Capítulo 5

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Estaba atónito. Miles de reacciones habían cruzado su cabeza y sabía perfectamente que esto podía salir mal; sin embargo, nunca imaginó que Mariana iba a -des- tratarlo así. O al menos no tan rápido.

Es decir, recién iniciaban la conversación. En su mente, las cosas podían desvirtuarse si alguno de los dos hacia alusión al pasado o si  hablaban sobre estar en pareja actualmente; en ese caso, él iba a tener que contarle sobre Julieta y allí terminaría la charla. Pero aquellos tópicos tenían tantas probabilidades de suceder como nulas.

Leía y releía los últimos mensajes recibidos. No sabía que lo asombraba más: que lo hubiera llamado cagón o la nueva impresión que Mariana tenía de su persona. ¿Cómo podía insinuar que él quería manejar la situación? ¿Acaso también le había dicho manipulador?

Juan Pedro le había hablado con buenas intenciones y consideraba que no se merecía aquella agresión. Era consciente de cuánto la había lastimado; también de que no había tenido oportunidad de pedirle disculpas como se merecía. 

Sin embargo, esas palabras habían impactado en él. Se metieron en su ser como si fueran veneno y rápidamente sintió como le hervía la sangre. Su mandíbula estaba tensa y poco a poco, la sonrisa nerviosa que había mantenido hasta el momento, se convirtió en una fina línea recta.

Para  nada manejaba las personas a su antojo. Mariana no tenía derecho a acusarlo de esta manera y claro que no iba a finalizar la conversación así. Le había hablado con buenas intenciones y ella le había tirado una bomba.

¿En qué momento creyó que esto era una buena idea?

[3/5 23:40] JuanPe Lanzani: No soy ningún cagón, te hable con la mejor

[3/5 23:40] JuanPe Lanzani: Fue pésima mía hacerlo, la verdad creí que podíamos mantener una conversación madura después de tanto, como ya te dije.

[3/5 23:40] JuanPe Lanzani: Pero no por eso me tenes que insultar o acusar de manipulador

[3/5 23:41] JuanPe Lanzani: Use una expresión común para cortar la conversación de buena manera, tampoco era para que reaccionaras así

Mariana lo odiaba con todo su ser. No solo era un descarado por hablarle de esa manera, sino que había logrado que llore. Sentía como poco a poco se le rompía el corazón otra vez y todo era su culpa.

El alcohol intensificaba la angustia y por eso creía que nunca más iba a poder parar de lagrimear. Quería terminar la conversación lo antes posible para olvidarse de él para siempre, pero a la vez necesitaba decirle todo lo que nunca antes había podido.

[3/5 23: 42] Lali: Sabes qué flaco? tenes razón

[3/5 23:43] Lali: Nunca te dije que eras un manipulador pero siempre necesitas llevar la conversación para tu lado. Lo que menos necesitaba era que me hables y encima en vez de preguntar porque reacciono así, te haces el pobrecito

[3/5 23:43] Lali: La mejor entre nosotros dos dejo de existir cuando me hiciste sentir una pelotuda por no haberte superado y la verdad, me importa poco y nada cuanto tiempo pasó

[3/5 23:44] JuanPe Lanzani: ¿El pobrecito?

[3/5 23:44] JuanPe Lanzani: Baja un cambio

[3/5 23:45] Lali: No necesito bajar nada, te estoy hablando bien. Por ahí no te respondo como esperabas, osea, como si todo estuviera perfecto 

[3/5 23:45] Lali: Esto no se trata ni de tu persona ni de la mía. Se trata de que volviste a hablarme y ni si quiera tenes un motivo razonable. Después te haces el gil diciendo que me dejas tranquila y por dos boludeces que te digo saltas a hacerte el ofendido

[3/5 23:46] Lali: Esta claro que la que terminó peor fui yo y agradecería que me dejes en paz

[3/5 23:48] JuanPe Lanzani: ¿Te das cuenta que me atacas? ¿protagonista de la noche? Estas diciendo cualquiera

[3/5 23:48] JuanPe Lanzani: Me parece que hablarte fue un error, lo mejor es que lo dejemos acá

Por unos cuantos minutos, Mariana escribió sin parar en el chat. Sus dedos se movían a toda velocidad, producto de la ansiedad que ya había comenzado a molestarla. En aquel mensaje, le explicaba a Juan Pedro lo que sentía y cómo había salido adelante: psicólogos, psiquiatras, amigas y alcohol sobre todo.

