más para mí que para ella.
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Bajo el cielo de Vancouver
RomanceElle es sinónimo de monotonía; lucha constantemente contra su piano, asiste a clases de pintura cada miércoles, intenta dividirse entre leer las aburridas lecturas de la universidad o leer una de esas novelas románticas mientras sueña con algún día...