Quería que él supiera cuán destrozada estaba, que hacía meses que no comía bien e incluso para dormir, a veces debía tomar pastillas. Necesitaba que supiera el dolor que cargaba en su interior, porque solo así iba a comenzar a actuar de manera responsable.

Durante sus sesiones de terapia, Mariana había aprendido que la responsabilidad afectiva o emocional, era una de las cosas más importantes en una pareja, sobre todo después de terminar la relación.

Por eso detestaba a su ex. Porque siempre actuaba en base a lo que él necesitaba y quería, sin pensar en las consecuencias. 

El día que la dejó, ni si quiera le consultó cómo llegó a su casa; ella tuvo que llamarlo por teléfono para asegurarse de que leía sus mensajes. Luego, sabiendo que aún estaba perdidamente enamorada de él, Juan Pedro le había restregado en la cara que ya estaba en pareja.

Y ahora, la actitud se repetía.

En aquel mensaje, también lo felicitaba por "La estatua mutante" y le contaba que por fin había cumplido uno de sus sueños: escribir una nota sobre el amor de su vida.

Pero por un instante, el alcohol dejó de nublarle el juicio y comprendió que si mandaba aquel mensaje quedaría completamente expuesta. Durante la breve conversación que habían mantenido, Juan Pedro le demostró que seguía teniendo poder sobre ella  y podía lastimarla aún más de lo que ella creía.

Borró aquel extenso texto y se tumbó en la cama. No iba a contestarle absolutamente nada. Estaba dolida, pero era inteligente y sabía que clavarle el visto era lo mejor.

Tomó el celular con manos temblorosas decidida a eliminar la conversación, pero miró su foto de perfil. Hasta aquel momento, no se había percatado de que tenía una imagen actual de Juan Pedro. 

Estaba completamente diferente a la última vez que lo había visto. El pelo le llegaba a los hombros y tenía rapado el costado izquierdo de la cabeza; un corte que jamás imaginó ver en él. Vestía una remera blanca básica y en sus manos, sostenía una claqueta que decía "ACCIÓN!". 

En ese instante, sintió como su mundo terminaba de desplomarse. Estaba más lindo que nunca y las posibilidades de tener a ese Juan Pedro en su vida, eran inexistentes.

(***)

Veía cómo el "escribiendo..." aparecía y desaparecía de la pantalla. Mariana no podía clavarle el visto de aquella manera, tenía que responder.

¿Se había atrevido a llamarlo manipulador, cagón y egocéntrico y ahora no le contestaba con un simple chau? No lo podía entender.

Durante veinte minutos, abrió y cerró Whatsapp unas cien veces. El chat de Julieta acumulaba mensajes hacía una hora y Juan Pedro pasaba por alto esos detalles. No quería hablar con nadie y menos con ella. Eso lo confundía aún más, porque la quería y mucho, pero desde que Mariana estaba en sus pensamientos, su pareja actual había pasado a un segundo plano.

Mientras esperaba el mensaje de Mariana, decidió ver su foto de perfil. A pesar de haber tenido su contacto durante todo este tiempo, la imagen apareció justo en el instante en el que él le había escrito. Le generaba incomodidad saber que no lo tenía agendado.

Sin embargo, abrió la imagen. 

Como no podía ser de otra manera, Lali estaba dentro de una radio. Si bien él tenía en cuenta que amaba la redacción, sabía que su pasión estaba frente a un micrófono.

Vestía un buzo rojo que le quedaba inmenso; aquel detalle lo conmovió y alivianó la expresión de dureza que tenía en el rostro. Su pelo estaba más corto y oscuro desde la última vez que la había visto.

Era hermosa, de eso no tenía dudas. Por un instante y contemplando esa foto, se preguntó cómo había podido dejarla ir.

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